spa; qualy

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| cuidado con lo que deseas

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Para ese momento, mientras Leclerc hablaba con la prensa sobre sus expectativas para la carrera que en minutos daría comienzo, Isabella tenía ganas de llorar.

El GP de Bélgica estaba siendo demasiado.

Su discusión con Susana había dejado la vara muy alta. Enterarse que su piloto había estado hablando de más y le llamaran la atención, no, le prohibieran cosas a consecuencia era algo que iba a ser difícil de superar.

Y sin embargo, aquel fin de semana Isabella sentía que se habían alcanzado muchos records más.

-¿Qué sentís con esta carrera, Charles?- escuchó que un periodista preguntaba.

Isabella no levantó la mirada mientras se sucedía la típica rueda de prensa, intentando que la bronca acumulada de la semana no se le note en la existencia.

Charles, parado a su lado, estaba relajado, con el traje atado en la cintura y sus manos apoyadas en los cercos divisorios.

-Estoy emocionado, Hungría no salió como queríamos así que estoy esperando esta carrera. Ayer tuvimos una buena qualy, P4 siempre es un buen resultado y además tuvimos una buena semana, el auto viene respondiendo muy bien- respondió dejando ver sus palabras reflejadas en su rostro.

Obvio que tuviste una buena semana, bastardo, pensó Isabella escondida detrás de su barbijo.

No podía decir lo mismo, no después de haber arribado Bélgica y haberse chocado con Max caminando por los pasillos de su mismo hotel.

En un principio le había causado gracia, porque de todos las carreras que podrían haber coincidido, de todos las juntadas que se podrían haber simplificado de estar a un par de pisos de diferencia, justo se habían encontrado en esa. En esa específico, donde Isabella estaba rodeada de empleados de Ferrari y donde el uniforme de su rojo no la dejaba pasar desapercibida.

Pero lo tragicómico de la situación desapareció cuando el holandes aminoró la marcha y le dedicó una sonrisa para saludarla y ella solo pudo corresponder con un leve asentir de cabeza, seco y distante. Fue por el rabillo de ojo que vio su sonrisa desaparecer ante la confusión que aparecía en su cara.

Con el correr de los días, los inevitables cruces en las comidas, entradas/salidas o mismo en la cotidianidad del hotel, Isabella había tenido que tragarse las ganas de saludarlo, de hablar con él, de verlo, mientras tenía que fingir que con el monegasco estaba todo bien.

Porque Charles actuaba como si todo estuviera bien, como si efectivamente, él no era la razón por la que Isabella tuvo que dejar una nueva invitación de Max a cenar en visto.

Era eso lo que la hacía querer explotar de impotencia. Ni siquiera Paulina había podido quitarle el mal gusto. La portuguesa, ya rendida, se terminó resumiendo a recordarle que "no se podía pelear con Leclerc hasta el lunes, porque la regla primera era no disturbar a los pilotos en un fin de semana de carreras".

red || charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora