Mi quinta sombra

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Gonzalo.
Anastasia Steele 15 años.
Muerte de Gabriela Alcázar.

Por más brillante que fuera el sol el frío era infernal pero así me gustaba. La forma en que mis dedos se entumecian me agradaba pues me hacía saber que aún seguía con vida. El fuerte viento alborotaba mi cabello castaño.

Al igual que el rubio y brillante cabello de Gabriela. Su sonrisa era la mas calida que había visto. Estar a su lado me hacía sentir tan bien. Solo teníamos 7 meses conociendonos pero desde el primer día que la vi supe que ella sería lo mejor amiga.

Sus manos se agitan en el aire mientras cuenta unas de sus tantas travesuras de niña. Nunca me cansaba de oírlas. Almeno alguien que amaba había tenía una niñez normal. No puedo decir lo mismo de mis hermanos ya que ellos crecieron bajo mi sombra.

Eso no me agrada mucho ya que por mi culpa no disfrutaron su infancia. Sacudo un poco la cabeza. Aveces me adentro tanto en mis pensamientos que cuando Gabriel me pregunta algo referente a lo que me está contando quedó como una tonta frente a ella con mis mejillas quemando como nunca.

_Voy a convencer a tus padres para que te dejen venir conmigo al fin de semana que está planeando mamá Annie - arrugó un poco mi nariz. Eso es imposible.

_Sabes que mi padre dirá un rotundo no - digo mientras ladeó un poco la cabeza. Ella pone los ojos en blanco.

_Vamos Ana no seas pesimista - suelto un suspiro cargado de frustración mientras mi vista viaja por todo el parque el cual está completamente forrado en guardaespaldas.

Papá no quiere que vuelva a pasar una tragedia.

_No lo vas a logra yo conozco muy bien a mi papá - tengo que admitirlo aveces me irrita su forma de ser.

_Veo que no está de humor - refunfuña por lo bajo mientras se cruza de brazos.

_Vamos Gaby no te enojes sabes que mi padre nunca me dará permiso por el simple echo que le da pánico tenerme lejos y sin su vigilancia de 24 horas - ella me miró por varios minutos antes de soltar con fuerza el aire.

_Vamos a comer helado - me regaló una media sonrisa mientras se levanta y tendía su mano la cual acepte de inmediato.

Con la mirada busque a Luke era al único que lograba soportar sin dejar por fuera a Gastón y también a los gemelos. El con un asentimiento de cabeza captó nuestras intenciones. De forma rápida llevo la manga de su saco a su boca.

_Tenemos que comenzar a organizar ese viaje que quieres haces después de graduarte de la universidad - digo mientras comenzamos nuestras caminata a la heladería más cercana.

_No hay nada que organiza nuestra primera parada será en México - sus ojos brillaron de la emoción - después seguimos con Francia.

_Italia, China, Roma, Suecia, Alemania, Reyno Unido - sigo con una pequeña sonrisa mientras cruzamos la calle.

_Y terminamos en Estados Unidos lo quiero recorre por completo - siempre me gustó el destello de felicidad que iluminaba si cara cuando hablaba de eso.

Los chirridos de unas llantas llamaron mi atención. Cuando menos me di cuenta está a rodeada por los de seguridad. Tres camionetas negras se detuvieron frente a nosotras. La mano de Luke estaba sujetada con fuerza de mi brazo.

_Ana querida estás igual de hermosa que tú madre - la voz de Gonzalo me hizo estremecer. Era la segunda vez que lo veía.

Delante de mí estaba apunto de desatarse una guerra. Nadie bajaba sus armas. Los ojos de Gonzalo viajaron de mi a Gabriela.

_Es mejor que te vayas no vas a lograr nada Gonzalo - mi voz salió temblorosa.

_Vengo a cumplir una encomienda querida Annie - soltó una gran carcajada - no te preocupes - alzó rápidamente su arma todo mi cuerpo se tenso.

El primer disparo hizo que cerrara mis ojos. El segundo hizo que un sobresalto moviera mi cuerpo y el último hizo que un sollozo desgarrador saliera de mi garganta.

_¡NOOO! - grite con todas mis fuerzas mientras me soltaba de Luke para corre al cuerpo tendido de mi mejor amiga - ¡Gabriela!.

_Nos veremos pronto Ana - las camionetas desaparecieron. Mi corazón se acababa de parir en mil pedazos.

Mis manos se llenaron de sangre esa horrible opresión en el pecho me está aficxiando.

Más dolor y culpa para mis hombros.

Regresan a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora