El viento mece la hierba

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El viento mece la hierba, el sol brilla, un sonido te alerta, sabes que es y a porque viene, corres, vas a por tú espada. Ya es tarde, están muertos todos, la sangre se esparce por todos lados y en el centro, brillan sus colmillos, sus afiladas garras te señalan, pero sus ojos... Ellos te odian, te odian por lo que hiciste y ataca. No eres nadie, solo uno de miles de millones, ¿o quizás no? No te interesa saberlo ahora, pues solo quieres luchar, te supera fácilmente la bestia-no bestia, la espada vuela y tú caes de un solo golpe. Eres inútil y un cobarde, conocías el precio pero seguiste hacia delante. Ello, se adelanta a cualquier movimiento y te degolla, como si fueras no más que un simple cerdo y en tus últimos momentos, ves en sus ojos la hija que perdiste por tu avaricia.

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