En la costa de un escritor

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En la costa de un escritor, en la costa de su mente, navego, navego por los ríos de lágrimas que asolan mi mente, que amenazan con ahogarme. En la costa de un escritor, en la costa de su corazón, muero, muero de dolor, de pena y de angustia, muero al ver al niño que es llorar y gritar porque nadie lo ama ya. En la costa de un escritor, en la bahía de sus dedos, lo veo temblar, tiembla porque no sabe escribir, porque le han arrebatado el don de gritar y llorar a través de la tinta, tiembla porque ya no sabe como reír. En la costa de un escritor, en el golfo de sus piernas, lo veo huir, correr, porque no quiere aceptar la verdad. Al escritor en la costa, lo veo llorar, lo veo reír, y suplicar, porque ni es escritor ni es nada ya. Le han arrebatado así mismo, pues el oasis de tus ojos no era más que un espejismo. Un escritor en la costa, ni es escritor ni desea serlo, pues se levanta y tras sí deja el boli.

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