LA LUNA: CRÓNICAS DE UNA VIDA PASADA

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Su mirada lenta y potente recorre mis labios, deseando comerme ferozmente. Sus ojos de frío azul helado siguen lentamente el movimiento de sus manos por mi piel mientras su boca no hace más que susurrarme viejas mentiras, tan dulces como la primera vez que me las dijo. Olvidamos nuestros nombres en la boca del otro, y como si del mar y la arena se tratase nos volvemos uno, suave pero ferozmente. Nuestros labios no buscan calor, solo diversión, no desean cariño ni tampoco amor, solo buscan cubrir de una vez el corto espacio que los separa el uno del otro. Y cuando lo consiguen se desata la tempestad, nos volvemos ciegos ante nuestros deseos e instintos, bailamos en el limbo de la desesperación el placer, jugamos entre la cuchilla de lo prohibido y lo permitido. Y cuando todo acaba, se va, tal y como llegó, en el frío silencio de nuestra habitación.

El Diario de GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora