03. Anabella

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ANABELLA

Tuve que madrugar para acompañar a Riven al aeropuerto, su vuelo a Manchester sale en un par de horas. Esperamos a que Mila llegará a despedirlo, pero canceló a última hora por asuntos familiares.

—No te parece raro todo eso de la familia de Mila —me preguntó Riven mientras se tomaba una pastilla para el mareo.

—Lo es, pero evade el tema cada vez intento que conversemos.

—Parecen esas familias que lucen bonitas por fuera, pero son una mierda por dentro —comento peinándose su cabello castaño dorado.

—See... Solo que ellos también se ven como una mierda por fuera.

El padre de Mila luce como alguien frío, es inexpresivo y a veces parece un robot que no nota la existencia de sus hijas. Mientras su madrastra me da miedo.

—Cuídala mucho el tiempo que estén juntas, mocosa —me empujó ligeramente el hombro.

—Lo haré grandulón —el pellizco una de mis mejillas y la nostalgia me invadió. En un par de horas había perdiendo a dos personas muy importantes para mí—. Te extrañaré mucho.

—Yo igual, gracias por dejarme entrar en ese tobogán cuando teníamos cinco—él siempre ha creído que descansaba en ese tobogán, pero la realidad era que me escondía de los demás allí. Riven fue el primer niño al que le permití entrar en mi lugar seguro, él fue mi primer amigo real.

Riven tomó su maleta de viaje y empezó a caminar hacia la puerta de abordaje.

—Te quiero mucho Bell —le sonreí. «Él y Mila son los únicos que me llaman Bell».

—Yo también.

Riven entro en la puerta de abordaje y desapareció. Me quedé observando el lugar por donde se había ido hasta que mi celular vibró en mi trasero «Un mensaje», abrí el mensaje y era de Riven:

Riven: Volveré algún día Bell, no me extrañes tanto.

Anabella: No lo hago, eres tú el que parece no poder dejarme aquí.

Riven: Tus bonitos ojos violetas fueron difíciles de soltar eh.

Anabella: Claro, pero te mandaré fotos de ellos para que no los extrañes tanto.

Riven: Trato.

Riven: Siempre estaré para ti.

Anabella: Sin importar que.

Guarde mi celular de nuevo en el bolsillo y salí del aeropuerto yendo hacia el parqueadero donde estacione mi Porsche. Cuando llegué allí me detuve en seco al observar a Hans recostado en el capo de mi auto.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté con hostilidad.

A diferencia de ayer que tenía un traje, hoy solo luce un jogger gris con una camiseta de color vino, además tiene una gorra que lo hace lucir aún más joven. Si yo tengo diecinueve Hans no parece estar por encima de los veinte y dos.

—Bueno ya no me iré de aquí —sonrió mostrándome sus bonitos dientes blancos que le dan una aparecía agradable—. Ven conmigo.

—Creí que había no sé... Salvar al mundo de seres infernales —le recordé, casi que no pude dormir con el peso de lo que se me avecina.

—Ellos pueden esperar un rato.

—Cada hora que pase sin que yo este allí significa un riesgo para el mundo —le asegure. Quiero salir de eso ya, no era como que hubiera diferencia entre morir por un juego a morir por destructores de mundos. Solo añoro que todo esto se termine rápido y pueda vivir en paz.

Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora