Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]

39. Lucien

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LUCIEN

Hay cosas de las que me arrepiento, de hecho, es una lista muy larga porque tengo un talento especial para arruinarlo todo. Sin embargo, lo que le hice a la pelirroja no es un error, claro que no.

—¡Casi la matas! —me grita Mila, lleva horas reclamándome por haber traído a Bella inconsciente y con un aspecto deplorable.

Esta mañana lo que le hice a Bella no fue nada realmente malo, eso es lo que ocasiona mi poder al ser usado. Es como si al extraer mis emociones de una persona se sintiera como arrancar sus entrañas, lamento que Bella haya tenido que pasar por ese dolor, pero sé que ahora que sabe lo que siento por ella no se molestara, o eso espero.

Creo que, si en algo si la cague fue en decirle que se guardara sus palabras para otra ocasión, no tuve tiempo de explicarle el porqué. Pero es sencillo, quiero que me diga eso cuando no tenga mis emociones dentro de ella, porque, aunque ella me dijo que siente lo mismo por mí puede que este equivocada.

Ya es el medio día y mientras los demás se preparan para salir en busca de la siguiente pista yo estoy esperando a que Bella despierte. Lentamente ella se revuelca en la gran cama, pero sé que estará así por un buen tiempo, solo durmiendo.

Gabriel llega por mi espalda y se queda viendo a la pelirroja que se ha movido y ahora muestra una parte de su trasero.

—Ni se te ocurra mirar allí —lo amenazo mientras empiezo a extender mi poder hacia él. Le dije a Bella que necesitaba contacto físico «Mentira» hace muchos años lo necesite, pero perfeccione mi técnica y ahora tengo buen alcance, incluso con la motivación correcta puedo hacer que mi poder llegue a gran escala, entrando en muchos cuerpos a la vez.

—No lo haría, tengo algo que se llama decencia —me dice mientras siento que algo raspa mi cabeza «Su poder». Mientras yo me adentró en sus emociones él se adentra en mi mente.

—¿Sería posible fusionar sus poderes? —pregunta Daniel qué se mete en el medio de ambos, creo que nos está calmando.

—Los resilientes no se juntan con los oscuros, he roto el reglamento por eso —explica Gabriel.

—Yo no lo sé —le respondo a Daniel cuando se queda mirándome—. Los oscuros no vamos a guerras seguido, además preferimos trabajar solos.

—Una lástima. Podrían aniquilar todo un ejército si lo hicieran —aunque Daniel se da la vuelta yéndose de la habitación sus palabras se quedan en mi cabeza.

—Es una buena idea, en realidad —le aseguro a Gabriel.

—Lo es, pero ya no tenemos tiempo para practicar ese movimiento —niega con la cabeza—. Es tarde para eso.

Asiento y dejó de darle vueltas a ese asunto, de igual manera no necesito a Gabriel.

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Me sujeto los cordones de las botas de combate negras que suelo usar cada que hay que encontrar una nueva pista. Después de hacerle el segundo nudo la sombra de una bota se cierne sobre mi vista, rápidamente identificó de quien es.

—¿Qué pasa? —Le preguntó a Lucille, ella pocas veces se acerca a hablarme.

—Hans está bien —me informa, sé que lo hace más para recordarse a ella misma que su hermano sigue allí. Ella lo extraña.

Hans es mi sobrino y lo quiero, es mi única familia de sangre aparte de Lucille. Y aunque me parte el alma he tenido que empezar a asimilar que él no regresará, no hay un solo indicio de como volverlo a su estado normal. La única manera seria que un Grosvenor lo ayudará, pero eso jamás pasará.