29. Anabella

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ANABELLA

Blandeo mi espada de lado a lado como Gabriel me explico. Él dice que la debo tomar con mi mano derecha y moverla como si fuera una extensión más de mi brazo.

Llevo toda la mañana entrenando con él en mi manejo de espada. Me siento muy cómoda con la espada ya que es un arma que se usar desde niña y se me da bien.

—Te diría que practiques con una de madera, pero no tenemos mucho tiempo y es mejor que te acoples a tu espada desde ya —me explica Gabriel y asentí obediente.

He estado callada toda la mañana porque aún hay cosas que me afectan. Aunque he decidido ocupar mi cabeza en mi nuevo cambio la sensación de lo que me ha hecho Lucien no desaparece.

Estoy muy consciente de que él no me asusta, sé que es solo sus poderes sobre mí, pero mi cuerpo no lo entiende y cada que él me ve las ganas de correr se apoderan de mí. Por la misma razón es que ahora entrenó sola con Gabriel, ya que el otro patio está Lucien con los demás.

—Siento que no tienes tu mente despejada Anabella —aún me resultaba extraño escuchar mi nombre salir de su boca—. Tu mirada se nubla con cierta rabia.

—Tengo rabia —no tiene razón ocultar como me siento. Canalice toda mi frustración y dolor convirtiéndolos en rabia «Eso funcionaba bien para mí, al menos por ahora».

—Bien, entonces usa esa rabia para romper a los muñecos —Gabriel en estos momentos es mi persona favorita ya que me incentiva a usar esa rabia en algo y no en lograr que desaparezca.

Desde hace una semana él se ha concentrado en mí, él quiere que aprenda a luchar y yo quiero ser la mejor.

Seguí su orden comenzando a atacar a los muñecos de paja por los laterales, al ser una espada de hoja curva su corte es diferente, más irregular y en una persona real sería más difícil de curar.

—Recuerda que se va a recuperar si le das en los costados —me recordó con severidad—. Cabeza y corazón, de lo contrario no has hecho nada.

Asentí absorbiendo lo que hay en mi nariz ya que la mañana ha estado fría.

—Lo entiendo —le aseguré tomando la espada con mi mano derecha y empecé a blandirla de lado a lado para tomar fuerza, cuando me sentí con suficiente confianza avance hacia el muñeco cortando su cabeza de un golpe.

Lo hice con tanta fuerza que di media vuelta, pero en vez de perder el equilibro recobre mi estabilidad y me fui contra el siguiente muñeco dejando solo la mitad de su torso.

Cabeza y corazón fuera.

—¡Excelente! —dijo Mila con voz ronca y tosiendo un poco, lleva una semana así—. Oh eso estuvo increíble Bell.

—¿Por qué sigues disfonía? —le pregunté guardando mi espada en el estuche.

—Grite mucho en jul —su rostro se convirtió en el vivo retrato de un tomate—. Por la fiesta y eso, obvio.

—Eso pensé.

Mila actúa raro y de no ser porque se excusó en su manera de quedarse sin voz no habría entendido que no fue por eso.

Rápido me voltee para observar a Gabriel que tenía una sonrisita en su cara y no peleaba con Mila. Los recuerdos vinieron a mí, ellos tampoco estaban esa anoche y había cierta tensión... Oh mierda.

—¡Han cogido! —no pude evitar decírselos, pero rápidamente la expresión de Gabriel se tornó sería.

—Yo, yo te lo puedo explicar bien Bell —me habló nerviosa Mila—. Yo sé que, yo sé que dirás...

Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora