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LUCIENCamino por el estrecho pasillo oscuro que conduce a la cocina del bar Tempetion, apenas es la mañana, pero vengo a despedirme…O el intento de despedida.
—¡Gloria! —la saludo con alegría fingida, no tengo nada de alegría estos últimos meses, me siento más consumido de lo normal. No hay día en el que no me pese lo que le hice a Bella.
—¡Hijo! ¿Cómo estás? Te voy a dar algo de comer.
Les dice hijo a todos en este lugar y quien soy yo para llevarle la contraria, además que es agradable escuchar que te llamen hijo. Ya no recuerdo como era el que me llamaran hijo.
Ni siquiera recuerdo a mis padres, tenía una hermana mayor de nombre Leila, ella me cuidaba como un hijo más ya que era mucho mayor que yo. Intentó convencerme de vivir con ella en el mundo humano, pero yo me negué a tan siquiera poner un pie allí, hasta que la asesinaron.
—¿Todo bien Lucien? —me pregunto Andrés, el nieto de Gloria. Son una familia colombiana que se ha situado en esta isla desde hace años con su bar y restaurante.
—Perfecto —le sonreí quitándole preocupación.
Dejé que me atendieran y salí de nuevo por el pasillo para llegar a la mesa de su casa «Si, de su casa». Durante estos meses había estado mintiendo sobre lo que hacía, nunca tomé, sólo estuve con ellos.
Su familia no es mi familia, pero me tratan como si fuera un miembro más. Desde esa madrugada en que me vieron casi desecho por lo que le hice a Bella me han tratado de ayudar.
Es ilógico como yo fui el que ocasione el daño y soy quien más caro lo está pagando. Bella es fuerte y valiente, yo soy débil e incapaz.
Empecé a comerme los huevos pericos como le dicen ellos mientras mordisqueé una arepa con queso.
—¿Quiere chocolate o agua de panela? —me pregunto Adriana, la hermana menor de Andrés.
—Chocolate, por favor —le conteste medio embutido.
Llevo como una doble vida, con mi equipo casi no estaba porque eso implicaba mantener a Bella alejada y no le haría eso. Los ojos acusadores de Mila son como dagas que empeoraban todo, y Gabriel, él no sabe nada de mí y en cualquier momento sabrá que soy un monstruo y no me quiero a pegar a él sabiendo que me odiará cuando sepa quién soy realmente. Todos lo harán, y no los culparía por eso.
Aunque me dije que soy malo, y que quería a Bella para mi aun sabiendo que no la merezco no pude hacerlo. Cuando la vi reírse de algo tan insignificante supe que no debía lastimarla.
Le conté esa historia esperando su odio, su rechazo, pero no lo hizo. Es increíble como incluso sabiendo que es un monstruo quiso saber su parte de la historia.
Debí hacer contando la historia bien, pero al ver cómo sigue siendo tan jodidamente amable me negué. Alguien tan bueno no merece cargar con los señalamientos de mis actos.
Si estas con un monstruo también creerán que eres uno. Yo no quiero eso para Bella.
Terminé de comer y me despedí de todas las personas aquí. Esta familia me ha dado algo de tranquilidad en este último mes, pero es mejor despedirme ya que hay una alta posibilidad de no sobrevivir. Estoy yendo a una guerra sin tan siquiera recordar la razón del porqué.
Me siento perdido, sin ningún propósito. Y también me siento tan culpable.
Tres meses y aún no puedo cerrar los ojos sin recordar la mirada de Bella, ella me dio su confianza y yo simplemente la destruí. Lo que más me duele es observar como la mirada de Bella empieza a cambiar, los primeros días me observaba, ahora ni siquiera registra mi existencia.
Se supone que me debería alegrar eso, pero me siento como una mierda.
A veces desearía que pudiera saber lo que realmente siento.
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Yionne nos obligó a ir a la ciudad más cercana por “Provisiones”, en realidad sólo es para comprar ropa con el fin de crear una fachada más provechosa. Ya tenemos establecido como sería nuestro ataque mañana en las vegas.
—Esta mierda me ahorca —se quejó Daniel mientras una mujer apuntaba su camiseta—. Me ahogo.
—Deja de quejarte o te arrancare la cabeza —lo amenazó Gabriel tirado en una silla.
—Tú no eres el que debe disfrazarse —la mujer terminó de arreglar su traje permitiendo que nos desfilara—. No me gusta —dijo Daniel observándose en el espejo.
—Es el último modelo que le ofrecemos señor —le contestó la mujer, era el traje número quince que se probaba.
—Entonces dame el que es todo negro —contestó soltándose el botón de su camiseta.
Me sentía sofocado y fastidiado de esperar aquí, las demás andan en otras tiendas comprando más ropa mientras Lucille se encargaba de encontrar los trajes que usaremos para poder pelear.
—¿Con que pagará señor? —le preguntaron a Daniel en la caja, así que él sacó una tarjeta de crédito de su pantalón.
—A la cuenta de Daniel Jakovson.
—Así que ese es tu apellido, vaya —le hable con aburrimiento.
—Ajam —respondió recibiendo su tarjeta de crédito y la bolsa con el traje—. Los hijos de mi familia reciben el apellido según el nombre de su padre, mi padre se llama Jakov así que mi apellido es Jakovson, mi primo debería ser Pietroson, pero se niega a usar ese apellido —me explico.
—Entonces tus hijos serían Danielson…
—Si es que logro tener, si —la imagen mental de Daniel siendo padre me robo una sonrisa, supongo que sus hijos deberán tener una madre amorosa porque de lo contrario… Pobres niños.
Los cuatro salimos de la tienda el uno al lado del otro. Vad se colocó unos lentes de sol y está a normalmente callado mientras Gabriel miraba mal a todo el mundo como de costumbre. Mientras Daniel observa todo con atención yo ignoro nuestro entorno.
Finalmente llegamos al barco que nos llevara de nuevo a la isla. El sol se está poniendo y fastidia en mis ojos cuando me apoyo en una de las barandas del barco. Vad se sentó en los asientos del barco detrás de mi haciendo ruido. Me voltee a verlo para preguntarle la razón de su repentino silencio:
—¿Qué es lo que pasa contigo? —lo encaro a lo que él respondió moviendo sus gafas debajo de sus ojos para verme mejor—. Estas silencioso.
—Mañana tendré que matar a mucha gente…
—Puedes solo cortarle el cuello si tanta preocupación te genera tus enemigos.
—Me mal entiendes, mi miedo no es matar a alguien, lo que realmente me da miedo es disfrutarlo.
—Ya veremos qué pasa —trate de restarle importancia, sabiendo que también me asustaba el disfrutar de hacerle daño a alguien más.
—Lo único que he tenido toda mi vida es mi humanidad. Considero que no soy cruel, que soy empático. Siento que al disfrutar de asesinar a alguien más perderé mi humanidad —me confiesa—. Y si la pierdo será como perderme a mí mismo. Temo perderme y jamás volverme a encontrar.
—Habrá momentos en los que nos perdamos y sientes que ya no hay camino a nuestro lugar seguro, pero los caminos nunca desaparecen, tal vez se esconden, pero no desaparecen —me acerque a él poniendo mi mano derecha sobre su hombro—. Además, tienes a alguien que te grite desde ese camino para que vuelvas por él.
—¿Quién es ese alguien?
—Yo, yo te gritare que regreses. De hecho, creo que cualquiera de nosotros lo haría. Si alguna vez te pierdes te gritaremos para que regreses.
Vad me observa con estupefacción, y lo puedo entender, al saber que nunca en su vida tuvo esto, es nuevo para él tener personas que lo aprecien y se preocupen por él.
—Gracias, eres una gran persona —niego con la cabeza—. Si, si lo eres.
Cuanto desearía que las palabras de Vad fueran verdad.
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ANABELLA
Dieciséis horas antes del ataque.
Camino por el aeropuerto dirigiéndome a la camioneta que nos llevara al hotel Renaissance en las vegas. Es uno de los mejores hoteles en este lugar y me sigue asombrado la cantidad de cosas que puede costear esta gente. Al parecer son todo menos pobres.
—Tenemos que vernos en el casino acordado a las ocho en punto —recordó Daniel cuando llegamos a la puerta del hotel.
Él plan que acordamos no es simple, pero lo he pillado. Yo seré la líder, seré la voz de mi equipo y mentiría si dijera que no me siento nerviosa por ello, pero prefiero ser quien tome el control del asunto a que alguien más lo haga.
Yionne y yo seremos la distracción en las primeras horas, Daniel será quien de él primer golpe mientras los demás estarán en las sombras listos para atacar, a excepción de Lucille y Vadim quienes buscarán la pista, la ventaja es que Vadim tiene las habilidades para hallarla y tenemos un mapa.
Prácticamente todo nuestro ataque se basa en ser una distracción mientras Lucille y Vadim toman lo que queremos.
Respiro hondo adentrándome en la habitación junto con Yionne, a diferencia de los demás nosotras no llevaremos ropa de pelea.
Seis horas antes del ataque.
Yionne me ha terminado de maquillar, llevo sombras claras pero mi delineado de fox eyes hace llamativos mis ojos. También me ha aplicado bastante iluminador al igual que cubrió mi cicatriz en mi pómulo, y por último aplicó labial rojo en mis labios.
—Luces como mi mejor obra de arte —aseguro Yionne mientras se recogía su cabello rubio platinado en una coleta alta—. Y con nuestros vestidos estaremos de infarto.
—Seguro —contesto seria, estoy cargando con mucho últimamente.
Aunque he evitado pensar sobre Lucien es como si se negara a salir de mi mente, a veces mi subconsciente solo se encarga de repetir la misma palabra una y otra vez:
Lucien, Lucien, Lucien.
Detesto a mi subconsciente.
Finalmente me levanto a buscar mi vestido en el armario del hotel. Yionne se esmeró en conseguirnos un vestido igual, solo que en diferentes colores.
Tomó el vestido entre mis manos y recuerdo lo costoso que es. Aún me siento incomoda al recordar que todo se fue a la cuenta de los Jakovson.
Dos vestidos de alta costura de Ralph & Russo. El de Yionne rojo escarlata y el mío azul rey.
—Me da tristeza saber que estos vestidos corren peligro —le dije a Yionne mientras ponía ambos vestidos sobre la cama—. Costaron un montón.
—Los Jakovson tiene para comprar un millón de esos, no te preocupes —Yionne se terminó de aplicar su labial rojo.
—¿Cómo es que tienen tanto dinero?
—No lo sé, nunca les he preguntado. Solo les ayudo a gastarlo —Yionne es como una especie de hija adoptiva para el padre de Daniel, o eso es lo que entendí. A pesar de su gusto peculiar por el derramamiento de sangre y la violencia es como una princesa consentida.
—Lo más caro que he tenido en mi vida es mi auto —recuerdo mi Porsche azul—. Era bonito.
—Ah si, recuerdo que ayude a escogerlo —me quedo mirándola confundida—. Ah, pues Lili es hermana de Jacov, ella quería darte un regalo y yo lo escogí. Espero te haya gustado.
—Sí, sí, solo es que no espere que fueras tu quien lo escogiera.
—Pues ya ves, toda una tremenda casualidad.
Se queda en silencio cuando la puerta suena, yo camino rápido abriéndola. Son Lucille y Vadim.
—Solo venimos a avisar que ya nos vamos —me informa Vad, a quien no le sacó los ojos de encima notando la ropa que trae encima:
Lleva puesto un buso negro al igual que un pantalón del mismo color, sobre su ropa también tiene una especie de armadura moderna que le queda un poco pequeña. Alcanzó a ver su espada gladius amarrada a un costado de su cadera, luce como si estuviera listo para asesinar a quien se interponga en su camino.
—Y además todo está en su debida posición en el casino —asegura Lucille, el plan también incluye esconder las armas en el casino, ya que no podemos entrar armados porque llamaríamos demasiado la atención.
También observó de más a Lucille que no está con su habitual atuendo, está vez lleva trenzado su cabello en dos. Tiene pantalones anchos de color negro con botas gigantescas de cuero y un esqueleto del mismo color que su pantalón, ella también tiene puesta su armadura que le protege el pecho. Aunque no logro saber dónde ha escondido las armas que seguro lleva.
—Cuídense —les pido—. Y encuentren esa pista que yo me encargo de lo demás.
—Por supuesto —me contesta Vad—. No olvides el intercomunicador —me recuerda mostrándome su anillo en el dedo pulgar mientras Lucille lo trae en el dedo en medio sobre unos guantes de cuero.
Al cabo de unos minutos se van y la preocupación empieza a asentarse en mi interior, es imposible no estar preocupada por el futuro incierto de mis compañeros.
Cuatro horas antes del ataque:
Yionne camina colgada de mi brazo mientras acomoda la cola de su vestido rojo, no he visto a los demás, pero ya sé que deben estar en el casino.
—Esto es lo menos practico que pudimos ponernos —me quejo caminado con una sonrisa, como si nada pasara.
—La cola se puede quitar —me sonríe enderezando la espalda quedando a mi par mientras nuestros tacones resuenan cada que damos un paso, un paso más cerca del objetivo.
—Pudimos elegir trajes —reprochó acomodando mi cabello semi recogido en un lado.
—Eso no quedaba con el estilo que quería recrear —se pega más a mi dándome un empujoncito en el hombro—. Ya deja de quejarte, porque de igual manera te ves muy sexy.
Tomó aire en busca de tranquilidad.
—Bien —les sonrió a unos pasos del guardia que custodia la puerta de entrada al casino—. Hora de entrar en papel.
—Entendido, Rubí —ese es mi nombre falso, paso la mano con mi anillo cerca de mi oído para escuchar lo que dicen por ahí fingiendo que acomodo mi cabello.
—Entremos, Perla —ambas sonreímos con maldad, siento que es como si otra persona empezara a poseerme.
Entonces escucho la voz de alguien por el intercomunicador.
—Ya estoy en posición —Es Daniel.
—Yo igual —es la voz de Mila la que oigo.
—Las veo desde mi posición —asegura Gabriel con mucha seriedad.
Aprieto el brazo de Yionne yendo directo al guardia.
—Venimos a jugar —le anuncia mi compañera con falsa inocencia.
—Sean bienvenidas entonces —nos permite pasar el guardia.
Levantó el mentón y en sincronización Yionne y yo entramos pavoneándonos listas para lo que viene.
Me quedo viendo todo alrededor tratando de detectar a mi equipo con disimulo, pero no lo logro, y no lo veo a él. Ni siquiera lo escuche por el intercomunicador.
«Deja de pensar en él, despeja tu mente». Hoy seré una asesina, no tengo tiempo para eso.
Sin embargo, suelto un suspiro cuando escucho la voz de Lucien por mi intercomunicador:
—Suerte.
Observó todo mi entorno, esto está lleno de personas y juegos, hay risas y celebraciones cuando ganan. Es una verdadera lástima que esta noche se esté por convertir en la peor de sus vidas.
Junto con Yionne nos ponemos en posición.
El juego ha comenzado.
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Matar y Sobrevivir [Dueto Destructores #1]
Random«Hasta la persona más buena sucumbe a la maldad con una buena motivación». Ocho personas tendrán que convertirse en un equipo si quieren entrar al juego sangriento que ofrece como premio un deseo, cualquiera que sea. Poco tienen en común, excepto do...