iv

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El tiempo había pasado increíblemente rápido para Atenea, entretenida entre la secundaria, entrenar para el ingreso sola y con Iida, y sobrevivir a su tía cuando esta se encontraba en su casa. Era la mañana del día del exámen de ingreso de la U.A., y se encontraba desayunando con Iida en su casa.

-¿Cómo puedes estar tan tranquila?- el grito desesperado del de ojos grises la tomó por sorpresa, logrando que pegara un pequeño salto en su lugar, para luego reír.

-Tranquilo, Iida-kun, no lograras nada poniendote nervioso- intentó calmarlo la azabache, acomodando su camisa -Ni sabemos si entraremos o no y ya nos hacen ir de uniforme, que locura- se quejó, acomodandose la corbata, mientras él hacía señas con los brazos.

-Es lo correcto, lo dice el reglamento- Atenea rió, metiendo un pedazo del pancake en su boca.

-Oye, me han quedado bien- se auto-halagó con la boca llena de comida, logrando que el chico frente a ella hiciera una mueca de asco, por lo que tragó y rió nuevamente -Deja de ser tan sensible- lo retó, tomando el jugo de naranja que él le había ayudado a exprimir, mirando su reloj y alarmandose -¡Se nos va a hacer tarde! Vamos- anunció, dejando el vaso a un lado y tomando su mochila, mientras Iida levantaba los platos de la mesa -¡Dejalos que no llegamos!- gritó desesperada tomandolo de la muñeca y arrastrandolo fuera, mientras él observaba con miedo como tomaba los cascos negros de la pequeña mesa a un lado de la puerta.

-Oh no- empezó a quejarse, pero ella lo arrastró para que se subiera en aquella moto reluciente, color negra y dorada, sonriendo divertida mientras le colocaba uno de los cascos a la fuerza, subiendose al vehículo.

-¿Prefieres llegar tarde?- se burló, mientras él se subía y se aferraba con fuerza a su cintura, viendo como se colocaba el casco y sostenía el manubrio.

-Aún no estoy de acuerdo con que las influencias de tu tía te hayan conseguido un permi...- antes de poder terminar su queja, la azabache ya había acelerado, riendo al sentir como el peliazul la sostenía aún más fuerte con temor.

Andaba con velocidad entre los autos, intentando llegar a tiempo a aquella escuela, escuchando las advertencias de su amigo gritandole "Estaba a punto de ponerse en rojo", "El límite máximo permitido son 60km/h" o incluso "Si estás enojada porque me reí de que quemaste el arroz y quieres matarme dímelo ahora". Cuando finalmente llegaron, los estudiantes que entraban los miraban sorprendidos al escuchar el rugido de una moto, junto a un chico bajandose con velocidad y agachandose para vomitar. Al girar a ver quien era la dueña del vehículo, todos abrieron la boca con sorpresa, observando como se quitaba aquel casco y su cabello azabache se movía mientras sacudía su cabeza, con una sonrisa de oreja a oreja.

-No seas dramático, ¡no pasé los 100km/h!- bromeó, estacionando aquella motocicleta y acercandose al chico, poniendo una mano sobre su espalda mientras este intentaba vomitar. Entre los espectadores, se encontraba un rubio de ojos rojos, quien bufó al notar que era ella.

Ambos amigos se adentraron en aquel edificio, y la expresión de la azabache había cambiado repentinamente al notar la cantidad de personas que los rodeaban. Había olvidado aquel detalle cuando reía con Iida, y se había mostrado con total confianza. Su semblante se encontraba nuevamente serio, y el suyo de igual forma. Lejos de poder sentarse como quisieran, los asientos ya estaban elegidos, y para su sorpresa, a ella le había tocado a un lado de Bakugo, por lo que se sentó con una pequeña sonrisa burlona.

-Creo que no podrías escapar de mi aunque quisieras, Kacchan- bromeó, por lo que el rubio gruñó, cruzandose de brazos.

-Mientras no molestes- espetó este, nunca lo admitiría, pero su presencia le agradaba, más cuando escuchaba su suave risa como ahora. Toda la sala se quedó en silencio al escuchar a Present Mic dictando el funcionamiento del exámen, y la vista de la azabache se desenfocó al oír que el exámen práctico sería contra máquinas que valían puntos. Si bien seguía oyendo las instrucciones, se había dado cuenta de lo que sus oponentes significaban: no podría usar su habilidad contra ellos. Sin puntos, no había forma de que pudiera pasar el exámen.

Sus puños se cerraron con fuerza, clavando sus uñas en sus palmas. Por más que se había sometido a un fuerte entrenamiento físico toda su vida, no podría vencer máquinas, que asumía, tendrían un tamaño imponente. Recordó el quirk que heredó de su padre, al que nunca le había prestado mucha atención, ya que solo consistía en aguantar fuertes impactos, como caídas o golpes directos. Quizás, con ese poder, y algo de suerte... Si, podía ser, tenía que servir, era la única forma de poder pasar ese exámen.

Es mi única opción, y no perderé nada intentandolo.

Mientras tanto, el rubio miraba de reojo los ojos dorados de la chica a su lado, clavados fijamente en la pantalla que tenían en frente, parecía realmente concentrada en algo. Bajó la vista hasta sus puños, apretados con demasiada fuerza, y frunció el ceño, golpeandola con el hombro, logrando que aflojara sus manos, girandose a verlo confundida.

-Muévete, estúpida, ya tenemos que ir- escupió, viendo fugazmente las palmas de sus manos y las marcas de uñas en estas. La azabache asintió y se incorporó, para caminar hacia afuera de aquel lugar. En cualquier otra situación se hubiera burlado, pero realmente estaba demasiado perdida ideando estrategias y formas posibles de poder derrotar máquinas.

Lo dejaría todo en aquel exámen con tal de cumplir sus objetivos.

by my side | k. bakugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora