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Atenea abrió la puerta de la clase 1-A, sorprendiendo a los estudiantes que ya estaban ahí.

-¿Samura-kun?- rompió el silencio Kirishima, acercandose a ella, abrazandola y alzandola en el aire cuando la vio sonreír -¡Estabamos preocupados por ti! Se suponía que no volverías hasta dentro de una semana- aseguró dejandola en el suelo, escuchando la risa de la azabache, viendo como más de sus compañeros se acercaban a la escena.

-Lo sé, pero ya estoy bien, no se preocupen- sonrió nerviosa, rascando su nuca -Aunque si Recovery Girl pregunta, ustedes no me vieron- abrieron los ojos con sorpresa, escuchando la pequeña risa de la chica.

-Escuchamos que vieron al Asesino de Héroes, ¿era tan asqueroso como se veía?- preguntó Kaminari con una mueca de asco, mientras jugaba con la cola de Ojiro, provocando que ella riera.

-No llegamos a verlo tan bien, aparte tenía la cara cubierta, pero si quieres darte una idea- dijo, acercandose al oído del chico, logrando que Mineta lo viera con envidia -Era como si Bakugou enojado se bañara en ácido sulfúrico- susurró alto, para que el rubio la escuchara, mientras el chico a su lado reía, pero él solo la ignoró, provocando que frunciera el ceño.

-Espera, eso me recuerda, ¡fuiste la tercera con mejor nota en los exámenes!- exclamó, por lo que todos los del círculo la miraron con ojos brillantes, acercandose a ella con las manos juntas.

-Samura-kun, por favor ayúdanos- pidieron poniendo cara de pobrecitos, mientras Kaminari se giraba hacia Yaoyorozu.

-Yaoyorozu-kun, ¿podrías ayudarnos tú también? Necesitamos toda la ayuda posible- rogó, y los ojos oscuros de ella brillaron.

-¿Quieren mi ayuda? ¡Por supuesto! Vengan a mi casa luego de las clases, confiennos sus notas- festejó ella, y la azabache se sorprendió porque la incluyera, habiendole quedado la sensación de que no le caía bien -Llamaré a mamá para que prepare el gran salón, ¿cuál es su tipo favorito de té?- Atenea se giró a ver a Kirishima, que la miraba con la misma cara de confusión.

-¿Acaso hay más tés además del negro?- susurró codeandolo, mientras él se giraba hacia ella.

-Para ser sincero, ni siquiera sabía que fuera negro, creí que era simplemente té- la azabache rió suavemente, a lo que él apoyó su antebrazo en su hombro, riendo con ella, hasta que Aizawa entró al salón, provocando que todos se colocaran en sus asientos velozmente.

-Samura, deberías estar haciendo reposo- anunció él, por lo que todos se giraron a verla, viendo como resoplaba, sonriendo y haciendo una seña con su mano derecha, que estaba vendada.

-Ay ese reposo, no sería mejor mandarlo a... ¿volar?- las vendas del mayor se elevaron, clavando sus ojos rojos en ella, que se levantó rapidamente tomando su mochila y haciendo una seña militar -Señor si señor- caminó fuera del salón, bufando al salir, cerrando la puerta detrás de ella. Se encaminó al patio trasero, y al llegar se desajustó la corbata, sacandosela mientras desabrochaba los primeros botones de su camisa, y se colocaba un pantalón debajo de la pollera, sacandose esta por la cabeza.

Una vez cómoda, estiró y comenzó a trotar alrededor de la escuela, buscando mejorar su resistencia física. Intentaba despejarse, pero la imágen de Bakugo apareció en su mente sin previo aviso, y recordó lo serio que estaba hace unos días con ella, ¿por qué era tan difícil entenderlo?. Se frenó de repente, sacudiendo su cabeza, tirandose al suelo y haciendo abdominales, flexiones, lagartijas, todo lo que se le ocurriera.

Al incorporarse, pasó su mano por su frente limpiando el sudor que caía por su rostro, y divisó a sus amigos viendola desde dentro de la escuela, en el pasillo que se dirigía hacia el comedor. Supuso que podía comer con ellos, por lo que les sonrió caminando hacia ellos, hasta que vio como Bakugo salía por la puerta, caminando furioso hacia ella, quien lo miraba con el ceño fruncido.

-¿Qué haces, imbécil?- preguntó con brusquedad al llegar a su lado, con la mirada clavada en su abdómen. La azabache bajó la mirada, encontrandose con aquella gran mancha roja en su camisa, por lo que bufó.

-No te preocupes, solo se me safó algún punto, nada que no pueda arreglar en un minuto- aseguró con una sonrisa, levantando su camisa, dejando ver las vendas manchadas con sangre.

-Tsk, ve a que te arreglen- Atenea rio divertida por su preocupación violenta.

-Ya, ya, deja de llorar.

-¡COMO SI ME IMPORTARA LO QUE LE PASA A UNA ESTÚPIDA EXTRA!- la azabache reía a carcajadas por su reacción, lo que hizo que su herida se abriera aún más y su expresión se transformara en una mueca de dolor, que el rubio llegó a notar, al preguntarse por qué había frenado esa risa que tanto le gustaba oír.

Y seguido de un "Tsk", se encaminó hacia la azabache, que lo miró sorprendida al sentir como pasaba su brazo por su espalda y la cargaba.

-¿Eh, qué...

Se frenó al darse cuenta de que el chico, que segundos antes estaba gritandole enojado, ahora la llevaba en brazos ante la mirada de todos, con el ceño fruncido, pero con expresión relajada. Se quedó en silencio, sin querer ni pelear con él para que la bajara, y sin terminar de entender qué le pasaba.

Llegaron a la enfermería, y el rubio la dejó en el suelo, desapareciendo por el pasillo bajo la mirada atenta de la chica, quien abrió la puerta luego de no verlo más.

-Buenos días- saludó, y la anciana la miró, suspirando pesado, preparandose para darle un beso como venía haciendo hace meses con ella y Midoriya.

by my side | k. bakugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora