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La azabache caminaba hacia su habitación, pero cerró sus puños con fuerza, frenando frente a la puerta de Kirishima, golpeandola, esperando que estuviera despierto. Cuando él la abrió, dejandose ver con su cabello cayendo sobre su rostro, Atenea no pudo evitar largar una carcajada.

-¿Usas gel siempre?- preguntó entre risas, mientras el chico se cruzaba de brazos, mirando ofendido a la chica.

-Cera de hombres- respondió, lo que provocó que ella volviera a reír estrepitosamente, por lo que Kaminari abrió la puerta de su habitación al lado de la del pelirrojo, reconociendo la risa de Atenea.

-Oigan, ¿qué hacen despiertos y chillando en el pasillo?- inquirió algo adormilado, por lo que la azabache recuperó la compostura, sonriendoles.

-Ah si, venía a preguntarles si querían venir conmigo a la estación, tengo que cargar gasolina y comprar comida chatarra- los chicos se adentraron en sus respectivas habitaciones velozmente, y antes de que ella pudiera quejarse por el rechazo, volvieron a salir sonrientes, Kirishima con el pelo peinado y Denki con su billetera en la mano, por lo que la azabache no pudo evitar reír. Caminaron hacia la salida del edificio, mientras el rubio no podía contener la emoción.

-Llevo esperando este momento desde la primera vez que vi esa preciosura- festejó con ojos de enamorado, refiriendose a la moto, por lo que la azabache rio, mientras el pelirrojo fruncía el ceño.

-Esperen, ¿cómo iremos los tres?- cuestionó, y la chica le hizo una seña con la mano, indicandole que no se preocupara.

-Entramos bien, ya veras.

3 doritos más tarde

-DIGANLE A MI MADRE QUE LA AMO- gritaba Denki abrazando a Kirishima con todas sus fuerzas, quien a la vez abrazaba a Atenea sin poder apretarla demasiado, temiendo por sus viejas heridas, sintiendo como reía por sus reacciones.

-¡Deja de hacer drama, ya estamos por llegar!- gritó ella en respuesta, divisando el cartel amarillo brillante a lo lejos.

-ME CAIGO, ME CAIGO- chillaba, apretandose aún más a Kirishima, quien miraba con terror el asfalto debajo de ellos, ajustando más su agarre a la chica, quien negó con la cabeza.

-¡No es mi culpa que tu pijama de bob esponja sea tan resbaladizo!- exclamó la azabache, y al llegar al destino, frenó de golpe, derrapando y haciendo que ambos chicos cayeran al piso, riendo mientras se sobaban el cuerpo adoloridos -Vamos, a la vuelta ya se van a acostumbrar- sonrió bajandose de la moto, caminando hacia las estaciones para llenar el tanque.

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-¿Qué más hay en la lista, lámpara de mesa?- preguntó la chica desde el carrito de supermercado en el que se encontraba sentada, mientras el pelirrojo la llevaba y el rubio iba agarrando las cosas de las estanterías.

-Tintura roja- los dos se giraron a ver a quien había escrito la lista, que rascaba su nuca mientras sonreía nervioso.

-Vamos, ¿realmente pensaban que este rojizo deslumbrante era natural?- cuestionó Kirishima acomodandolo con sus manos, provocando que la chica riera -En el tono 6.66, por favor- pidió al ver como el cobrizo se dirigía hacia la zona de tinturas, y ellos se quedaban atrás.

-Oye, ¿por qué...- comenzó a gritar antes de poder terminar, al haber acelerado con el carrito, corriendo entre los pasillos de aquel supermercado 24hs gigante. Reía entre gritos mientras el "pelirrojo" sonreía y se concentraba en correr, girando velozmente en las curvas, haciendo que ella gritara más fuerte, hasta que se encontraron con Kaminari nuevamente.

-Ya, Kirishima, que voy a devolver la cena, y hace rato no comía tan bien- comentó divertida, tomando la caja que le pasaba el de cabello dorado, y viendo como el rostro curioso del pelirrojo aparecía en su panorama.

-¿Tanto te gusta la comida de Bakugo?- ella abrió los ojos sorprendida, sin recordar que él había cocinado, aunque terminó por sonreír.

-La verdad es que tiene manos milagrosas- abrió los ojos de par en par, irguiendose aún dentro del carrito y apuntandolos con el dedo -Olviden que dije eso- ambos se miraron, para luego reírse a carcajadas.

-Yo sabía que había algo entre ustedes dos- aseguró Kirishima, mientras ella se bajaba del vehículo improvisado ya que se dirigían hacia la caja, mirandolo con el ceño fruncido.

-No hay nada entre nosotros dos, me divierte hacerlo enojar, eso es todo. Y bueno, éramos amigos de pequeños, así que lo conozco hace mucho tiempo- Denki, que de observador no tiene mucho, notó lo cálida que era la sonrisa de Atenea, como si recordara algo que resguardaba con cariño en un rincón de su corazón.

-¿Cómo era de pequeño?- animó a preguntar, y ella rio suave, pasando las cosas por la caja.

-Igual que ahora, pero menos malhumorado. Mucho menos malhumorado.

Terminaron de pagar y salieron afuera, mientras que el rubio seguía pensando en lo feliz que parecía la azabache siempre, aún más cuando hablaba de Bakugo, hasta que vio la motocicleta negra con detalles dorados en la entrada y su expresión se deformó en terror.

-Oh no.

by my side | k. bakugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora