XXI

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Lee conducía con su bicicleta hacia la universidad cuando paró en una cafetería llamada Wafflemeister, aquella era su favorita, preparaba los waffles más ricos que había probado y solía pasar a menudo antes de ir a la universidad, o cuando volvía de trabajar.

Estacionó su bicicleta poniéndole cadena y entró al lugar frotando sus manos por el frío que hacía afuera, y mirando el menú que estaba encima de los empleados en un gran cartel.

− Buenos días Lee. − La saludó Michael el muchacho que trabajaba ahí.

− Hola Mick, ¿Cómo estas? − lo saludó sonriente.

− Todo bien, bastante gente para ser miércoles por la mañana. − comentó entre risas.

− Ya veo. − observó el lugar, estaba repleto de gente. Le gustaba porque era una cafetería no muy concurrida cuando empezó a ir, pero con el tiempo fué ganando popularidad y se hizo más conocida en el barrio. Además de que vendían los waffles más ricos de Londres.

− ¿Lo de siempre? − preguntó mientras anotaba en una pequeña libreta. Lee asintió con su cabeza sonriente.

− Si, pero hoy quería agregar... − comenzó a mirar un mostrador con postres debajo de donde atendía Mick, mientras golpeteaba sus labios con su dedo índice pensativa. − Aquel pastel de frambuesas. − señaló con su dedo.

− Claro una buena elección para hoy, puedes esperar ahí mientras preparo tu orden para llevar. − Le sonrió.

Lee asintió con la cabeza agradecida y se dirigió a una de las mesas que estaban más cerca del mostrador. Sacó unas hojas de las que había estado estudiando recientemente, y observó que había una anotación con lapicera azul en la esquina de la hoja. Una gran sonrisa se asomó en su rostro.

" Lee es hermosa en el verano.

Lee es bonita como las flores en primavera

Lee me hace suspirar como idiota.

Te quiero, hermosa J.D"

Soltó una risita y negó con la cabeza.

Alguien entró en la cafetería llamando su atención, al sonar la campanilla de la puerta y notó que como por arte de magia se trataba de aquel jóven que le quitaba el sueño todas las noches. John entraba al local, sumido en sus pensamientos y con su mochila colgando de un hombro, supo que también tenía clase en media hora.

No se percató de su presencia, ya que había bastante gente y Lee quiso ver cuánto se tardaría hasta ver que ella estaba ahí, aguantando una risita. Vestía unos jeans acampanados, su largo y ondulado cabello caía por sus hombros y vestía una chaqueta con dos tigres a los costados. Suspiró al notar su belleza nata, su simpleza y su forma despreocupada de andar. Sus ojos verdes se paseaban por los postres del mostrador, pensativo.

Pareció notar que alguien lo observaba y alzó su mirada, al encontrarse con Lee su rostro se iluminó de una manera inexplicable. Sonrió amplio y mordió su labio inferior. Él ya sabía que aquel lugar era el favorito de la muchacha, pero no se imaginó que esa mañana estaría allí.

− ¡Lee! Hola. − sonrió acercándose a ella. Lee se paró y le dió un dulce beso en los labios.

− ¿Qué haces aquí? − preguntó sorprendida y sonriente, aún en sus brazos.

The Miracle | John DeaconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora