XXIII

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– ¿Renunciar? Pero ¿Por qué? si eras una de nuestras empleadas más jóvenes e inteligentes de aquí...

Su jefe no podía comprender el repentino cambio de interés de la muchachita. Y es que era cierto, le estaba yendo muy bien, siempre hacia buenas ventas y no tenía problema en quedarse alguna hora más para terminar de acomodar pedidos que entraban o libros que debían volver a guardar en el depósito.

Pero había estado pensando lo que John le había propuesto, y su decisión final había Sido ir. No quería perderse aquella experiencia única junto a John, la banda y las chicas. Era jóven y debía aprovechar de esas experiencias que de seguro le dejarían varias anécdotas para cuando sea mayor.

– Lo sé, y créame no es nada personal. Pero últimamente están surgiendo unos cambios en mi vida personal, y por un tiempo no voy a poder seguir viniendo... – explicó respetuosamente.

Su jefe la miró pensativo.

– Esta bien Lee, si esa es tu decisión la respeto. Pero la verdad no te aseguro que si en un tiempo quieras volver haya lugar, ya que debemos cubrir tu puesto si o si...

– Lo comprendo señor... He evaluado las consecuencias. No es algo que prefiera, solo no tenía opción. – hizo una mueca.

– Bueno. Te daremos el cheque de tu sueldo del mes por adelantado. – sacó una chequera y comenzó a escribir. – Es una verdadera lástima que nos abandones, se había creado un lindo equipo de trabajo con los demás.

– Lo sé señor. Me ha gustado mucho trabajar aquí, realmente espero poder volver algún día. – sonrió y el jefe le entregó el cheque.

– Ésto es tuyo, y felices fiestas Connor. Te deseo mucha suerte.

– Muchas gracias, en verdad. Por todo.

Estrecharon sus manos y Lee se retiró de su oficina.

Caminó algo apenada hacia la salida de la librería, echando un último vistazo hacia su lugar de trabajo. Realmente lo extrañaría, trabajar ahí no solo había Sido de lo más interesante y había ganado mucha experiencia. Sino que era divertido, los clientes eran amables y notó que realmente era algo que le gustaba y la ponía contenta, a pesar de haber ido tardes realmente exhausta o estresada por la universidad.

Volvió a su departamento con su bicicleta y algunos regalos de navidad que había comprado para su familia, y los coloco debajo de un árbol mediano que había armado en su pequeña sala.

Por otro lado, John se encontraba firmando unos papeles con la banda y uno de los productores de Ridge Farm que había viajado a Londres para completar el papeleo del proyecto.

Una vez terminaron llamó a Lee desde el teléfono de la casa de Fred para preguntarle cómo iba todo, sabía que aquel día iba a renunciar al trabajo y aquello no le sentaba del todo bien.

– ¿Hola? – oyó su dulce voz a través de la línea.

– Hola bonita, soy John. Llamaba para ver cómo iba todo.

Bien... Bueno, la verdad aún estoy algo triste. – confesó soltando una risa triste.

– No me hace feliz escucharte así, y más saber que yo soy el responsable...

No... Está bien. Es algo que yo escogí para ir contigo. – lo calmó.– También pasé por el centro comercial a hacer unas compras de navidad, pero es sorpresa.

– ¿Qué? ¿De veras? Ay Lee... No debes comprar nada.

Pero quise hacerlo. Amo hacer obsequios... Pero bueno, en general está todo bien. Ahora iba a ponerme a repasar los últimos detalles para mí examen de mañana.

The Miracle | John DeaconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora