XXVIII

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Lee llegó a la habitación con el botiquín en sus manos, John estaba temblando con escalofríos y aún tenía sudor en su frente.

– Ten, ponte éste termómetro para saber cuántos grados tienes. – le indicó Lee en una voz suave recostándose a su lado. Los demás habían salido de la habitación, dándoles privacidad a la pareja, solo estaba Brian con ellos.

– ¿Hace cuánto empezaste a sentirte así, Deaky? – preguntó Brian en un costado, parado y cruzado de brazos en una expresión de preocupación.

– No lo sé, hace unas horas supongo. – habló con una ronca voz descompensada y unos ojos adormilados. Lee lo miró entristecida y llevó una mano a su mejilla con cariño.

– ¿Te parece si tomas un baño caliente?

– No lo sé, no tengo muchas energías para volver a pararme. – se quejó haciendo una mueca.

– Está bien, te hará sentir mejor. – lo animó Brian. – estaré abajo con los demás, Lee si necesitas algo solo llámame ¿Si? – le pregunto Brian a Lee tomándola del hombro.

– Claro. Gracias Bri. – le sonrió apenada, y éste se retiró de la habitación dejándolos solos.

– ¿Qué hora es? – preguntó John. Sonaba algo confundido.

– Son como las doce, bebe ésto. – le tendió una pastilla y un vaso de agua. – Es paracetamol, te hará bien.

Lo ayudó a tomarse la pastilla, y tomó el termómetro. Al verlo indicaba que John tenía unos 38.5°C grados de fiebre.

– Cariño, estás volando de fiebre. – exclamó preocupada y volteó a verlo. – ¿Qué sientes?

– Frío, cansancio y dolor de cabeza.

– Procura tomar agua, debes mantenerte hidratado. Y veremos cómo sigues por la mañana... Yo sabía que no era buena idea ir a ese granero.

– ¿Y eso qué tiene que ver? – preguntó John confundido. – La gripe o fiebre se contrae por un virus, no por un granero.

– Justamente, John. – se sentó a su lado, dónde John ya estaba acostado con sus ojos cerrados por el cansancio. – Bebe un poco de agua.

– No tengo ganas, quiero dormir.

– Sólo bebe un poco, y luego puedes dormir. Debes beber agua, cariño. – le insistió con calidez, solo quería que siguiera los cuidados para que por la mañana con esperanza se sintiera mejor.

John volvió a incorporarse, quejándose un poco por el esfuerzo que su cuerpo debía hacer y bebió un poco más de agua. Luego se acostó nuevamente.

– No te vayas, quédate conmigo por favor. – le pidió apenado, Lee asintió con la cabeza y se acostó a su lado abrazándolo por la espalda. – Me siento pésimo. – Murmuró y Lee soltó una risita, sintiendo el aroma a su perfume desde su cabello.

– Te sentirás mejor por la mañana, y si no yo estaré aquí para cuidarte. – Lo tranquilizó mientras dejaba pequeñas caricias en su brazo, y peinaba su largo cabello hacia atrás con dulzura. John asintió con la cabeza y se relajó un poco más.

Luego de unos minutos se silencio, se asomó para verlo y notó que estaba profundamente dormido porque sus labios estaban entreabiertos y su respiración era más profunda.

Con cuidado se incorporó a tomar el vaso con agua y bajó a la cocina por más agua fresca.

Roger se encontraba allí junto a Freddie guardando los juegos de mesa.

– ¿Cómo está? – preguntó Roger al verla entrar en la cocina.

– Se siente pésimo, no se por qué le agarro fiebre de la nada. – hizo una mueca mientras lavaba el vaso. – Pero ya le di una pastilla, y le insistí que beba agua. Veremos cómo sigue por la mañana.

The Miracle | John DeaconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora