XXV

486 24 2
                                    

Una fría mañana de enero, Lee despertó por los rayos de sol que entraban con furia por la ventana iluminando toda la habitación.

Abrió sus ojos adormilada, y notó que de lejos se oían los pájaros y la brisa mover los árboles. Sonrió amplio y al voltear se encontró con la imagen más hermosa y pura que había visto jamás. John dormía boca arriba, con sus labios entreabiertos respirando tranquilamente. Su largo y ondulado cabello caía por la almohada, y una de sus manos reposaba en ésta, como si esperara a ser tomada por la mano de Lee.
Era la primera vez que ellos dormían juntos, ya que por x o por y jamás habían tenido la oportunidad.

Despertar a su lado, había sido de lo más hermoso sin pensarlo. Se dedicó unos segundos a observar su belleza natural. El era tan hermoso, se sentía demasiado enamorada del muchacho que tenía enfrente. Y no solo era hermoso por fuera, su John era hermoso por dentro, era un hombre amable, caballero y gentil. Era inteligente, y era curioso, siempre queriendo aprender algo nuevo. Era tranquilo y era perseverante. Ella se preguntaba qué había hecho para merecerlo.

Cuando menos se dió cuenta, John comenzó a despertar estirándose en su lugar y parpadeando para acostumbrar sus verdes ojos a la luz de la habitación. Al encontrar en su campo de visión a Lee, una gran sonrisa se asomó en su rostro llenando de calidez el corazón de la muchacha.

– Buenos días, princesa. – la saludó con una ronca voz adormilada. Ésta no aguanto más y bajó a besarlo lentamente.

– Buenos días, mi príncipe durmiente. – Murmuró en sus labios riendo suavemente. Y éste se separó un poco.

– ¿Me veías dormir? – preguntó curioso, y sonriente, mientras comenzaba a peinar el rubio cabello de Lee con sus dedos.

– Te veía roncar como un oso. – bromeó Lee y John abrió amplio sus ojos.

– Ay dios mío. ¿Si ronco? Qué vergüenza. – comentó apenado, y un calor subió por sus mejillas.

– No te das una idea. – siguió Lee y éste se puso más colorado aún, cubriendo su rostro con sus manos.

– Ay que pena. No sabía que roncaba, ¿Te he despertado? Lo siento...

– ¡Es broma tonto! Claro que no roncas, pero si lo hicieras aún así seguirías siendo el hombre más hermoso de éste planeta. – lo aduló riendo mientras se posicionaba encima de él a horcajadas y comenzaba a darle besos por todo el rostro.

– Tu me quieres demasiado. – comentó entre risas ante las cosquillas que los besos de Lee le daban. La tomó por el rostro y la miró completamente enamorado. – Ha sido hermoso dormir a tu lado, esperé este momento por mucho tiempo.

– Y yo. Creo que una vez que me acostumbré a esto, ya no podré volver a dormir sola jamás. – comentó apenada, mirándolo a los ojos y éste rió. Dejó un beso en su mano con ternura.

– ¿Sabes si alguien más ya despertó? ¿Quieres desayunar?

– Si quiero. Muero de hambre, ¿Vamos?

– Vamos, cariño. – sonrió y ambos se levantaron.

Hicieron la cama y tomaron ropa para ir a ducharse, por separado. La primera fue Lee por lo que bajo antes que John a la cocina.

En la cocina ya se encontraban Brian junto a Roger y Dominique desayunando.

– Buenos días. – saludó a todos sonriente.

– Buenos días Lee, ¿Cómo han dormido?

– De maravilla, creo que es el lugar más pacífico en el que he estado jamás. – confesó sirviéndose café en una taza.

The Miracle | John DeaconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora