VIII

645 42 9
                                    

John's Pov.

Desde aquel sábado algunas cosas habían cambiado. Por ejemplo, me había encontrado a mi "alumna" en el bar después de tocar con la banda, y muy descaradamente la invite a una de las típicas fiestas de Roger. Probablemente no fué lo más adecuado, y eso ya certificaba que mi trabajo como tutor se había ido por el caño. También lo supe cuando comenzamos a beber y ya estábamos bastante ebrios como para reír de cualquier tontería, y definitivamente cuando nos quedamos bailando hasta el amanecer junto a todos los demás.

Sin embargo no había ocurrido nada más que solo eso, bailar y reír como dos adolescentes toda la noche. Y a pesar de todo, me había gustado. Lee era una jóven muy linda y divertida, no podía negar que cada vez que la veía y estábamos juntos así sean cinco minutos la pasaba bien y mi mente quedaba pensando en ella por un rato - u horas - .

– Hola. – sonreí amplio al abrir la puerta y encontrarme a Lee del otro lado.

– Hola, ¿Cómo estás? – preguntó sonriente, pero la noté un poco más tímida que días atrás. Me hice a un lado para que pasara.

– De maravilla, ¿Hace calor cierto?

– No te das una idea.– rió entrando a mi casa.

La había invitado porque había terminado de arreglar su tocadiscos y quería que venga a buscarlo... Y también era una excusa para pasar tiempo con ella, porque hace dos semanas que no la veía. Ya quedaba poco tiempo de vacaciones, terminaba agosto y ya todos comenzaríamos las clases en septiembre.

– ¿Cómo has estado? Siéntate. – le señalé amable el sofá y nos sentamos ambos en él. Había prendido el aire acondicionado por lo que estaba más lindo y fresco que afuera.

– La verdad no he hecho mucho. Pero me conseguí un trabajo de medio tiempo en una librería. – comentó feliz. – ¿ Conoces esa de la calle Audley St?

– ¿La librería Mayfair? Por supuesto, he ido varias veces. Hey eso es increíble. – sonreí amplio. – ¿Cómo terminaste ahí?

– El dueño es conocido de papá, tuve suerte en eso. – hizo una mueca y asentí con la cabeza.

– Iré más seguido, solo para saludar. – comenté ella me empujó levemente.

– Moriría de vergüenza, mejor no pases.

– ¿Por qué? – pregunté entre risas.

– Después de verme bailar como una foca en celo, verme trabajar y fingiendo ser extremadamente amable con los clientes sería lo peor del mundo. – su comentario provocó que estalle en carcajadas.

– ¡Que exagerada eres Lee! Sólo quería pasar a saludar como amigo... Pero menos mal que me advertiste, ahora puede que me haya evitado que me lances con libros solo por pasar a saludar. – ella rió. ahí estaba esa sonrisa tan dulce que había extrañado ver en éstos días.

– Es broma, puedes pasar cuando quieras... Pero no puedes quedarte mucho tiempo. Tengo que hacer buena letra los primeros días. – dijo con una expresión de orgullo. Yo asentí con mi cabeza.

– Hey, tengo una sorpresa para ti.

– ¿Esa sorpresa por la cual me pediste que venga?

– Esa misma. – reí incorporándome. – pero debes cubrir tus ojos.

– Oh vamos, ¿Tan secreto es?

– Vamos, cúbrelos, así le da más suspenso.

– Está bien está bien. – suspiró y tapó sus ojos con su mano.

Yo con cuidado tomé su mano y ésto pareció sorprenderla un poco, pero no la quitó. La guié hasta mi cocina ya que la había dejado ahí para que no la vea a penas llegué.

– Bien, ya puedes abrirlos. – le indiqué.

Lee quitó su mano de sus ojos y los abrió. Al ver su tocadiscos renovado una expresión de sorpresa se apoderó de su rostro junto a una gran sonrisa.

– ¿Oh dios, lo terminaste? – preguntó mirándome.

– Así es. Ya anda como nuevo. ¡Sorpresa!

– ¡Santo cielo John, gracias gracias gracias! – saltó a darme un repentino abrazo que no esperaba. Pero que acepté rodeando su cintura con mis brazos entre risas.

– ¡No es nada! Sé que era importante para ti, perdón la tardanza es que un conocido no encontraba el repuesto del pitch y estuve batallando un poco con la palanca de nivel. – expliqué cuando ella bajó de mis brazos, su sonrisa no se borraba.

– No hay problema, de verdad no tengo palabras para agradecerte. Estoy muy feliz.

– Lo sé, tu expresión lo dice todo. – reí mirándola enternecido. Ella me miró y mordió su labio inferior.

– ¿Cuánto te debo?

– ¡Nada! Ya te lo dije.

– John es tu trabajo, por favor...

– Puedes recompensarlo dejándome poner uno de mis discos. – me encogí de hombros.

– ¿Si tienes? Yo tengo unos tres... No tengo muchos porque mis abuelos escuchaban otra música, y no compre más porque creí que no tenían arreglo... Además hoy en día ya no es tan común comprar vinilos. – asentí con la cabeza mientras la escuchaba.

– Yo tengo varios que heredé de mis padres.– expliqué mientras ella tomaba el tocadiscos y nos dirigíamos a mi sala. – puedes ponerlo ahí. – le señalé una mesita y ella hizo lo que le indiqué.

Busqué entre mis discos en la biblioteca donde también estaba repleta de libros, y tome uno de Pink Floyd.

Lo puse en el tocadiscos y efectivamente andaba espectacular. Comenzó a sonar "shine on you crazy diamond" del álbum wish you were here.

– Dios, extrañaba ese sonido único. – Murmuró Lee mientras escuchábamos la intro que era bastante larga y solo instrumental.

– Lo sé. Es uno bueno. – observé indicando la marca del tocadiscos. – Es bueno que tus abuelos te lo hayan obsequiado, hoy en día no hay muchos valoren lo que vale.

Ella sonrió y vi como se dirigía hacia su mochila para buscar algo, yo me quedé escuchando la canción mientras le bajaba un poco el volúmen para dejarlo como música de fondo y me después acerqué a ver qué hacía.

– Ten, ésto es para ti. – me entregó un regalo con una sonrisa algo tímida.

– ¿Y ésto? – pregunté confundido.

– Es un presente, por toda tu ayuda y por ésto... Mínimo debía hacerte un regalo.

– Oh Lee, no debías comprarme nada. – negué con la cabeza.

– Por favor... Es lo menos que pudo hacer por ti. – Sonrió y yo con una expresión apenada tomé el regalo. – te va a gustar. – me animó y yo solté una risita.

Al abrir el paquete supe por su tamaño que se trataba de un libro. Efectivamente cuando lo ví era un libro de tapa negra y letras doradas que decían "El retrato de Dorian Gray" y más abajo el nombre del autor Oscar Wilde.

– ¿Cómo lo recordaste? – pregunté mirándola entusiasmado. Yo le había mencionado, una de nuestras tantas clases, que me gustaba mucho Oscar Wilde. También porque ella me preguntó al ver los libros de mi biblioteca.

– Por tus libros, y una vez lo mencionaste. – Sonrió encogiéndose de hombros. Negué con la cabeza aún con mi gran sonrisa en el rostro y la abracé. Ella me correspondió el abrazo en silencio.

– Gracias, de seguro debe ser grandioso. Oscar Wilde nunca te defrauda... Pero no tenías que comprarme nada.

– Aproveché el descuento de la librería. – comentó divertida y me hizo reír. Me separé un poco y me dirigí a la biblioteca para guardar el libro.

Aquella chica me sorprendía cada día más. Y aquel libro si podía lo guardaba en una vitrina, era su primer obsequio hacia mi y me pareció una de las cosas más lindas y detallistas que alguien pudo haber hecho por mi. Me gustaba mucho Oscar Wilde, había oído de esa obra y finalmente la tenía en mi posesión.

The Miracle | John DeaconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora