Capítulo 24: Por poco
-¿Es ésta?
Decidí preguntárselo a Logan porque era él quien se encargaba de que todo estuviera hecho correctamente.
-Pues la entrada y la fachada es exactamente igual a la de la foto, y la dirección que me dieron es la misma.
-Con haber dicho que sí bastaba.
Por supuesto, Ian tenía que opinar.
-¿La habéis pagado ya?
-Sí. He pagado con la tarjeta de crédito de nuestros padres. Pagué seis meses, lo suficiente para que tengamos tiempo de encontrar alguna forma de pagarla nosotros mismos.
Era imposible de ignorar la mirada que le daba Logan a su hermano cada vez que decía "nuestros padres". Estaba claro que no se sentía como si fueran sus padres, pero nunca decía nada. Supuse que era para no herir a Abel.
-¿Alguien ve algún sitio libre para aparcar?
-Por aquí cerca no.
-Ahí.
-No se puede aparcar en esa plaza, idiota. Nos pondrían una multa antes de bajar del coche. ¿Quieres que nos pillen tan pronto?
-Estamos muy lejos. Hay más de una docena de horas en coche que nos separan de la prisión.
-Eso no quiere decir nada. Si ellos quieres, podrían tener a todos los policías del mundo buscándonos hasta debajo de las piedras con solo chasquear los dedos.
-Pero tú mismo lo dijiste. Andan cortos de personal.
-Por eso. Si tuviesen a toda la gente que había antes trabajando allí, podrían mandar un montón de agentes a buscar cerca de la penitenciaría. Pero como allí apenas tienen a gente que controle lo que pasa dentro, mucho menos pueden permitirse mandarlos fuera. Lo más probable es que ordenen a trabajadores de otros centros más pequeños con trabajadores de sobra que busquen por ellos. Y esos centros están por todas partes.
-¿Y de qué les sirve que nos busquen alrededor de todas las cárceles de la Antártida? ¿Creen que van a descubrirnos disfrazados de pingüinos?
-No, pero así les conviene más. Saben que no somos tontos, al menos, no lo suficiente para quedarnos a su alrededor tentando a la suerte. Así por lo menos tienen razones para pasarle el trabajo a los otros.
-Sigo sin entenderlo.
-Ya te lo explicaré cuando nos instalemos. Ahora mismo no tengo el espacio ni las marionetas necesarias.
-Tú sí que eres una marioneta.
-Ya basta. No empecéis otra vez. Ahora mismo tenemos que centrarnos en encontrar un sitio para aparcar y recordar cómo se vuelve.
El silencio que conseguí con esa oración duró apenas dos segundos.
-Tengo una duda.
-Dime.
- ¿Cómo es que se han permitido tener tan pocos trabajadores? Es la cárcel más protegida y segura del mundo. ¿Cómo pueden permitirse tener un fallo así?
-No lo sé. Creo que el que mejor puede responder a eso es tu hermano.
Lo miramos a él, y captó la indirecta.
-En parte, es por eso. No dejan entrar a cualquiera. Tienes que ser el mejor de tu curso. Y aunque lo seas, tienes que sacar un diez sobre diez en todos los exámenes. No te basta con ser mejor que tus compañeros. Tienes que ser prácticamente perfecto. Además, es un trabajo complicado a nivel físico. Los guardias no suelen pasar de los treinta y cinco años, y en ningún caso pueden sobrepasar los cuarenta. Realmente son muy pocos años los que puedes trabajar allí. Solo durante el tiempo que sigas estando en perfecta forma física. Por eso tantos agentes se van de golpe. Anualmente hacen pruebas para físicas para determinar si puedes seguir trabajando. Eso hace que en época de pruebas la prisión quede bastante vulnerable debido a la falta de personal, y como es tan difícil encontrar a gente suficientemente cualificada, no se pueden contratar tantos sustitutos solo para ese mes. Las personas que controlan eso son de los que prefieren elegir mil veces calidad a cantidad. Después entran los nuevos, y todo vuelve a la normalidad. Como últimamente ha habido tantas muertes misteriosas de guardias, eso ha rebajado todavía más sus defensas. Eso ha sido un problema de última hora, por lo que no creo que les haya dado tiempo a hacer nada.
ESTÁS LEYENDO
Detrás de su sonrisa
General FictionEn una prisión de máxima seguridad, el bien y el mal se confunden, destinos opuestos se solapan y el amor con el odio se revuelve. Secretos mortales, crímenes olvidados y lazos de sangre que jamás deben salir a la luz se esconden, hambrientos de san...