Capítulo 14

13 2 0
                                    

Capítulo 14: Algo que no cuadra

Cerré la carpeta de golpe, frustrada. ¿Cómo es que siempre conseguía estar un paso por delante? Y no era solo conmigo. Cuando Logan intentó matarme en esa misma sala en la que habíamos estado hablando un rato antes, él entró justo a tiempo para evitarlo. Esa es otra cuestión diferente, pero pertenece a la misma línea: consiguió evitarlo. A pesar de que eran dos contra uno (sin contarme a mí, claro. Lo único que yo habría hecho en caso de que hubiera comenzado una pelea habría sido molestar) y a pesar de que uno de ellos tenía una pistola, le hicieron caso sin necesidad de alguna amenaza o de cualquier tipo de trato. Simplemente les ordenó algo y ellos lo hicieron sin discutir ni preguntar por qué lo hacía. Lo cual no tenía nada de lógica.

El guardia que estaba con Logan ya tenía la pistola levantada y tenía a Ian en un sitio perfecto. No había ningún objeto entre ellos que pudiera interferir en la trayectoria del disparo, y estaban muy cerca. Era imposible fallar ese tiro, y aún más imposible que a Ian le diese tiempo de intentar hacer nada para evitarlo.

Habría sido totalmente imposible que Ian se vengase si estaba muerto. Y, por lo que había visto, ninguno tenía ningún problema en matarme a mí, por lo que la conciencia o el miedo a que les pillasen estaba total y absolutamente descartado.

Lo más coherente habría sido que tuviesen miedo de las consecuencias, pero eso era lo raro: tales consecuencias no existían. Todos los días había criminales que morían a mano de sus compañeros. Ninguna de las personas que estaban ahí iban a salir jamás. Absolutamente todos los presos tenían cadena perpetua. Ninguno iba a salir nunca de aquí si no era en un ataúd. Tampoco existía otro lugar al que enviarlos después de éste. Ni siquiera existía la pena de muerte. Era considerada una salida demasiado fácil. Nunca más tendrían que sufrir dolor, ni hambre, ni sed ni ningún tipo de sufrimiento. Preferían quitar de sus vidas las cosas buenas y dejar sólo el sufrimiento antes que simplemente acabar.

Muchos de ellos se acababan volviendo locos y suicidándose. No había nada después de esto. Lo más lógico habría sido que nos hubieran matado a los dos y después huyeran.

Nada de esto tenía ningún tipo de sentido, y yo estaba empezando a desesperarme por encontrar alguno.

Decidí que lo mejor que podía hacer era preguntar directamente. Lo que no sabía era a quién iba a preguntar.

Mi primer pensamiento fue dejar de intentar disimular y preguntarle directamente a él. No creía que me fuera a mentir. No estaba arrepentido de sus actos, y no consideraba que fuera algo que tenía que esconder. Sin embargo, se había deshecho de su expediente para que no lo leyera.

Aunque... quizás no lo había hecho por eso. Es decir; estaba claro que lo había hecho para que sus antecedentes fueran secretos. ¿Qué significaba eso? Significaba que quería alejar a alguien de su pasado. Lo que no sabía, era a quién.

Hasta donde yo sabía, era muy fácil que alguien pudiera robar su expediente. Ahí es donde estaba toda su información personal, no sólo sus antecedentes.

Podría ser que él los considerara una debilidad, y no quería que nadie lo leyera. En la nota no especificaba a quién iba dirigida la frase. Podría simplemente ser para cualquier persona que intentara ver su historial. Eso tenía más sentido.

Pero ese descubrimiento hacía que retrocediera. Cuando pensaba que Ian lo había hecho a propósito para que yo no lo leyera, tenía muy claro que tendría que inventar alguna excusa para que los guardias que se encargaban de ese tipo de cosas me dejasen leer una copia o algo. Ahora que cabía la posibilidad de que Ian me lo dijese directamente, ya no sabía cuál era la mejor opción.

Esto ya no era por conocer a la persona a la que le estaba confiando mi vida. Era para demostrar que podía hacerlo. Para demostrárselo a él, y para demostrármelo a mí.

Decidí que se lo preguntaría a él, y si no me lo quería decir, buscaría otra forma.

Emprendí mi camino en dirección a su celda y al cabo de unos minutos me lo encontré sentado en su cama, leyendo un libro. Cuando me oyó llegar levantó la cabeza y me miró. Esperó hasta que apoyé la espalda contra la pared y habló.

- ¿Sabes? Dicen que leer te libera la mente.

- ¿Por eso estás leyendo ahora mismo?

-En efecto. Me emociona pensar que por lo menos una parte de mí es libre.

-Que poético.

-Si tú lo dices. Aunque tengo que confesar que lo que me gusta no es el pensamiento de ser libre en sí.

- ¿Entonces qué es?

-La sensación de sentir que les he ganado. No han podido privarme de toda mi libertad, y eso me gusta.

Por supuesto.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Estás en tu derecho de hacerlo.

- ¿Por qué estás aquí?

-Porque no me dejan salir.

Puse los ojos en blanco ante sus evidentes ganas de tomarme el pelo.

-Me refiero a por qué te encerraron.

Pude ver como se debatía entre seguir contestando en broma o ponerse serio. Decidió ponerse serio.

-Robé un banco.

- ¿Sólo eso?

- ¿Te parece poco?

Bien visto.

-No, pero no es suficiente para que te metieran aquí.

-Era un banco de los grandes. Creo que un par de personas importantes murieron durante el atraco. Supongo que por eso lo consideraron suficiente para meterme aquí.

Utilizó las mismas palabras que había usado yo anteriormente con algo de diversión la voz.

-Dijiste que había sido un robo, no un atraco.

-Lo que sea. La cuestión es que intenté llevarme el dinero y me pillaron.

-Vaya. Tenía la sensación de que no eres la clase de persona a la que pueden pillar fácilmente.

-No lo soy. Ahora.

- ¿Cuándo fue eso?

-Hace un par de años. Yo tenía algunos años menos y me creía demasiado inteligente.

-Entiendo.

-Te aseguro que, si lo hiciera ahora, no me pillarían si yo no lo quisiera así.

-Me lo creo.

Sin nada más que decir, me fui.

Detrás de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora