Capítulo 15: el precio que estoy dispuesta a pagar.
Si Ian pensaba que con lo que él me había contado iba a bastar, se equivocaba. Con eso no me bastaba. Quizás sí lo hubiera hecho al principio, cuando lo único que quería era saber a quién le estaba confiando mi vida, pero ya no. Estaba subestimando mi inteligencia. Primero con la nota, y después con el relato que me había contado sobre la causa de su encierro.
Me creía la parte sobre el atraco al banco, y sus razones, pero faltaba algo. Se podía ver claramente que había algo que no me estaba contando. Sus explicaciones habían sido muy vagas, y había intentado evitar la parte violenta del delito. Él había dicho "robo", y cuando le volvía a preguntar no le quedó más remedio que cambiarlo por atraco. Me costaba creer que hubiera cometido semejante error. Él sabía perfectamente que los robos a bancos siempre se quedaban dentro de cárceles comunes, o de máxima seguridad como mucho. Todo el mundo sabía eso. Y aun así había intentado hacerme creer que ése era su delito.
Por si fuera poco, fingió que no sabía cuál era la diferencia entre un robo y un atraco. Puede que yo no la comprendiera del todo, pero podría apostar mi trabajo a que él sí. Y, hasta donde yo sabía, la diferencia estaba en la violencia que se utilizaba. No podía estar segura del todo, pero estaba firmemente convencida de que en un robo no suele haber heridos. Hasta donde yo sabía, en los robos a los bancos es necesario que no supieran que estabas ahí. En los atracos, entrabas con un arma y amenazas con disparar si no te daban el dinero. O esa era la imagen que yo tenía en mi cabeza de esos dos delitos. Quizás no era demasiado acertada.
Fuera como fuese, estaba totalmente segura de que el motivo de su renuencia a contarme el delito estaba ahí. Había mencionado la muerte de un par de personas importantes. No había querido entrar en detalles en cuanto a esas personas; ni sus nombres, ni por qué eran importantes. Nada.
Eso era demasiado sospechoso. Y era aún más sospechoso que hubiera dejado todos esos cabos sueltos. Él mismo lo había dado a entender muchas veces: Si no quería ser descubierto; no lo sería.
Era muy extraño que hubiese dejado tantos cabos sueltos, o al menos, los suficientes para que yo lo descubriera. Eso me hizo desconfiar todavía más.
Decidí que sería mejor pedir ayuda a Amy.
Ella no era para nada tonta, y supuse que podría ayudarme a decidir si pasaba al plan b: usar mi autoridad como trabajadora de la prisión; o si llevaba mi desconfianza un paso más allá y buscaba una opción alternativa.
No sabía si Amy estaría trabajando ahora, pero como no sabía en qué otro sitio podía estar, me encaminé hacia la enfermería.
Cuando llegué allí no vi a nadie, por lo que decidí preguntar en voz alta para ver si alguien me contestaba.
-Hola, ¿hay alguien aquí?
-Depende. ¿Estás herida?
Me di la vuelta a busqué a la dueña de aquella voz que ya se me estaba empezando a hacer familiar.
-Hola, Lex.
-Buenos días, Amy.
Me acerqué hasta donde estaba ella para poder hablar con normalidad.
- ¿Necesitas algo?
-La verdad es que sí. ¿Te importaría ayudarme con algo? Me estoy volviendo loca y necesito la opinión de alguien.
-Deduzco que es mi opinión la que estás pidiendo. ¿Me equivoco?
Ella siempre hablaba así. Era muy culta y bastante seria. No le gustaba presuponer nada y se lo tomaba todo bastante literal. Sabía diferenciar el sarcasmo y las bromas, pero igualmente siempre preguntaba para asegurarse.
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Detrás de su sonrisa
Ficción GeneralEn una prisión de máxima seguridad, el bien y el mal se confunden, destinos opuestos se solapan y el amor con el odio se revuelve. Secretos mortales, crímenes olvidados y lazos de sangre que jamás deben salir a la luz se esconden, hambrientos de san...