Capítulo 8

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Capítulo 8: Sola

Después de la conversación con Logan, Ian y yo nos fuimos y le dejamos solo. Durante el camino no dijo ni una palabra, y mentalmente se lo agradecí. Después de descubrir todo lo relacionado con Abel y su hermano, no sabía cómo sentirme. Desde que todo esto había empezado, siempre creí que Logan era el malo. Y ahora no sólo había descubierto que él no era el malo, sino que, en realidad, tenía una razón bastante noble para hacer todo lo que había hecho. Casi todo, al menos. Había gente inocente a la que había matado para hacer sufrir psicológicamente a Owen.

Inocente dentro de lo que cabe, claro. Si estaban aquí era porque habían hecho algo grande. Por lo que, pensándolo mejor, tal vez no era tan injusto.

De todas formas no había manera de verificar su historia.

Bueno, en realidad sí que la había, pero prefería no tener que llegar a eso.

A pesar de que pasé todo el camino de vuelta intentando encontrar alguna forma menos espinosa de hacerlo, no la encontré. De veras que lo intenté, pero por mucho que me intimidara, la única forma era preguntarle a Abel.

Si 48 horas antes hubiera tenido que preguntarle a Abel por su pasado, lo habría hecho sin mayor complicación. Habría sido cautelosa, por supuesto; pero no habría tenido que preocuparme por el temblor que ahora me recorría el cuerpo entero. Seguí andando unos cuantos pasos antes de darme cuenta de que mi acompañante silencioso se había quedado atrás.

- ¿No vienes?

- ¿A dónde?

Buena pregunta.

- A preguntarle a Abel.

No podía posponerlo por siempre. Mejor salir de eso pronto. Él pareció levemente sorprendido por mi pregunta. Se me quedó mirando un par de segundos, como esperando a que me diera cuenta de la estupidez que acababa de decir. Al final, pareció darse cuenta de que no me iba retractar.

-No creo que sea lo más conveniente.

- ¿Por qué?

Se me quedó mirando con pinta de estar un poco desorientado.

-No creo que se sienta cómodo con mi presencia. - lo dijo lentamente, como si le estuviera explicando algo complicado a un niño.

- ¿Por qué? - sabía el por qué, pero estaba demasiado asustada para ir yo sola.

Ian parecía estar agotando su paciencia. O igual se la estaba agotando yo. Eso tendría más sentido.

-Creo que podría sentirse un poco... invadido si voy yo. Según tengo entendido, se enfadó bastante cuando descubrió que tu sabías que eran hermanos antes de que lo supiera él. No creo que sea bueno para él que te hayas enterado de su pasado, y eso que eres algo parecido a una amiga para él. Imagínate si descubriera que un recluso cualquiera sabe más de su pasado que él mismo.

-Creía que la psicóloga era yo.

-Pues no lo pareces.

Lo miré ofendida.

-Al menos no una de las buenas.

- Ah, ¿sí? ¿Y por qué, según tú, no parezco buena en mi trabajo?

-Pues, obviando el hecho de que estás descuidando la salud mental de uno de tus compañeros de trabajo por una inseguridad infundada por ti misma y sin fundamento, cuéntame, ¿a cuántos reclusos has revisado desde que llevas aquí? ¿Cuántos informes has escrito? ¿Has hecho algo desde que te ascendieron, acaso?

- ¡Pues claro que he hecho cosas!

- ¿Cómo qué? - me retó.

- ¡He hecho muchas cosas! ¡He arriesgado mi vida recuperando el informe de Abel, he descubierto la causa de las muertes de esos presos y he encontrado el motivo por el que robaron la carpeta con la información sobre su pasado!

Él esperó pacientemente con los brazos cruzados y una expresión arrogante en el rostro a que terminara de gritarle.

-Enhorabuena. - el sarcasmo se desbordaba por su voz. - Has robado una carpeta con información confidencial y permitido que un recluso te la robara. Quemaste esa misma carpeta, descubriste la causa de la muerte de unos presos cuya vida no le importa a nadie y has escarbado en el pasado de dos personas que se verían muy perjudicadas si una sola palabra saliera a la luz. Y, por si fuera poco, no solo todo lo que has hecho es ilegal o carece de importancia, si no que ni siquiera habrías podido conseguir nada de eso sin mí.

Definitivamente se le había acabado la poca paciencia que le quedaba.

-Pero si voy yo sola...

-No va a pasarte nada si vas sola. - me interrumpió.

-Pero...

No me dejó acabar. Me empujó hacia la pared y me agarró del cuello. Se acabó, pensé. Finalmente he agotado su paciencia y ahora va a matarme por no dejarle en paz.

-Una patada.

- ¿Qué?

Él suspiró como estuviera verdaderamente cansado de aguantar mi escasez de neuronas.

-Si estás en peligro, dale una patada en el estómago con fuerza y sal corriendo.

Tardé un momento en entender a qué se refería. Estaba diciéndome como defenderme de Abel si de verdad se enfadaba y me atacaba. Me soltó y se dio la vuelta para irse, y cuando estaba a punto de girar en una esquina y salir de mi vista, se dio la vuelta y habló.

-Y si eso no funciona, siempre puedes patearle las bolas. No lo vas a entretener mucho tiempo, pero seguramente deje el enfado en segundo plano. Aunque si yo fuera tú saldría huyendo igualmente. Por si acaso.

Y con esa última frase, dobló la esquina y salió de mi vista.

Llegué a la habitación donde se suponía que Abel tenía que estar descansando para recuperarse de la puñalada. Estaba vacía. Él no estaba, pero tampoco estaban sus cosas ni su ropa. Busqué como una desquiciada por todas partes hasta que la doctora que lo atendió llegó junto a mí y me habló.

- ¿Puedo ayudarte?

-Sí. Busco a un guardia. Un reo lo apuñaló el otro día cuando terminaron las peleas. Se llama Abel.

La chica, que parecía ser más o menos de mi edad, pareció reconocerle.

-Ah, sí. Se fue esta mañana.

- ¿Qué? No puede ser. No han podido darle el alta tan rápido. Se van a aprovechar de eso. ¿Cuánto crees que va a durar antes que alguien note su herida y aproveche para cargárselo?

Empecé a hablar demasiado rápido para que hasta yo misma pudiera entenderme, hasta que ella me frenó.

-No lo hemos dado el alta. Se ha ido a casa. Ayer por la tarde empezó a quejarse de que le dolía y pidió que le dieran un par de semanas de baja para recuperarse.

Me preocupé inmediatamente.

- ¿En serio? ¿Tanto le dolía? ¿Está segura de que la herida no era más grave de lo que parecía? ¿Y si se le ha infectado?

Esta vez me cortó antes de que me diera tiempo a preocuparme demasiado.

-Estoy segura de que estará bien. Entre tú y yo, creo que lo que tenía era más cuento que cualquier otra cosa.

Sonará egoísta, pero eso me sentó peor que si me hubiera dicho que estaba en estado crítico. Estaba segura de que se había ido por mi culpa. Porque estaba tan enfadado conmigo que prefería irse antes que tener que verme la cara otra vez. Lo que más me dolía era no poder enfadarme con él, pues sabía que me lo merecía; y aquella sensación casi me destroza el pecho.



Detrás de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora