Capítulo 12: Precaución
Por supuesto, su inesperada respuesta sólo fue motivo de alivio durante un par de días. Enseguida mi cabeza empezó a imaginarse cosas horribles que podrían pasar. ¿Y si sus compañeros se enteraban del parentesco que lo unía con Logan? Antes ni siquiera habría pasado por mi cabeza el hecho de que alguno de los empleados de la penitenciaría sería capaz de traicionar a su propio compañero por nada del mundo. Ahora, lo raro sería que si se enteraban no intentaran hacerle la vida imposible. ¿Y si Logan se cansaba e intentaba matarlo? Él había dejado claro que todo lo que había hecho era por protegerle, pero no había manera de demostrar eso. Además, aunque así fuera, todo tiene un límite. Como Ian ya había reconocido una vez; tenían una reputación que mantener. Los guardias no eran los únicos con prejuicios, lo cual es lógico.
Era muy fácil imaginarse la posibilidad de que decidiera que su propia vida era más importante que la de Abel, y terminara por quitarlo de en medio antes de que se descubriera todo y salieran perjudicados los dos.
Tal vez en su mente eso incluso pareciera como una especie de favor: matarle antes de que todo saliera a la luz y otro se encargara de hacer el trabajo.
Y eso sin tener en cuenta la posibilidad de que volviera. Siempre estaba el peligro de que su estado no estuviera evolucionando favorablemente. No estaba segura de si todavía corría riesgo de que se le infectase la herida o ya estaría lo suficientemente cicatrizada, pero estaba segura de que si no se la había estado cuidando desde un principio era muy posible que ya estuviera enfermo por culpa de alguna bacteria que se hubiera colado dentro de su organismo aprovechando esa grieta en sus defensas.
Todo esto suponiendo que las palabras que había en su carta fueran honestas. ¿Y si sólo las había escrito para que me quedara tranquila y no volviera darle la lata hasta que volviera? ¿Y si ni siquiera planeaba volver?
No había contado con eso hasta que me di cuenta de la realidad. Si alguna de las cosas que he enumerado anteriormente se hacía realidad, nunca más volvería a verle. Había estado en las razones por las que podría no volver, pero no en el efecto que tendría en la realidad.
Todo lo que había hecho Logan por protegerle no habría servido de nada. Abel nunca se enteraría de las razones que le habían llevado a atacarle. Viviría el resto de su vida pensando que el único familiar de sangre directo no se había contentado con destrozar su familia y hacer que trabajara de algo que no le gustaba, sino que también le había apuñalado sin razón.
No podía permitir eso. Si no volvía pronto yo misma me encargaría de buscarlo y hacer que volviera. Si no lo conseguía, por lo menos haría que escuchara toda la historia.
Empecé a pensar como encontraría la forma de ir hasta donde estuviera él para hacerle entrar en razón, cuando algo de sentido común entró en mi cerebro y me di una bofetada mental a mí misma.
Estaba empezando a imaginarme cosas que seguramente jamás pasarían. Si había dicho que volvería pronto, tenía que confiar en que lo haría. No podía dejarme llevar por mis sentimientos. Tenía que mantener la mente fría como fuera.
Mientras tanto, tenía que aceptar mi nuevo entorno. Lo sentía como una derrota; como si no me quedara más remedio que rendirme y dejar escapar el pasado. Pero las cosas habían cambiado, y tenía que adaptarme a los cambios o quedarme atrás y ver como todo evolucionaba a mi alrededor y yo me quedaba atrás viviendo en el pasado.
Porque, aunque todo volviera a ser igual que antes, no sería igual. No podía cambiar la evolución del odio entre carceleros y encarcelados, que cada vez era más palpable. No podía volver el tiempo atrás y evitar enterarme de las cosas que Abel no quería que nadie supiese. Tampoco podía evitar haber conocido a Amy, Ian y Logan. Y, a decir verdad, tampoco quería. Era algo nuevo, pero era bueno. Era el tipo de cosas que podrían haberme parecido el entorno ideal si hubiera sido lo primero que me hubiera encontrado al cambiar el ambiente habitual de mi antiguo trabajo.
Por eso lo mejor era centrarme en las cosas buenas que había ahora, por si acaso las del pasado no volvían.
Y el primer paso, era investigar. Puede que me costase un poco darme cuenta de algunas cosas que para otros resultaban obvias, pero no era tonta. Y tampoco era ingenua. Si mi nueva persona de confianza iba a ser un criminal, tenía que saber por qué estaba allí encerrado.
Pero no podía preguntarle directamente. En parte, porque tendría que escarbar entre bromas pesadas y comentarios sarcásticos para enterarme de la historia; y en parte porque no podía obligarle a decírmelo.
Y si él no me lo decía, tendría que averiguarlo hurgando en su informe. Eso no me daba miedo, ya que hice lo mismo con el de Abel. Lo que dificultaba esa operación era el hecho de que si él ya sabía que quería averiguar por qué lo habían condenado, encontraría la forma de no hacérmelo tan fácil.
Por lo cual, algo del principio seguiría estando ahí. Mi afición por arriesgar mi vida entrometiéndome en la vida de los demás.
Solo esperaba que no pasara lo mismo que con Abel.
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Detrás de su sonrisa
Ficção GeralEn una prisión de máxima seguridad, el bien y el mal se confunden, destinos opuestos se solapan y el amor con el odio se revuelve. Secretos mortales, crímenes olvidados y lazos de sangre que jamás deben salir a la luz se esconden, hambrientos de san...