Capítulo 6

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Cuando la función de la película acabó, con varios aplausos — mayormente de niños y pocos, aunque reticentes pero presentes, de padres o acompañantes de turno — Nathalie no pudo contener la sonrisa que amenazaba con partirle el rostro en dos. Ni siquiera la seguidilla de interrupciones que había hecho durante el largometraje con el fin de tener alguna conversación a base de mensaje de texto con Stacy, opacaba la sensación de calidez que la embargaba en ese momento. Aún cuando la fea cabeza del fatalismo no dejaba de sacar a relucir que no debía de ser tan ingenua como para pensar que podía eludir un problema a futuro, creía que debía de mantenerse ocupada en cosas más importante y no en la atención de los imprevistos que podrían aparecer de un momento a otro.

No obstante, a pesar de la horrible cara de la vacilación que oscurecía tan bonito momento cada cierto rato, se obligó a mantenerse atenta y tranquila y disfrutar lo que más pudiera el momento junto a Adrien. Cuya pasión, en ese instante, estaba apartada de actuar como un pequeño caballerito resuelto y cortes a comportarse como lo que exactamente era: un niño de seis años, con suficiente emoción en el cuerpo como para no dejar de parlotear y gesticular para hacer énfasis en lo que quería decir, casi como si temiera no ser escuchado o, de plano, tuviera miedo de ser ignorado.

Una punzada de dolor le atenazó el corazón a Nathalie, junto con algo... algo parecido al odio o, más bien, al desdén. No por aquel niño, claro estaba, sino más bien por el padre de éste. Cuyas cualidades más destacables eran la de ser un desagradable insensible, tanto o más, como un ser terriblemente duro con un niño a quién presionaba hasta al cansancio y, junto a ello, le seguía de cerca la tremenda arrogancia que precedía su apellido.

Una vez, no mucho tiempo después de haber llegado a la mansión, había presenciado un desafortunado episodio que había dejado una pequeña marca en la imagen que tenía sobre su jefe. La primera de muchas, le disgustaba recordar. Donde, la niñera del momento; una señora entrada en edad pero bastante afable y calificada, le estaba señalando las cualidades que el pequeño niño tenía a tan temprana edad.

—¡Debe hacer más! — había exclamado Gabriel severamente —. A esta altura, debería saber lo básico de francés ¿Es qué acaso es estúpido?

El pequeño, que se mantenía aferrado a las faldas de su niñera, comenzó a temblar ante la falta de contención y los gritos de su padre.

—¡Es demasiado pequeño! — había saltado a la salvaguarda la señora Pebbles, cuya redondo rostro se sonrojó hasta rozar el escarlata —. ¡Solo es un pequeño! Es uno de los chicos más brillantes que he criado, no puede pasar por alto aquello.

—Ya debería haber memorizado un idioma completo o, cuando mucho, debería hablar con fluidez. — escupió Gabriel enardecido con las palabras de la nana Pebbles.

—Solo tiene cuatro años — repitió la niñera con convicción, conteniendo la cólera que despertaba ese hombre de voz imponente y mirada fría—. Es pequeño, pero muy inteligente. Ha aprendido a escribir y leer. Y, le aseguro, que en mis treinta años como niñera, ningún niño ha aprendido a escribir tan rápido como el joven Adrien.

—Eso es insuficiente— había seguido Gabriel, sin tomar atención en lo absoluto a las palabras de la niñera —. Cualquiera sabe que leer lo pueden hacer todos los niños, ¡Es un Agreste! Debería hacer más que eso a su edad.

Había levantado el dedo lleno de gesto adusto, algo violento, pero sobre todo lleno de orgullo.

Nathalie, que debía mantenerse ajena a la conversación y que no era nada más que mera espectadora, estaba tensa y helada en la entrada del cuarto, con la mirada posada en la escena y sintiendo como su atribulado corazón no hacía más que estremecerse y romperse al ver las lágrimas en el rostro de ese niño. Era demasiado cobarde para actuar en ese entonces y era nueva en esa casa, así que no tenía mucho que opinar o decir y no pudo más que mantenerse al margen de la visita imprevisible que Gabriel había hecho al cuarto del pequeño.

Lo que él diga [Gabrinath | AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora