Capítulo 8

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Nathalie vio su reflejo en el espejo del baño. Evitó mirarse a los ojos y, en cambio, tomó atención a las pesadas ojeras que marcaban claro cansancio y a la falta de color de sus mejillas. Incluso el cabello negro se le veía opaco. Tan apagado como su ánimo. Se lavó las manos, las secó con una pequeña toalla y luego quitó la goma de su cabello que lo sostenía en una coleta baja. Lo peinó como pudo con los dedos antes de volver a sostenerlo y forzó una sonrisa, demasiado plástica como para parecer natural, pero lo suficientemente estable para no derrumbarse al salir de la habitación y ver al niño de brillantes ojos verdes que se encontraba durmiendo. Entonces, dejó de sonreír al darse cuenta que él seguía descansando. Dejó que el peso sobre sus hombros se multiplicara, mientras se acercaba a la cama de Adrien y se sentaba en la orilla para observar cómo descansaba. En un rato tenía que marcharse de ese lugar y ni siquiera había encontrado las palabras correctas para decirle la verdad. ¿Cómo, siquiera, encontraría la fuerza necesaria? Acababa de decirle que lo amaba, después de tanto tiempo conteniendo ese sentimiento. Y ahora tendría que abandonarlo...

Apretó los labios con fuerza cuando la angustia mezclada con inconfundible rabia le estremeció el corazón. El nudo en su garganta se apretó e incluso tragar se le hizo complicado. Las lágrimas picaban sus ojos y la imagen del niño que tanto quería pronto se volvió difusa.

—¿Nate...?

El susurro femenino la hizo parpadear. Un par de lágrimas recorrieron sus mejillas y Nathalie, que no quería que la vieran tan vulnerable, ocultó el rostro y se las limpio con rapidez. Aclaró la garganta y forzó una sonrisita que ni siquiera le tocó la craquelada alma.

—¿Pasa algo? — indagó con voz suave, volviendo el rostro para mirar a Stacy.

La encargada de la cocina, cuya personalidad tan pizpireta y carismática había hecho sentir bien a Nathalie mientras se mantenía en ese lugar, la miró repleta de preocupación.

—Te traje algo de beber — musitó y le acercó una taza de té. Nathalie lo aceptó con un pequeño asentimiento, pues ya ni siquiera le quedaban fuerzas para contestar —. ¿Cómo se encuentra? ¿Qué ha dicho el médico?

Nathalie se tomó un segundo para tomar un sorbo y rodear la taza con las manos. Estaba tan fría que ni siquiera el calor del brebaje a través de la cerámica se sintió bien.

Stacy se quedó de pie observándola, al igual que al niño que yacía tranquilo en la cama.

—Recetó reposo y una dieta blanda por siete días. La incorporación de alimentos en su dieta normal deberá ser paulatina luego de que la semana concluya — se inclinó para dejar la taza sobre la mesita de noche de Adrien y volvió a su lugar —. Le ha administrado antieméticos, por lo que se ha mantenido estable hasta ahora. También tomó una muestra de sangre y los resultados serán enviados durante la tarde. Recomendó llamarlo si había dudas y, en caso de complicación, debe asistir a la clínica de inmediato.

—Entiendo... — respondió bajito.

Ambas cayeron en un silencio bastante pesado. Tal vez por la misma melancolía de Nathalie o simplemente por la preocupación de Stacy.

—¿Ha... — comenzó la frase pero se detuvo cuando la voz le falló. Inspiró profundamente para poder continuar — ha dicho algo más el señor Agreste?

—Solo lo que te informó Dante cuando llegó el médico, Nathalie. No ha salido del despacho durante toda mañana — dijo Stacy con voz suave, casi con lástima.

Nathalie asintió, aliviada un poco. Aunque la tensión en sus hombros no había disminuido desde que Dante, hace aproximadamente hora y media atrás, había ido a notificarle que su salario de los últimos días estaba listo en su cuenta bancaria y que su despido estaba tramitado. También, con la seriedad habitual que el jefe de seguridad siempre mostraba, le hizo saber que tenía hasta el mediodía para estar en la mansión y que luego de ello tenía orden explícitas de sacarla. Lo último lo había dicho son los ojos claros rebosantes de lástima, a pesar del tono gutural de su voz. Nathalie solo había asentido, comprendiendo la situación y prometiendo que no complicaría las cosas. Sobre todo porque no iba a dejar que Gabriel se regocijara en el hecho que la echaran a patadas y, sobre todo, no iba a dejarle una imagen dolorosa e incomprensible a Adrien si venía a sacarla a la fuerza.

Lo que él diga [Gabrinath | AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora