Capítulo 16

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Al día siguiente, Nathalie se dirigió a primera hora de la mañana a la mansión.

No había dormido demasiado, pero el entusiasmo y decisión corrían por sus torrentes desbordados de café. La determinación colgaba sobre su cabeza y, en medio de sus brazos, llevaba varias sentencias que hacían que su rostro se cubriera con una sonrisa. Cuando llegó a la cocina, Stacy y Rose ya estaban en sus puestos de trabajo y, al verla, la joven chica de pelo rosa y rostro de ninfa, sonrío alegre.

—Buenos días, Nate — saludó entusiasmada.

—Buenos días, Rose, Stacy — sonrió y asintió para ambas.

La mujer mayor apenas alzó la mirada para responder y siguió cortando fruta. Su gesto adusto, nada habitual en ella, la sorprendió, sobre todo por la frialdad de su saludo. Miró a Rosita en busca de alguna explicación, pero ella estaba igual de pasmada por la reacción de Stacy, así que sólo pudo ofrecerle un encogimiento de hombros.

Nathalie, que no soportó demasiado aquel desprecio silencioso, le hizo una sutil señal con la cabeza a Rose en dirección a la puerta y la joven chica captó el mensaje al vuelo.

—Creo que iré a ver si Adrien ya está listo para desayunar — anunció y salió detrás de la encimera.

No había dado más de dos pasos cuando Stacy bajó el cuchillo y dijo:

—No te molestes — su voz fría y dura, detuvo el escape de Rose —. Yo iré a ver cómo está, tú termina de preparar el desayuno.

—Pero...

—Y revisa el pan en el horno — mandó la señora, sin apiadarse, mientras se secaba las manos en el mandil y se acercaba a la salida sin siquiera mirarlas —. Los huevos tienen que estar listos. Y el té. Debes preparar un buen té cuando vuelva.

—Stacy — dijo Nathalie con suavidad, haciendo que ella se detuviera a pocos pasos—. ¿Podrías quedarte? Me gustaría comentarte algo.

—Puedes decírmelo después, ahora estoy ocupada.

Nathalie abrió la boca, pero Stacy ya se había marchado. Miró la entrada lateral de la cocina con desazón, ayer no la había visto y ahora, al parecer, estaba terriblemente molesta. No recordaba haberla ofendido, pero aún así le preocupaba.

—Oye...

La voz de Rose la hizo parpadear y volver a mirarla.

—No te preocupes, sea lo que sea por lo que este de malhumor, se le pasará.

—¿Lleva así toda la mañana?

Rose abrió y cerró la boca y su rostro pareció avergonzado cuando juntó los labios y meneó la cabeza.

Nathalie suspiró profundo.

—Entonces está molesta conmigo... — musitó, desviando nuevamente la mirada al umbral.

—Tal vez solo sea otra cosa. Quizá solo está preocupada por otras cosas... — animó Rose en voz suave —. No le des importancia. Se le pasará.

Nathalie presionó una sonrisa y miró a la joven chica, antes de asentir.

—Tienes razón, se le pasará...

—Claro — Rose sonrió más animada —. ¿Y qué haces aquí a esta hora? No me malinterpretes, no sabes como te he extrañado. Ayer igual me sorprendió verte y fue bueno — hizo un mohín con los labios, mientras pasaba la fruta que Stacy había troceado a un plato —. Pero, ya sabes — sacudió la cabeza de una lado al otro, vacilante —, como terminaron de mal las cosas...

—Tengo algunos asuntos que tratar aquí — respondió de manera vaga y, para cambiar el tema con rapidez, agregó—: ¿Sabes si el señor Agreste ha vuelto de su carrera matutina?

Lo que él diga [Gabrinath | AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora