Lovely Wish ~» Genshin Impact +18

𝒦𝒶ℯ𝓎𝒶

[Sentimientos hacia el capitán]

Al ingresar a los caballeros de favonius, debías tener tres cosas presentes muy importantes; la primera era la caballerosidad, responsabilidad y respeto con la que debías trabajar; la segunda era siempre estar al pendiente de las acciones de la pequeña klee y la última pero no por eso menos importante, nunca aceptar algún juego por parte del capitán Kaeya Alberich.

Tan pronto como ingreso, había sido advertida de lo bien que se le daba a Kaeya ganar en todos los pequeños juegos que proponía y lo poco moral que era al castigar a los perdedores. Por supuesto ella no estaba atemorizada, no le interesaban los juegos de Kaeya, de hecho, no le interesaba el capitán.

Desde que había sido una niña, había sido educada para siempre ser una persona responsable y no quitar la vista de sus objetivos. Su educación había sido rigurosa y conocía bien la clase de persona que resultaba ser Kaeya. Aún cuando desconfiaba de su personalidad particularmente jovial, aún lo respetaba como su superior. No desacato ni una sola de las órdenes de Kaeya, es más, hacía un trabajo impecable. Aún cuando no tenía una visión particularmente llamativa y fuerte, había logrado destacarse por su gran habilidad al usarla.

Estaba completamente segura de que se había advertido a si misma de todo lo relacionado con el capitán de caballería, que había hecho un trabajo impecable digno del conocimiento de jean, pero a los ojos de Kaeya no era más que un aburrido número más; así estaba bien, mientras no llamara su atención. Desconocía entonces, la razón del porque ahora en ese momento estaba siendo víctima de uno de los castigos de Kaeya, no, de hecho, se preguntaba porque era la tercera vez que se encontraba en esa situación.

-Con esto ya son dos minutos. -Se agachó y puso su dedo en la mitad de su espalda, luego hizo presión y el cuerpo de la mujer cayó al suelo en los poco centímetros que se encontraba. -Terminaste tu castigo.

Se levanto, sacudiéndose el mugre que tenía en la ropa y suspiro cuando sintió sus brazos entumecidos. La había mantenido dos minutos en plancha, sin dejar de mirar en ningún momento cada movimiento que hacía.