Lovely Wish ~» Genshin Impact +18

𝗫𝗶𝗮𝗼 [2]

//Aclaración: Xiao realmente tiene 200 años, es decir que para el momento de la guerra de los arcontes, Xiao aun no había nacido. Pero ese dato lo pase por alto, así que en esta historia, Xiao podría tener mas de 2000 años. Por favor no me maten unu//

Las cortinas se mecían tranquilamente, al compás del viento que iba y venía de la terraza abierta. Sus pies, tocaron suavemente el borde del balcón, deslizándose hasta que estuvo completamente sobre el suelo. Cuidadosamente, levantó su lanza para que la punta no tocará el suelo. Camino hasta que estuvo a la par de la cama. El cuerpo tranquila de una mujer, descansaba con tanta tranquilidad, su respiración era profunda y larga, sus ojos estaban completamente cerrados. Acercó su mano, para remover los mechones traviesos que se iban posando sobre su cara. Sus dedos bajaron hasta que estuvo acunando su mejilla sobre su palma, cálida, incluso a través de la tela de sus guantes. Entonces, mientras miraba la parsimonia en el rostro ajeno, ambos ojos se fueron abriendo poco a poco.

-¿Xiao? -Pregunto la voz adormilada. El peliverde, dispuesto a retirar la mano, se vio sorprendido cuando la mejilla femenina hizo presión contra la palma. -Me alegra que estés aquí... Xiao. -Estaba adormilada, por ello pensó que estaba siendo tan inconsciente al decirle todas esas cosas, aunque no podía negar que no sentía calidez de solo escucharla hablar.

-Perdón por despertarte... -Se arrodilló en el suelo, alejando su mano del rostro femenino, para ahora apretar con dulzura la mano de t/n.

-No te preocupes... Estas algo frío... -Hablo empezando a sentir el contacto diferente de temperaturas. Se hizo a un lado de la cama, para darle un poco de espacio, levantó la cobija y se hizo a un lado. -Ven y duerme conmigo.

Xiao, bajo su mirada para ver el espacio vacío. Frunció levemente el seño, intentando ocultar la vergüenza que empezaba a crecer en su estómago, por supuesto, no era una vergüenza escandalosa, por lo mejor ya no era así.

-Ya hablamos sobre esto antes... No podemos dormir en la misma cama. -T/N, no hizo esfuerzo en levantarse, acostada desde su lugar, le miró con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Pero solo puedes dormir bien cuando estás conmigo, aparte, se que no has estado descansando por estar matando demonios... Ven. -Le dio una palmadita de invitación sobre la superficie suave, Xiao, miro su mano y luego su cara, las veces que fuese suficiente para convencerse de que no estaba haciendo mal. Por supuesto, ella tenía razón. No necesariamente necesitaba dormir, pero cuando lo hacía a su lado, todas las pesadillas se esparcían y se borraban como si nunca hubiesen existido. Sabía bien que era algo que la ponía muy orgullosa, y cuando algo la ponía de ese modo, simplemente no podía decirle no.

Se deshizo de los incómodos zapatos y de las partes peligrosas de su ropa, escondiéndose dentro de la cobija. El calor corporal de t/n y el de la cama, ya pronto empezaban a calentar su frío cuerpo. Se aseguró de acomodarse bien, antes de ver a t/n quién miraba atentamente sus movimientos. Tenía los ojos un poco hinchados y el cabello algo desordenado, pero eran pequeñeces sin importancia cuando veía sus labios, finos en una sonrisa cálida y algo adormilada. Cuando hacía memoria, recordaba que la diosa de las flores también le sonrió así el día que la conoció, ese día también tenía frío y no había podido dormir mucho tiempo, las alas le crujían dolorosamente, fue su calidez la que le salvó y ahora, era salvada por el fragmento de su alma que sobrevivió. Cuando un dios moría, podía causar una explosión en área y su alma podía fragmentarse, no era común que quedara siquiera un mínimo rastro de aquello que alguna vez lo completo, pero al parecer, ante sus ojos tenía una excepción. No eran exactamente iguales físicamente, pero en ambas veía la bondad que desprendían. De los ojos tiernos, no podía ver más que ese brillo amable... No era ella, pero alguna vez lo fue, no seguía a su lado por eso exactamente y ciertamente es que se acercó por ese motivo, sin embargo, la soledad que le iba golpeando se fue marchitando cuando ella apareció.