La tía Ebony.

13 2 2
                                    

Nícolas desdichado Mortensen era mi nuevo nombre, desperté cubierto por las sábanas a las 6 de la mañana a causa de una frenética tos que me impedía respirar bien, sentía que me estaba ahogando con algún tipo de líquido en la garganta cuando se encendió la luz, Maximilián estaba hincado a mi lado con su cara preocupada y pálida del susto, llamó a su abuela y lo último que supe es que subimos a su camioneta con dificultad, volví a despertar de un sueño profundo y oscuro, esta vez estaba tendido en una camilla en el hospital con dos pares de ojos fijos en mí, yo usaba la bata típica del lugar mientras que Sarah y el doctor Razvan me observaban con atención.

- ¿Cómo te sientes? -me dijo la mujer mostrando preocupación.

- ¿Qué me pasó? -pregunté ignorándola adrede.

- Tuviste una falla respiratoria -habló Razvan, ya nos conocíamos hace años pero seguía existiendo ese respeto mutuo que estaba más basado en la incomodidad- ¿Por qué le mentiste a tu madre?, pudimos evitar todo este episodio con seguimiento pero no estabas en tu casa.

- Me quedé con Maxi, mi amigo. Sarah no estaba en casa -reproché.

- Nícolas, no mientas más, estaba preocupada -y entorné los ojos ante el espectáculo de una sola mujer, damas y caballeros: Sarah Alison Larter.

- ¿Me dirán qué pasa?, ¿Qué debo tomar ahora para evitar esto? -dije ya harto.

- Se te perforó un pulmón -dijo como si nada el hombre- tendrás que reposar en casa con asistencia, sólo puedes levantarte al baño, Nícolas... aún así, eso ya sanó -demonios- pero las porfirias han aumentado su número, está atacando tu sistema respiratorio muy rápido, hoy te quedarás en observación, creo que es lo mejor, yo mismo me quedaré en el turno de la noche por si necesitas algo.

¿Un pulmón?, eso sonaba muy grave, pero no lograba sentir mucho ya que probablemente estaba anestesiado.

- Gracias Razvan -dijo con la voz aguda Sarah, cómo lo idolatraba- yo me encargaré de que tome sus medicinas siempre -me miró- agradece que los abuelos de Maxi tienen automóvil, sino no estarías vivo.

- ¡Dime cómo cambiaría la situación si hubiese estado en casa, Sarah! -la enfrenté- ya estaría bajo tierra, tú jamás estás.

- Nícolas Mortensen -habló entre dientes- yo me parto la espalda para darte lo mejor, tú ni si quiera puedes trabajar, pero jamás te ha faltado algo ¿O sí?

- Si el que me falte algo significa que podré pasar tiempo con la mujer que me dio la vida, quizás no quiera tus malditas cosas -refunfuñe.

- No te alteres -me habló Razvan nuevamente- ahora te haré unos exámenes muy agotadores así que trata de relajarte, perdiste bastante sangre así que estarás débil varias horas.

- ¿Y cómo pasó? -le dije- sólo dormía, eso no sucede con frecuencia.

- Bueno Nícolas, eso no le pasa a la gente sana, pero tú estás en una situación delicada y comienzo a sospechar que la porfiria no es tu única condición.

- ¿Sospechar?, eres mi médico desde hace años -me enderecé- ¿Y no sabes?

Razvan tomó una jeringa con una aguja gruesa y me sacó sangre sin avisar, ésta se veía más oscura que de costumbre, luego me revisó con su estetoscopio haciéndome respirar profundo y ahí fue cuando sentí una punzada, ¿Cómo es que se me perforó un pulmón y sigo estable?

- Deja de preocuparte, te puedes lastimar.

Salieron ambos de la oficina y sentí la mirada de dolor en los ojos de mi madre al retirarse, pero nada de lo que dije era mentira ¿Por qué no podía ponerse en mi lugar?, desde hacía ya varios años, inclusive antes de mudarnos permanecía ausente. Sentí que alguien golpeó la puerta muy despacio y Maxi se asomó con sus ojos rojizos y su cabello desaliñado, aún estaba en pillama.

El Reino de Morte (l)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora