Málfaga.

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Esa noche soñé cosas extrañas que prefería olvidar, no podía evitar pensar en la locura que estaba a punto de cometer, no es que fuese un buen peleador, tenía mis momentos de buena suerte y ya, pero esto era serio y ya estaba planteado, no podía retractarme ¿O sí?, era impropio de un rey y eso es lo que soy, el rey de Morte, ni más ni menos, un híbrido con sed de sangre y eso bastaría para ganar la batalla contra la reina Mircea, tenía nombre de señora así que probablemente era como la reina Isabel de Inglaterra, un soplido y la vencería... aunque la reina Isabel sigue viva con casi un siglo de antigüedad y todos la respetan, por algo debía ser, ¿Debía tomarle de ejemplo?, los presidentes suelen ser corruptos y autoritarios, yo quería establecer nuevas normas sin pasar a llevar a los demás.

Desperté siendo abrazado por Sedric y con la mano de Maxi en mi cara, era una pesadilla dormir con los seres más afectuosos de Transilvania, ambos disfrutaban del contacto físico, ¿Pero yo?, prefería las muestras de cariño con distancia y cautela, intenté salir del manojo de idiotas removiéndome pero no despertaban, así que me transformé en demonio, mi fuerza aumentaba a más del doble, me escabullí con cuidado y me escondí en el borde de la cama en cuclillas al lado de Maxi, esperé unos segundos y me asomé gruñendo, lo único que escuché fue su grito llenando el cuarto.

- ¡Santa Macarena, demonio del demonio! -exclamó sentándose de golpe y Sedric le imitó, ambos estaban muy despeinados.

- ¿Quién es Santa Macarena? -reí hasta caer sentado.

- ¡¿Qué estás haciendo?!, ¿Y si muero del susto? -me enfrentó.

- Sería una muerte épica.

- ¿Quieres ver una muerte épica? -se levantó y se tiró sobre mí.

- ¡Maxi, puedo lastimarte! -grité riendo, sintiendo sus pellizcos.

- ¿Es una amenaza? -dijo golpeándome el estómago, pero hacía cosquillas.

- Ya bájate, me hago pipí.

- Te harás otra cosa si me sigues molestando, Mortensen -se quitó de encima.

- El hecho de que estén tan contentos hoy me perturba -dijo adormilado Sedric pestañeando con lentitud.

- Despertó el señor abrazos -le dijo el castaño.

- ¿Qué? -le miró.

- Desperté hace unas horas y no soltabas a Nicky.

- Tú tampoco me soltabas, cabeza hueca -le reclamé.

- Por tu seguridad, ¿Te imaginas eres sonámbulo?

- No jodas, tú eres el sonámbulo, ¿Recuerdas cuando hablaste dormido?, te conté al día siguiente, no parabas de decir "Marta Stewart" entre sueños -me burlé.

- Ella no sólo iba a reparar mi casa, Nícolas, iba a reparar mi vida -se ofendió.

- Alistémonos para hoy -me senté en la cama.

- Esperemos que todo salga bien -suspiró Maxi sentándose conmigo.

- No hay que perder la esperanza, si son demonios podré controlarlos...

- Bueno, eso creo, es decir, has entrenado y todo eso, pero no los conocemos.

- Nícolas puede contra ellos, además... nos tiene a nosotros -comentó el rubio.

- Habla por ti, yo no sé pelear -se rió el castaño.

- Algo sé -le sonrió Sedric aún medio dormido.

Sonaba "crushcrushcrush" de Paramore, Sedric se desvistió sin más y se puso un pantalón deportivo, holgado pero ajustado en los tobillos, una camiseta blanca sin mangas y una sudadera negra con un pitbull dibujado en el frente, se puso su anillo de calaveras, su collar de triángulo y zapatillas bajas útiles para correr; Maxi se puso unos jeans doblando la parte de abajo para dejarlos como pescadores, sus zapatillas rojas con caña alta y una camiseta de mangas largas con perritos estampados, luego se abrigó con un chaleco que su abuela le tejió, era de varios colores, amarillo, café, naranja... por mi parte debía ser práctico y vestirme con lo que mejor me quedara siendo un demonio, pero mi ropa no era lo suficientemente grande, me vestí con pantalones negros y una camisa blanca traslúcida que me quedaba larga, parecía un pirata de novelas románticas, me puse a revisar entre las cosas que ya habíamos traído y encontré un abrigo de Sedric, era negro con muchos bolsillos y tenía un gorro con pelitos amarillentos, ni si quiera se lo pedí, intenté ponerme zapatos pero no me quedaban en ese estado así que me quedé descalzo, que martirio, me puse mi anillo de ranitas y la manopla en la otra mano, Maxi recordó usar su collar con la muela.

El Reino de Morte (l)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora