Gólgota me tomó del antebrazo bruscamente y comenzó a arrastrarme por el suelo como si fuese un cadáver, mi padre parecía disfrutar del espectáculo a pesar de mis gritos y quejidos, yo sentía como mi piel se raspaba y ardía a causa de las piedras del camino así que trataba de resistirme, tras nosotros iban Cayce y Mefisto siguiéndonos el paso, estaba oscureciendo y sólo asomaba un poco de luz de luna, ¡Pero si recién había amanecido!, el monstruo me levantó y con su mano libre abrió una rejilla que provenía del suelo, pronto me dejó caer, fueron como dos o tres metros de altura y dolió como el infierno, sentí como mis manos azotaron el piso de piedra y tierra.
- ¡¿Qué hacen?! -grité hacia arriba levantándome.
- Lo siento demonio -dijo Gólgota asomándose.
- ¡Liberen a los Catabólicos! -exclamó Anthony.
- ¡¿Los qué?! -exclamé mirando al rededor.
- Oh, no te preocupes Nícolas, son sólo un grupo de demonios que cazan humanos -mierda, mierda, ¡Mierda!
- ¡¿Me quieres matar?!
- Tú no eres humano hijo, sólo van a conocerte.
Escuché el rechinido de una puerta abrirse, sentía cómo vibraba el suelo, de verdad quería llorar y se me cortaba la respiración, lo admito, no soy el ser más valiente en la tierra, más bien soy de los más cobardes, pero era un sitio horrible, el suelo estaba lleno de hojas, era como una cárcel subterránea muy oscura y no lograba ver qué había al rededor, de pronto sentí enormes pisadas en las cercanías, con la poca luz que entraba por unas rejillas vi algo tenebroso, tres bestias horripilantes, tenían enormes cuernos, enormes dientes y enormes brazos fornidos, ni si quiera tenían ojos, uno de ellos abrió la boca dejando ver tres lenguas puntiagudas en su interior, iba a morir en un segundo.
¿Por qué no hice cosas geniales en mi vida?, debí quedarme arriba y ser un reconocido doctor, las bestias tenían pezuñas en las patas traseras y bastante pelo en las piernas, como si fuesen sátiros pero mucho más aterradores, me olfateaban intensamente pero no me atacaban aún. Uno de ellos se me abalanzó e intentó morderme, con la poca fuerza que tenía lo sujeté de los hombros intentando apartarlo, sentía que se me salía el corazón otra vez, sus mordiscos sonaban con fuerza al chocar sus dientes y veía volar su saliva frente a mi cara.
- ¡Ayuda! -grité, pero nadie bajó.
Los otros dos parecían estar atentos, pero no se movían, empujé al que tenía encima hacia el suelo y logré zafarme, sentí como mi cara ardía del miedo, luego mi boca empezó a doler, como si algo me cortara por dentro, me sacudí para intentar calmarme, pero mi mandíbula se abrió por los lados y con mis dedos toqué mis dientes sintiendo su nuevo filo, ahora si estaba aterrado, bueno, siempre lo estuve. El Sátiro se tiró nuevamente hacia mí pero me sentía más capaz de detenerlo, con una mano tomé su cuello y sin mayor esfuerzo clavé mis dedos en él, entonces otro se tiró dando un grito como si de la guerra se tratase, ¡No podía contra dos!, claro que no... liberé mi otra mano aun sujetando el cuello del primero y empujé al segundo hacia atrás, era sorprendente cómo salió disparado, ¡Era súper fuerte!
- ¡Ayuda, maldita sea! -grité nuevamente.
Sentí como tres lenguas saboreaban mi brazo y me dio un escalofrío, el tercero estaba ahí ¿Mirando?, no tienen ojos, estaba obedeciendo órdenes, el maldito de Anthony los controlaba a su antojo, sentí cómo la ira se esparcía por mi cuerpo como la sangre fluyendo por mis venas y tiré lejos a los dos demonios que se me abalanzaban con una fuerza realmente inhumana así que fui por el tercero, corrí hacia él y este respondió, me mordió el brazo con mucha fuerza, sentí como si me enterraran clavos y grité para evadir el dolor, luego yo lo mordí instintivamente en el cuello, gruñó como un oso herido y alguien abrió la rejilla, así que sin pensarlo salté hacia arriba, eso fue muy increíble, salté dos o tres metros sin impulso previo, miré a mí al rededor viendo como Anthony sonreía como idiota y Cayce observaba todo en silencio, pronto miré mis manos llenas de sangre, tenía enormes garras negras y una herida gigante con todos los dientes del sátiro marcados en mi piel que se tornaba rojiza y púrpura a la vez.
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El Reino de Morte (l)
ParanormalPodía sentir que me miraban varios pares de ojos blancos y redondos que brillaban como diez lunas en mi ventana, me seguían a dónde fuera y entonces mi médico dijo que era posible que tuviese un cuadro de paranoia, le creí hasta que mi amigo escuchó...