Un juicio y una muela.

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Creo que todos hemos llegado a un punto en nuestras vidas en donde nos preguntamos "¿Cómo llegué aquí?", una noche estás en tu cama intentando guardar el calor bajo las sábanas, escuchando los sonidos de la calle bajo la luz de algún poste y pronto ya estás bajo el agua siendo sumergido por un demonio gigante y siendo coronado como el rey de los subnormales.

- ¿Qué dijo? -pregunté escupiendo el agua que había entrado a mi boca y pestañeando frenéticamente como una caricatura.

- Rey -repitió Barkai.

- ¡Cayce te equivocaste! -le grité.

- ¡No, Nícolas! -me dijo a la distancia.

Vi cómo cambiaba la cara de Anthony, su sonrisa desapareció en cuestión de segundos y su mirada me alertó, iba a tomar su apariencia demoniaca, fue un espectáculo aterrador, él levitó unos segundos por la ira y se dirigió a la bruja mostrándole sus colmillos como un perro rabioso, sus ojos se tornaron blancos y estaban a punto de salirse de sus cuencas, vi como tensaba la mandíbula y se le enfrentaba.

- ¡¿Cómo osas a faltarme el respeto de esta forma??, ¡Gata asquerosa! -gritó colérico.

- No he sido yo, su sangre ha hablado, Mortensen -dijo sin expresión.

- ¿Alguien sería tan amable de explicarme qué pasa? -pregunté temeroso.

- ¡Me ha desterrado, Nícolas! -exclamó mi padre- ¡Ya no soy rey, soy un demonio más!

- Así es, ya no tienes poder aquí, cuando la sangre de Nícolas conectó con la mía pude verlo, sus ojos negros son los de un alfa, nació para dirigir el reino él solo, ¡Tú sólo nos trajiste desgracias! -le reclamó Cayce.

- ¡La desgracia que traje ahora será el rey!, ¡Tú misma me has restregado mi error diecisiete años! ¿Y ahora lo coronas? -exclamó él- Has condenado a todo Morte a causa de tus caprichos, un semi mortal no puede dirigir tropas, cacerías ni mucho menos un pueblo.

- El error que cometiste fue dejarlo ir, yo también me he sorprendido, Anthony. Nícolas es más poderoso que tú, mientras antes lo aceptes la calma recorrerá tu cuerpo.

- ¡Eso es imposible, es un niño!, ni si quiera sabe cómo tomar su apariencia humana.

- Preguntémosle a Lucifer qué piensa -sugirió molesta la gata.

- Exacto, pregúntale y ve cómo te castiga, maldita harpía.

- Nícolas, traza un cerno -me ordenó ella.

- ¿Qué es eso? -dije confundido.

- Ni si quiera sabe qué es un maldito cerno -se quejaba mi padre.

- No importa, lo aprenderá, porque el niño no es testarudo como su padre. Lo haré yo misma.

- ¡Te has condenado sola!, ¡Él será tu perdición! -gritó mi padre- ¡Él y los mortales que le siguen!

Cayce cerró los ojos y en el suelo comenzó a dibujarse un círculo negro, en el centro se dibujó también una estrella de cinco puntas perfecta, en menos de un minuto se encendió en llamas y desde el humo asomó una figura difusa de color rojo, era como en las caricaturas del diablo, alas oscuras. cachos y garras, ojos amarillos y enormes, tenía dientes filosos, no podía creer que eso era Lucifer.

- ¡Leviatán! -exclamó Anthony haciendo una reverencia y lo imité, seguía empapado y mi cabello se pegó a mi cara.

- Lucifer no tiene tiempo para juntas no programadas -dijo algo molesto- me envió porque fue Cayce quien lo solicitó, así que estoy aquí en su nombre, los escucho -su voz era agraciada y calma.

El Reino de Morte (l)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora