cuarenta y cuatro

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Hoy ha venido un autor a hablarnos de su libro.

Déjame decirte que me he puesto a llorar como una idiota cuando ha acabado de hablar y mientras salía de la sala, Quinn me ha tenido que acompañar.

Y ahí estabas tú, en la puerta, mirándome, pero sin expresión en el rostro.

Tocaba francés, así que nadie estaba en medio del patio, donde estabas tú.

Vincenc:
Minna, ¿estás bien? Ven aquí.

Me envolviste con los brazos, y durante ese momento me sentí protegida, calmada y tranquila.

Minna:
Sí, estoy bien, no es nada.

Y entonces tu querida Maureen apareció, apartándome de tu lado y abrazándote y besándote, como hacía siempre.

Entonces empecé a andar hacia el edificio donde dábamos francés, sola y cabreada.

Pero al momento te noté detrás de mí.

Cubriste mis hombros con tu brazo y besaste mi frente después de haber besado los labios de Maureen.

Aparté tu brazo de mí de nuevo, como hice el día anterior.

Si no te das cuenta de que algo va mal, es que eres idiota, Vincenc.

Vincenc GambelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora