Capítulo 44.

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—Harry, no es-

—No mientas.— Le interrumpí. No podía escucharla decir más mentiras cuando yo mismo lo vi y escuché. —No me mientas.

—No lo hago.— Argumentó y ahora parecía molesta. —Me cayó mal la comida.

—Ah ¿En serio?— No estaba de humor para sus tonterías.

—Sí.


Sin mirarme, ella paso por mi costado y de su bolso sacó un cepillo de dientes y una pequeña pasta dental. Empezó a cepillar sus dientes y eso solo hizo que apretará la mandíbula. Quería gritarle y zarandearla por los hombros. Al momento que terminó, guardo el cepillo y la pasta con una lentitud extrema. No sé si lo hace por molestarme o porque solo ella tiene ganas de hacer eso.


—¿Ya terminaste?— Pregunté y el mal humor se podía notar hasta mis poros.


Ella no me respondió, sólo empezó a acomodar su cabello y mirar su rostro para ver si hay un rastro de maquillaje corrido. Finalmente, ella agarro su bolso y salió del baño y yo la seguí pisando sus talones y maldiciendo en voz baja. Apenas llegamos hasta donde estaban sus padres, yo agarre la cintura de Rose y la apegue a mi cuerpo.


—Nos tendrán que disculpar pero tenemos que irnos.— Sonreí para que crean en mi mentira. Sentía la mirada de Rose en mi pero la ignore. —Rose no se siente muy bien y pensaba llevarla a su casa para que no se empeore.

—¿Estás bien, cariño?— El papá de Rose se acercó a ella y tocó su frente.

—La comida me cayó mal.— La mamá de Rose rió y yo gruñí bajo.


Los tres la miramos y ella alzó la mirada y se encogió de hombros.


—Lo siento, me acabo de acordar algo gracioso.

—No es momento para bromas, Clarissa.— Dijo su padre y ella borro la sonrisa de su rostro.

—Tienes razón.— Se acercó a Rose y le dio un abrazo. —Espero que te recuperes ¿sí? No quiero tener que venir de nuevo solo porque estas en un hospital.— Beso su mejilla y se acercó a mí. —Te dije que era verdad.— Susurro bajo para que solo yo la escuche. —Adiós, Harry. Fue un gusto hablar contigo.

—Igualmente.— Respondí aunque no sentía nada por esa mujer fría.

—Te espero en el auto, amor.— Murmuro antes de caminar hacia la salida.


El papá de Rose se demoró un poco más en despedirse de ella, y acordaron en verse antes de que ellos se vayan, que es en tres días más. Yo tenía una sonrisa falsa en mi rostro para demostrar que estaba bien, feliz y hasta un poco preocupado por el supuesto resfriado que tiene Rose, pero por dentro me estaba muriendo de rabia. No le hablé en todo el camino hacia el carro y menos cuando manejaba. Apretaba más mis manos en el volante cada vez que recordaba la escena del baño en mi mente. Lo peor de todo es que ella se veía muy tranquila mirando la ventana, ella no se daba cuenta de las consecuencias.


—Este no es camino a mi casa.— Murmuro ella después de mucho tiempo de silencio entre los dos.

—Es porque no estamos yendo a tu casa, sino a la mía.

—¿Por qué?

—Tenemos que hablar.

The Proposal. {h.s}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora