Capítulo 12

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Recomendación de canción: That girl - Kenzie Cait

Durante meses evité estar sola o en silencio, pues la idea de la soledad se me hacía amarga e intolerable

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Durante meses evité estar sola o en silencio, pues la idea de la soledad se me hacía amarga e intolerable. Cada vez que me veía envuelta en la oscuridad de la noche, la recopilación de pensamientos y emociones me atacaba de una forma increíble.

Llegue al punto donde ya no lloraba, y no necesitaba escribir en diarios o buscar sus fotos, saber de él ya parecía algo tonto y a pesar de admitir que hice mal en muchas cosas, decidí perdonarme.

Antes de que terminara, muchos meses antes, había estado lentamente alejándome, buscando cada excusa para marcharme, esperando que hiciera algo más que abriera mis ojos y me obligara a huir.

Huir.

Pero había escuchado toda la vida que huir es de cobardes, enfrentar es de valientes y nunca hay una línea en medio.

Ya había agotado mis chances, cansado a mis amigas. Yo misma había dañado todo tipo de consuelo. Estaba exhausta, así que cuando llegó el cinco de julio, sabía que no soportaría más

Una discusión nueva había tenido oportunidad días atrás, habíamos propuesto, sin falta que hablaríamos. Aclararíamos las cosas, trataríamos. Una parte de mi tenía fe, tenía fe en él, en la ilusa fantasía de que por arte de magia esta milésima vez sería la vencida.

Estuve esperando todo el día.

Le llamé, la voz de varias personas inundaban la línea telefónica.

-¿Qué pasó? ahorita te llamo que estoy ocupado.

Ocupado.

Risas de fondo.

Siempre estaba ocupado.

No me dio tiempo de parpadear, mi cerebro trabajaba a una velocidad que me sorprendía. Uniendo pedacitos de cada experiencia, trayendo el peso de dos años en mis hombros y hundiéndome.

-¿...de verdad?

Seguían los murmullos, las risas, el sonido, la música.

Las carcajadas que se sentían como burlas directas hacia mi, en forma de cuchillos que se clavaban directo donde mi corazón debería estar, donde ya no quedaba nada.

-¡No te pongas así! Estoy en el carro con mi familia, ya te llamo.

No dure ni un segundo. -Vete a la mierda.

Valentía.

Había sido cobarde, había sido valiente. Era ambas al mismo tiempo, tenía miedo pero podía contra todo. Yo sabía, que sin importar lo que me arrojaran a la cara podría levantarme. Había olvidado quién era, y por ende deje que otra persona me moldeara a su manera.

Pasó por mi mente que mi reacción fue exagerada. Pero por más que lo analicé, llegué a la conclusión que no fue así.

No lo fue cuando había estipulado que de ese día no podía pasar nuestra conversación, no lo fue cuando me prometieron palabras, no lo fue cuando no fui prioridad, no lo fue cuando no se molestó en devolver la llamada. Cuando no tuvo ni un impulso de avisarme. No lo fue cuando solo fui una cosa más que hacer cuando estaba aburrido. No lo fue cuando sus propias mentiras se apilaban como escombros.

R U Í N ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora