Capítulo 9

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Recomendación de canción: Love is The Devil - Natalie Jane

Me pasé toda la película pensando en Meza y en como su mirada a veces verde, a veces avellana se había clavado en mi

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Me pasé toda la película pensando en Meza y en como su mirada a veces verde, a veces avellana se había clavado en mi.

No presté mucha atención al film, sólo era consciente de qué Jonathan estaba ahí a mi lado con su palma extendida hacia arriba, como esperando a que yo entrelazara mis dedos con los suyos.

Claro está... no lo hice.

El transcurso de los meses y los pensamientos de toda una semana, me habían transformado en alguien reacia, reacia al contacto físico o la atención masculina, y se lo adjudicaba al moreno, desarrollé una costumbre a él, y aunque tomé una decisión, igual sentía mi cuerpo vacío si alguien más me tocaba, así fuera el más mínimo roce.

A pesar de ser un buen chico, veía a Jonathan y no sentía nada, no había una montaña rusa de emociones, tampoco la tranquilidad que sientes al estar con alguien que te genera paz, simplemente generaba un vacío y ya de esos tenía bastantes.

Ver a Meza aumentó mi tristeza, y era inesperado, pues no creía que eso era posible.

-¿Estás bien? -Le había mirado confundida, pues pensaba que estaba disimulando muy bien mi falta de atención.

-Sí, todo está bien. Me gusta mucho la película.

Él sonrió sin insistir luego, y eso me dió alivio.

Cuando terminó el film y las luces se encendieron, la verdad no sabía nada de lo que había pasado, mi atención estuvo dividida en tantas cosas que ver los créditos fue un shock. ¿Había pasado dos horas viendo a la nada? Aparentemente si.

Me sentí mal por Jonathan, seguro estaba incómodisimo por mi culpa.

-¿Quieres ir por un helado antes de irnos? Creo que hay tiendas abiertas aún.

Pasmada, me quede con la boca semi abierta, no esperaba que quisiera seguir pasando el rato conmigo, sin embargo si seguía un minuto más ahí, sabiendo que podría encontrarme con mi él, no podría con mi ansiedad.

-En realidad me duele el estómago... me gustaría ir a casa y descansar.

Los ojos azules del chico se abrieron bastante en impresión. -¿De verdad? ¿Segura que puedes conducir? Si quieres te llevo y luego vienes por tu auto. No deberías ir así sola.

Negué. -Puedo ir en auto, tranquilo.

Jonathan no me presionó, y la caminata hacia el estacionamiento fue silenciosa, aprecié el silencio agradecida de haber venido en mi carro.

No tener que soportar muchos más minutos al lado de Jonathan era tranquilizante, él había sido un caballero, muy atento y se veía que sus intenciones eran buenas pero no era lo que yo quería. Y estaba demasiado abrumada.

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