Capítulo 21

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-No puedes tener eso. -Me dice, con un gesto de superioridad. -No es posible que seas lo primero en todo, no en la vida de alguien.

Me acomodo en la cama, sentada, viéndole de la misma forma que siempre, como si él no supiera de lo que habla. Meza tenía esta actitud de sabelotodo y al final terminábamos debatiendo incansablemente.

-Claro que puedo. -Trato de evitar concentrarme en cómo gira los ojos por fastidio. Impulsando su cuerpo hasta estar a mi altura. -Bien mira, tú mismo has dicho mil veces que te he marcado de formas que otra persona no ha podido ¿cierto?

-Si...

-Bueno, he sido la primera persona con la que has tendido ese sentimiento.

A pesar de todo, está atento.

...-No quiero ser necesariamente la primera persona, hay miles de cosas que he vivido antes que ahora se sienten como nuevas, como primeras. Eso quiero, ser una prioridad, quiero ser el primer amor tan real de alguien, no hablo de la primera novia o el primer te amo. Hablo de la primera persona que te haga experimentar amor verdadero.

Se queda callado, mirándome de una forma que no se descifrar. Y es que él suele ser así, permanece en silencio cuando no tiene más argumentos, cuando sabe que le he ganado en nuestro pequeño intercambio.

Me encojo de hombros, antes de dejar ir el tema. -Conozco mi forma de amar, sé que es posible, sé lo que merezco.

Por un momento sus ojos pierden el brillo, como si recordara algo, ausente. Gira el rostro pero le atraigo, colocando una mano en su mejilla, arreglando los rizos castaños que caen. El contraste entre su quijada, el canela y mi extremidad pálida me fascinaba. Sus ojos ahora oscuros por la falta de luz en la habitación, lucían nublados.

Nublados por los fantasmas de su pasado. Las memorias que nuestra charla trajo a su mente. Y entonces frunzo el ceño, dejando que mi mano caiga, perdiendo el contacto.

Se estaba cerrando a mí, tal vez era el hecho de que no creía ser capaz de darme aquello, o la idea de que estaba hablando de un futuro donde no parecía estar incluido, sea lo que fuera, se mantuvo esquivo. Levantándose de la cama apenas, dándome la espalda para entrar al baño, tomando la conversación como finalizada.

Parte de mi se preguntó en ese momento, si tal vez mi destino también era ser un recuerdo distante.

Uno que compartiera con otra persona.

Uno que le obligara a distanciarse.

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