Capítulo 11

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Recomendación de canción: Red flag - Natalie Jane

Casi nunca tomaba café, era más una chica de bebidas frías o tés

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Casi nunca tomaba café, era más una chica de bebidas frías o tés. Y aunque ni la cafeína lograra despertarme, necesitaba engañar a mi cerebro con algo caliente, sugestionando que podía contra el día que ni siquiera había comenzado y las reuniones que no podía posponer.

Parecía que los manuscritos se habían reproducido en mi ausencia, docenas de papeles descansaban en mi escritorio, y algunos otros documentos en mi tableta electrónica. Todos esperando por ser revisados.

Hoy era la reunión con los guionistas que necesitaban asesoría. Y decir que estaba ansiosa era poco, quería saber que adaptación tomaría los cines. Aun así mi entusiasmo se veía nublado por mi falta de sueño y el humor nada alegre, todo gracias a los últimos eventos.

Desde que le di la espalda a Meza, pelee con mi madre y básicamente lloré todo el fin de semana. No me sentía con ánimos de nada. Aunque debía camiar el semblante, practicar una sonrisa y recibir a los guionistas como si fueran mis invitados más preciados.

Masajee mis sienes, el dolor de cabeza no se iba por más que luchara.

Dos toquesitos en la puerta de madera me hicieron levantar la vista y dar de lleno con Jonathan.

Casi grito, aunque claro esta, lo hice internamente. Se le veia sonriente, proyectaba la imagen propia de un golden retrevier o un labrador por su cabello oscuro. -¡Buenos días! -Soltó, feliz.

Me tomo todo mi esfuerzo no rodar los ojos.

Quise en ese momento que la tierra me absorbiera e usara de abono.

-Buen día. -Respondí apenas.

Se que estaba siendo maleducada, pero no tengo la suficiente fuerza física para aparentar que soy un ser humano funcional y decente.

Al menos no por hoy.

Jonathan frunce el ceño, cerrando la puerta detrás de él -sin preguntar- se acerca para examinar mi rostro, por sobre el escritorio, toma mi cabeza en ambas manos, cada palma en mis pómulos, observando desde esa posición hasta el último de mis poros.

Ni siquiera se como reaccionar más que parpadeando.

Me arrepiento de no haber usado un corrector de ojeras fuerte, y ya que estamos en arrepentimientos... también me gustaría no haber salido con él, porque la aproximación de ahora nunca la había tenido antes y me incomodaba demasiado.

-No has dormido nada. -Declara, su mirada es desaprobatoria y...¿Preocupada? ¡Oh dios, no!

Me aparto un poco pero él lo toma como ocasión perfecta para acariciar su pulgar por mi mejilla, en el instante justo en el que la puerta de mi oficina vuelve abrirse sin previo aviso y en el marco de la puerta se encuentra nada más que mi asistente, dos personas que asumo son los guionistas y... Meza.

R U Í N ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora