Medievales ; scarzzie.

2°

Scarlett.

-Un placer, señora Arnett. - Murmuré con una sonrisa. - Señor Jost.

-Ma'am Johansson. - Contestó el padre de mi prometido. - Un placer tener a la heredera de los viñedos mas importantes de todo Grave green. - Murmura. - Sobretodo sí es prometida del orgullo de ésta familia.

Robert observó a su padrastro con un odio que le carcomia la mirada, pude notar como Elizabeth acariciaba su brazo para calmarlo con su delicada mano.

Ella notó que la observaba y por dos segundos su mirada se cruzó con la mía provocando un calor abrumador en mi cuerpo completo.

-Tal vez las damas deseen hacerse amigas. - Murmura Margareth Arnett - Jost. - Señoritas, acompañenme, dejemos a los caballeros hablar de negocios.

Levanta su vestido para caminar, tras ella va Elizabeth con la mirada fija en sus pasos, esperando no equivocarse.

Camino siguiendo a ambas mujeres, a nuestras espaldas un grupo de sirvientas desfilan en un compás casi mitológico, tan idílico que pareciera que tardaron años en aprender a ser lo que son.

Una de las sirvientas tropieza y derrama un poco de jugo en Elizabeth.

-Lo lamento, yo... Disculpe, señora Arnett.

Elizabeth niega repetidas veces ante las súplicas de la muchacha y toma su mano ayudándola a levantarse.

-No te preocupes, fue un accidente, a cualquiera puede ocurrirle. - Murmura ella.

Margareth no se ve tan convencida, lo noto en la forma que mira a Elizabeth... Ambas cruzan miradas y noto como la mujer de cabellos castaños se siente intimidada.

-Elizabeth va a cambiarte, no puedes ser esposa de mi hijo y utilizar ropa manchada. - Espeta. - Es suficiente tener una sangre sucia en la familia como para también soportar ésta clase de humillaciones.

Elizabeth sólo observa el suelo bastante callada, mi instinto me dice que debería defenderla.

Mi instinto es de las cosas más horrorosas que me han podido regalar, sin embargo... No me queda de otra.

-Creo que no es forma de tratarnos entre señoras.-Murmuro.- Más sí seremos familia, en el caso de ustedes ya lo son.

-Voy a cambiarme. - Habla Elizabeth rápidamente.

-Iré con ella. ¿Dónde nos encontraremos? - Pregunto y Margareth sonríe.

-Tienes carácter, me gustas más que ésta. - Mira con desdén la figura delgada de Elizabeth que se aleja. - Nos veremos en la casona al inicio de la pradera.

Asentí y me giré caminando tras Elizabeth, estoy segura de que sabe que estoy siguiéndole, sin embargo no quiere voltear a verme.

Llega hasta una habitación y no cierra la puerta, hice una buena deducción. Ella sabía que caminaba tras sus pasos.

-¿Puedo pasar? - Murmuré tocando la puerta de madera barnizada.

-Adelante. Necesito ayuda con el corsé. ¿Podrías soltarlo por mí en la parte trasera? - Murmura poniéndose de espaldas a mí.

Me acerqué lentamente con mi corazón latiendo de formas alarmantes.

Desaté el nudo de su vestido permitiendo que éste caiga lentamente por sus hombros dejando descubierta la piel de sus hombros y parte de su espalda.

Ella soltó los nudos delanteros de su corsé ajustado, la ayudé con la parte trasera y lo dejó caer al suelo. Resonó por toda la habitación debido a su tamaño, noté como su cuerpo se relajaba lentamente.