Medievales ; scarzzie.

16°

Scarlett.

Elizabeth ha tenido una tarde desagradable debido a los mareos que ha presentado. Está descansando debido al dolor de cabeza.

Joseph vino con buenas noticias, aparentemente Robert envió una carta informando que sus 'negocios' junto a ma'am Margareth tardarían más tiempo. Eso nos dio esperanza en muchos sentidos...

-Creo que podría reconocer al pequeño bajo mi apellido, ya que mi amada Balbina no puede debido a su edad. - Murmuró Joseph. - Y Elizabeth no debería reconocerlo... O Robert tendrá dominio sobre el niño.

-Joseph no sé como podríamos agradecerte.

-Dejándome ser parte de la vida del niño. Toda la vida he anhelado un hijo... Supongo que una figura paterna ha de necesitar... - Murmuró apenado. - Prometo... Comportarme a la altura de dos damas.

Balbina ha sonreído con orgullo al ver a Joseph y oírlo decir eso.

-Joseph. Me enorgulleces totalmente... Sabía que algún día se te acomodaría el pensamiento.

He reído por lo bajo ante eso y Joseph me ha observado con detenimiento y ha sonreído.

Balbina ha sido llamada por Elizabeth y se ha levantado excusándose.

-Te ves linda sonriendo, Scarlett. No quiero sonar irrespetuoso, pero sin duda alguna... Estás preciosa. - Murmuró.

-Muchas gracias, Joseph... - Sonreí. - Tú también te ves muy atractivo y varonil con ese color. Te sienta.

Él sonrió y suspiró bebiendo de su té.

-¿Todo va bien por aquí, no? - Asiento lentamente. - Me alegra eso... Tu hijo... ¿También? - Preguntó.

-Aparentemente es nuestro. - Murmuré. - Un niño con dos madres y un padre... La iglesia caería en pedazos.

-Caerá algún día, probablemente sí nos hubiésemos casado. - Murmuro mientras sonreía.

-Hubiese sido así, hubiesen llovido ranas. - Sonreí.

Ambos charlamos miemtras que reíamos recordando nuestras primeras y dos únicas citas antes del compromiso.

Joseph siempre fue muy caballero conmigo, sin embargo era un imbecil altanero como cualquier hombre bien acomodado.

Creo que algo ha cambiado en él, está hablando conmigo sobre proyectos comunitarios que desea presentar para ayudar a las familias de sitios más marginales.

-Scarlett... - Murmuró la voz gastada de Elizabeth. - ¿Puede ayudarme? No me siento bien.

La vi tomar su cabeza y me acerqué con rapidez. Joseph también me ayudó y salimos unos segundos a tomar aire con ella.

Elizabeth lucía algo molesta por la cercanía de Joseph.

Sonreí como una tonta enamorada ante eso. Sí Elizabeth notara todo el amor que siento por ella... El que ha de ponerse celoso es Dios, ya que nadie jamás sería tan devoto de el como yo lo soy de Elizabeth.

Se sentó en la mecedora y yo a su lado en un banco, acaricié su mano y la besé con suavidad.

Joseph apartó la mirada algo incómodo.

-Queridas damas... Iré a ver a los animales. - Murmuró Joseph antes de quitarse el saco y alejarse.

-No me gusta como la mira, Joseph. - Murmuró Elizabeth.

-¿Por qué?

-Porque usted es mía y...

-Yo soy tuya y aún así me tratas como a una extraña... He recorrido tu piel de sol a sombra... He amado cada rincón de tu cuerpo y aún así... Soy soy la señora. - Murmuré.