22°

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Scarlett.

[PLAY: Two men in love - the irrepressibles / Chaotic theme - the irrepressibles]

He oído voces ir y venir durante varios días, no sé cuantos... El cansancio es notorio, a duras penas respiro, me duele el pecho... Tal vez mis órganos están colapsando, tal vez solamente es el hambre y la falta de agua...

Joseph no ha venido, pero pued9 escuchar a Robert y Margareth insultarme desde la reja de en frente.

Un calabozo frío y tosco, eso es lo que me dieron por amar...

Robert ha dicho que he sido estúpida al entregarme... No me he entregado, han ido a por mí... Ellos sabían... Ellos tenían claro que yo estaría allí... Alguien nos delató, y Jonas ha pagado para cuidar a Elizabeth y Joseph.

Elizabeth... Lo único que me mantiene con vida es poder verla antes de que acaben con mi vida, necesito verla... Necesito... Sentirla por última vez... No importa sí no puedo besarla, sólo tocar su mano... Eso sería suficiente para mí.

Un roce de sus dedos delgados con los míos... Ver sus ojos verdes y brillantes antes de morir... Decirle que la amo con la mirada... Y disculparme sobre Cobie para irme en paz.

Me levanté con la poca fuerza que conservaba y me apoyé contra la pared de ladrillo.

Elizabeth apareció frente a los barrotes acompañada de Joseph, han abierto la puerta y he visto como se arrodillaban a mi lado, ambos asustados.

Elizabeth tomó mi mano y sonreí.

-Elizabeth... - Susurré. - Elizabeth...

Ella asintió con lentitud y pude ver sus ojos llenos de lágrimas que continuaban escurriendo por sus mejillas.

-¿Por qué lo hiciste? - Preguntó sollozando. - ¿Por qué? Debías esperar...

-No fui... Yo... Pero me lo merezco.

-¿De qué hablas? - Preguntó Joseph.

-Alguien... Sabía. - Murmuré. - Dieron aviso.

-No, es imposible. Sólo mi padre y yo sabíamos de la existencia de aquella casa...

-Sí no haz sido tu...

-Voy a matarlo. - Gruñó Joseph frustrado.

-¿Con quién han dejado a Balbina? - Pregunté preocupada.

-Con Jonas. - Dijo Elizabeth temblorosa.

Oh, mi Dios.

Él quiere deshacerse todos nosotros...

-¿Theo? ¿Dónde está Theo?

-En casa con las sirvientas. - Dijo Joseph. - ¿Crees que le haga algo?

-Lo hará... Deben irse.

-Joseph. - Dijo rápidamente Elizabeth. - Ve, ve por él y Balbina. - Murmuró. - Luego ven por mí... Es peligroso.

-No puedo dejarlas solas, debo firmar la sentencia de muerte...

-Hazlo... Yo sólo quería verla por última vez... - Susurré. - Y ya está hecho...

Acaricié el rostro de Elizabeth y ella me besó rápidamente sobre los labios, cerré los ojos ante el contacto estremecedor que me brindaba el calor de su boca temerosa y mía... Al fin mía.

-Te amo... - Susurré pegando mi frente a la suya y ella mantuvo sus labios en mis heridas.

De pronto los golpes, heridas y cortes ya no dolían, ya nada sangraba. ¿Será el amor tan puro que puede reparar cada herida de la piel? La piel... Algo tan externo y simple... El amor algo tan profundo y complejo...

-La amo, señora Johansson... Con toda mi alma... Tanto que quema... Usted quema en lo más profundo de mi ser.

Elizabeth sollozó uniendo sus labios nuevamente a los míos con desesperación.

-No puedo dejarte ir... - Sollozó. - No puedo... No voy a permitir que suceda.

-Debes hacerlo... Está bien... Estarás bien. - Murmuré y una tos me hizo perder el aliento por completo.

-Levántate, querida... - Susurró nerviosa.

Joseph besó nuestros cabellos y salió de la celda con rapidez.

-No puedo levantarme... Mi cuerpo duele...

-¿Te golpearon? ¿Éstos cerdos inmundos te han hecho daño? - Preguntó levantándose.

-No hagas nada estúpido, querida... Por favor, por mí... No hagas nada, no quiero que te metas en asuntos turbios.

-Scarlett... - Susurró. - Iré por agua... Limpiaré tus heridas.

La veo irse y vuelvo a dejar caer mi cabeza contra la helada pared tras mi espalda. No puedo mantenerme alzada por mucho... Ésto duele, duele mucho.

Ni siquiera sé donde comienza en dolor y donde acaba... Sólo sé que duele.

-Te van a matar... Por manchada, y a ella deberían matarla también... - Gruñó Robert desde la celda del frente. - Vas a morir.

-Tú... También. - Me burlé. - Mayor ha de ser el castigo de quien en su vida castigó.

-Génesis, 1;27...-Comenzó y yo reí mientras me sostenía el abdomen.

-Aquél de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Juan, 8:7. - Me reí. - Sí alguien ha de juzgarme, no ha de ser un pecador.

-Yo no he pecado, he amado a una mujer.

-Tu madre. - Sonreí. - No creo que a nuestro señor le gusten las personas infieles...

-El me juzgará, no tú, pecadora.

-Lo mismo le digo, Robert. - Sonreí.

Elizabeth llegó con agua en una fuente de metal y un paño blanco.

-Ya he llegado... - Murmuró y se arrodilló a mi lado.

Desabotonó los primeros botones de mi vestido. Comenzó a humedecer el paño pasándolo por mi cuello y rostro. Tenía un pequeño vaso con agua a su costado y me dio de beber de el.

-No deberías cuidar de mí.

-Tú siempre cuidaste de mí... - Susurró manteniendo el paño en mis clavículas. - Joseph ha venido... Theo y Balbina están en otro sitio ahora... - Murmuró y se acercó a besar mi mejilla susurrando. - Nos iremos... Te dieron una semana antes de la guillotina... Vendremos por ti en la noche de mañana... Se fuerte. - Susurró.

-Por ti... Siempre. - Murmuré en respuesta.

Se mantuvo una hora más cuidando de mí y luego Joseph ha venido para abrazarme, se han ido.

No puedo detener aquellos pensamientos de salvación en la cabeza de Elizabeth... Sin embargo puedo rezar porque nada suceda con ellos... Y en caso de mi muerte... Joseph cuide de mi amada.

Mi pecado me ha consumido... Mucho más que las llamas del infierno.

Debo decirle lo de Cobie... Debe saberlo, necesito su perdón.




Medievales ; scarzzie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora