10°

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Elizabeth.

Luego de entregarme a Scarlett no pude sentir más que culpa y alivio.

¿He hecho algo malo? Jamás he sentido el calor de un amante... Scarlett sin embargo me ha hecho delirar en un borde entre el deseo y la culpa.

-Tu cuerpo y el mío serán siempre un placer pecaminoso que pretendo no borrar. - Murmuró Scarlett acariciando mi espalda y dejando cortos besos sobre ella.

-Scarlett... Asumo que estamos condenadas.

-Te amaré hasta entonces... - Susurró contra mi cuello.

Mi piel se ha erizado por completo.

-Repitelo... Te lo suplico. - Murmuré.

-Te amaré hasta... - Besó mi cuello suavemente. - Que de mi último respiro...

-Oh, Scarlett... - Sollocé al sentir sus manos acariciar mis muslos abandonados.

Jamás había tenido un mínimo de atención de éste tipo, desconozco la hora, pero noto el alba.

He descansado bajo sus brazos y besos.

Scarlett se mantuvo pegada a mi cuerpo mientras observamos el cielo rojizo.

-Oh... - Sollocé nuevamente mientras sentía el calor de su abrazo y me pegaba más a ella.

-¿Qué haremos, Elizabeth? ¿Qué haré para amarte día y noche? - Susurró. - Probablemente mi prometido y tu esposo están ebrios... No notarán nuestra ausencia hoy, pero mañana deberás de volver a tus labores matrimoniales.

-Y tú a preparar tu matrimonio... - Susurró girandome para unir mis labios sedientos de los suyos.

La necesito, la necesito tanto...

Jamás había sentido una pasión tan desenfrenada en mi pecho quemandome como si le perteneciera desde la primera mirada que cruzamos.

Comenzamos a vestirnos entre besos y risas de amor. Amor absoluto.

-Queda mucho para primavera, convence a Robert de quedarse. - Murmuré. - Manipula su mente frágil con Margareth... Úsala. - Mencionó Scarlett.

-No sé si podría, querida.

Scarlett tomó mi cintura mientras nos manteníamos en ropa interior. Me acompañó hasta la pared más cercana dejándome contra ella.

Sus labios se pegaron a los míos con suavidad, ella y yo nos necesitábamos con tanta ferocidad que quemaba en lo más profundo de nuestros huesos doloridos por la vida.

-Scarlett... Te deseo. Aún te deseo. - Susurré.

Mi carne me atrae, mi carne necesita de ella. Necesito su cuerpo pegado a mí.

Necesito inhalar el aroma natural de su sagrada y prohibida piel blanca.

-También te deseo... Te deseo con tantas ansias, Elizabeth... Buscaré la forma de amarte en cada minuto en el que pueda hacerlo...

Que así sea. Necesito que así sea.

-¿Soy tuya? - Pregunté nuevamente.

-Completa y absolutamente... - Rozó su nariz con la mía pegando sus labios a mí.

-¿Yo te pertenezco, Elizabeth? - Preguntó.

-Sí, soy tuya, señora Johansson. - Murmuré sonrojada.

Es mía y yo suya... Mi Scarlett.

Mi señora Johansson.

___________________________________

Caminé por el balcón de la habitación esperando a Robert.

Mi esposo ha ido a caminar con su madre, mientras que me ha prohibido salir de la habitación. Balbina ha llegado por mí, sin embargo no he salido... A sabiendas de lo que podría significar desobedecer a mi esposo.

-Elizabeth, querida.

La voz dulce de Scarlett inundó la habitación, me giré en su dirección y ella ha caminado hasta mí para besarme.

-Te he extrañado hoy... - Susurró.

Nuestras lenguas se unieron acariciandose lentamente.

-Scarlett... Nos verán. - Murmuré separando mi boca de la suya con pesar.

-No, no... Balbina se ha ido con ellos, la oiremos...

-¿Joseph y su padre?

-En la ciudad. - Susurró contra mis labios. - Bésame, Elizabeth. Bésame hasta que mis labios duelan.

Unimos nuestros labios nuevamente con una necesidad angustiante. Hoy y ayer no hemos podido vernos a solas... Bajo la mesa acarició mi pierna... Pero la deseaba de forma más profunda.

Necesitaba desnudarnos y pegarme a ella de forma auténtica.

-¿Qué haremos? - Susurré desesperada porque nuestros vestidos no nos permitían amarnos con rapidez.

-Amarnos... Amarnos y nada más que amarnos. - Suspiró contra mi boca.

-Llegaste a mí muy tarde... - Susurré. - Me tomaste muy tarde...

-Llegué justo a tiempo, amor mío... - Susurró ella contra mis labios.

Mi corazón se aceleró de una manera incontrolable.

-¿Soy tu amor? - Susurré.

-Eres más que sólo mi amor, Elizabeth. Eres mi calma, mi dolor... Mi ausencia y mi presencia, mi necesidad y mi carencia, eres todo...

Me aferré con fuerza desestabilizada por tanto amor. Tanto, tanto amor... Tal es mi necesidad por amarla y por sentirme amada, que cada cosa que repite suena dulce.

Dulce y auténtica.

Oh, mi querida Scarlett.

Razón de mis pensamientos más impuros, razón de mis deseos pasionales...

-Scarlett... Te deseo.

-Pronto volveremos a amarnos a la luz de la luna... Pronto, amada mía. Sé paciente... Sé cuidadosa. - Besó mis labios suavemente.

-¿Me deseas? - Susurré.

-Con fervor...

-Ámame.

-Lo hago...

-No, ámame ahora... Aquí... - Murmuré.

-No podemos ahora... Ve al granero a media noche... Prometo pedir ayuda a Balbina... - Susurré. - Te esperaré como Dios me ha traído al mundo... Te amaré toda la noche hasta saciar tu alma...

-Mi alma pecaminosa. - Susurré contra sus labios.

-Tu alma es lo más puro que he conocido, amada mía. Tu alma y tu forma de ser.

-Señora Johansson... - Susurré al sentir sus labios en mi cuello.

Dejaba un rastro ardiente de besos en el... Anhelaba ser la única que recibía esos besos, el rencor por Joseph sólo crecía al saber que prontamente dormiría entre sus brazos... Pero jamás entre los míos.

-Oh, Elizabeth... Tu aroma es dulce como la fruta más jugosa... - Susurró. - Debo irme, querida.

Scarlett ha besado por última vez mis labios, luego mis nudillos y ha salido de mi habitación.

La deseo... La deseo tanto que me quema.

Deseo pertenecerle eternamente y para siempre.

Sin importar las consecuencias.

Nota de autor :

2/2

¡Buenas noches!

-Codex.

Medievales ; scarzzie. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora