Cayendo

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Hoseok jamás imaginó estar en una situación así, haber tenido un orgasmo frente a su jefe, y estar cayendo por él en cuestión de días porque el maldito empresario es caliente como la mierda, y además hasta ahora eso no ha afectado su trabajo de ninguna manera. Sin embargo la cuestión es que sabe que están perdiendo la cabeza, lo cual asusta pero igual intriga. Es.. emocionante, tanto que guardar el secreto de sus amigos que preguntan dónde está por las noches después de horario de oficina; le llena de aderenalina, logrando que se sienta un mal chico aún cuando no debería.

Le cuesta mantener los ojos fuera de su jefe, las reuniones están cargadas de temas profesionales, de miles de trabajos pendientes, pero también de electrizantes miradas y toques suaves, casi siendo demasiado para dos simples mortales jugando a ver quién se rinde primero a ese abismo de pasión que su contacto desprende.

—Mi consejo es que no se invierta en más infraestructura por ahora y nos concentremos simplemente en las bodegas—dice, cuando a acabado de exponer sus puntos durante la reunión del viernes, dónde apenas ha podido dejar de ver al empresario al final de la mesa; quien, junto a los demás le escucharon atentos respecto al tema.

—Pero es una parte importante de la empresa—Joo opina, ignorando totalmente su opinión, sin embargo poco le importa pues quien se la ha pedido es Yoongi, quien además le pronto le defiende.

Es más, luce amenazante cuando pone ambos codos sobre la mesa de vidrio en la sala de juntas, siendo objeto de todas las miradas pues es el centro de atención con más del 90% de acciones en el lugar, siendo evidentemente quien manda en ese sitio que su familia a tenido bajo su mando por largos años, y ahora le pertenece solo a él pues no hay terceros que importen lo suficiente como para darles un pedacito.

Y es aterradora la mirada fría y hastiada que le dirige al hombre que siempre lo subestima.—¿Dices que Hoseok no es competente como para opinar en una empresa que él ayuda a manejar?—pregunta suavemente, sin necesidad de alzar la voz pues su tono es poderoso, y demanda que se calle la boca si no tiene nada lógico que decir en el momento.

Joo aprieta los dientes molesto al ser subestimado, pero se atreve a contestar.

—Digo que su opinión no es tan relevante como para que le hagamos caso.

El chiquillo de cabellos oscuros no se ofende ante sus palabras, porque en primer lugar no posee ni una acción en esa empresa, ni mucho menos tiene poder para ello, y en segunda porque la opinión de alguien como él no le llega a los talones a sus conocimientos y experiencia. Sin embargo Yoongi no permitirá que subestimen a ese amante que él mismo admira en lo profesional, mucho peor una basura como Joo.

—Opinión—repite con cinismo, poniéndose de pie mientras camina hacia el ventanal que tiene gran vista de la ciudad desde su lugar.—Créeme, sé mucho sobre buenas opiniones respecto a lo laboral, Joo.

—Señor Min..

—¡Cierra la boca!—le grita apenas, ahora girando a verlo a él mientras sus ojos dejan notar la rabia que le provoca que subestimen a su amante quien puede ser todo menos un mal trabajador.—Escucha, porque será la última vez que lo diga—se apoya frente a su lugar, intimidando como la mierda a ese bocón que le está tocando las pelotas desde que lo conoció.—Cuando aportes un mínimo de lo que el señor Jung aporta a Min Enterprise puedes opinar, de lo contrario te aconsejo guardar tu mierda y permitir que los grandes manejemos el imperio del que apenas tienes un pequeño porcentaje.

Joo le observa, evidentemente furioso ante la humillación de saberse reprendido, sobre todo por defender a un empleado, sin embargo no puede echar bronca porque es una realidad que no es nadie en el lugar.

—¿Quedó claro?—Yoongi habla de nuevo, y no le queda más que asentir, sabiendo desde ya que no debe meterse con el chiquillo otra vez.

Y todos en la sala no registran más allá de una demostración de poder, quizá no conociendo, ni soportando al señor Min, pero si al bonito asistente que jamás a causado problemas, ni se ha metido con nadie, concentrando siempre en hacer su trabajo y apoyar a los demás siempre que algo está en sus manos, por lo cual no interfieren, ni lo creen de menos, a no ser que vean como es el único capaz de no ser víctima del jefe, quien arrasa con todos sin importar el cargo que tienen.

🍷🍷🍷

—Malditos idiotas—Yoongi gruñe cinco minutos después cuando regresan a la oficina, después de haber finalizado esa jodida reunión que le causó malestar pues no los soporta y trabajaría mejor si no tuviera que verlos cada que se presenta una situación borde en la empresa.

—Tienes que ser un poquito más suave, señor Min—Hoseok está a sus espaldas, poniendo sus pequeñas manos sobre sus hombros, dando pequeños masajes a él, mientras agradece bajito que lo haya defendido.—No debiste discutir por mí, pensarán que..

—Pensarán que eres una pieza importante en este lugar, que trabajas mucho para merecer estar aquí, y que no tienen que faltarte el respeto sino quieren que los bote a la calle—aclara, dándole la cara, y sentandolo en su regazo, no dispuesto a permitir que nadie le humille cuando es una de las personas más importantes en la empresa.

Y Hoseok está derretido a tan solo semanas de tenerle cerca.

—Oh..—susurra bajito, logrando que Yoongi se encienda, dando luego un beso a sus bonitos labios que siempre desea tener cerca si se lo preguntan y es honesto.

—Subete al escritorio—le pide de un momento a otro, planeando compensar ese mal rato que seguramente ese idiota le ha hecho pasar, y cuando Hoseok obedece; le quita el cinturón, y le baja el cierre con la mayor lentitud que su lujuria le permite empezar.

Está postrado, de pronto de rodillas bajo ese piso de mármol al que no le importa tocar aún cuando es quien manda en el lugar: y cuela sus manos bajo esa ropa interior que le invita a pecar, mientras el menor respira tembloroso; anticipado a lo que hará, no discutiendo más el tema ya que tenerlo postrado a él le llena de deseo, mandado a la mierda su ética y dignidad ya que ese diablo necesita un cordero que sacrificar en esa batalla de pasión que los dos se empeñan en disfrutar.

—Que bien hueles, ángel—lo escucha ronronear, con la cabeza escondida en su masculinidad, dando caricias a esa dureza que el mismo ha logrado proporcionar; y es el cielo cuando la chupa lentamente sin importar que sea pleno día y ambos tengan que cosas pendientes que hacer.

Joder..—Hoseok echa la cabeza hacia atrás, no creyendo como una vez más se está dejando ultrajar por ese jefe que le exige demasiado en el terreno sexual, pero que le gusta complacer porque además el maldito hijo de puta sabe dónde y cómo tocar para hacerlo perder la cordura. Como ahora, en dónde poco le importa la dignidad cuando se lo traga entero y da caricias a su ingle de manera lenta; enviando ondas de placer su pequeño cuerpo que se retuerce a causa de tanto jozo.

El placer es mayor cuando Yoongi se pone de pie, aún con una mano en su pene; y le da la vuelta para llevar la otra a su bonito culo que pronto pasa a probar, de nuevo de rodillas y recostando al chiquillo contra el escritorio para poder disfrutarle a gusto, sin importar que alguien les pueda escuchar, y maldita sea es el cielo. Hoseok apenas puede callar sus gritos, teniendo que morder sus labios con fuerza mientras se aferra a la madera fina del escritorio de dónde están dejando caer varias cosas por la intensidad del momento.

Y Yoongi le está follando con la lengua ese perfecto agujero que no cualquiera puede follar pero él ya reclama como suyo desde ahora, metiéndole los dedos mientras lame y con la otra mano lo masturba hasta hacerlo sollozar. Es fácil llegar al orgasmo, y es fácil tener solo sexo cuando ambos son lo suficientemente inteligentes para terminar con un beso, después vestirse y soñar con el próximo encuentro.

Yoongi se incorpora, agotado, con la garganta ronca debido al esfuerzo, sintiendo aún en su lengua ese sabor a gloria que le ha tenido fascinado, mientras ayuda a colocar de nuevo ese pantalón en su lugar pues por ahora tiene que trabajar, y este mocoso solo le hace perder la cordura.—Eres mío Hoseok, y no dudes en que tengo que cuidar este precioso culo así como me encargaré de follarlo.

El menor apenas puede asentir, sin decir las palabras correctas ante ese encuentro, pues como los demás; le ha dejado con las piernas temblando y mil sensaciones que procesar en el cerebro.

***

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Intransigente. © [YOONSEOK.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora