Mi idea era quedarme en la puerta del instituto para esperar a Jacob. Ese día tardó más de lo normal, y cuando estaba a punto de irme, avancé mucho más rápido al ver a Darik.
Venía hacia mí, con los ojos hinchados y rojizos de llorar, o eso creo; con el pelo despeinado y una cara de pena. Volví a lo mío, no quería saber nada de él, por lo menos estos días. Tenía que aclararme y pensar qué es lo que iba a hacer.
---¡Jane, por favor! -masculló en un grito sin ganas. Un grito desesperado. Quería que me girase y hablar con él, ya lo conocía y también sabía que él solía arreglar algunos problemas dando pena y haciéndose la víctima, pero eso conmigo no le iba a funcionar:
---¡Déjame en paz, pesado! ¡Ahora no es el momento ni el lugar para hablar! Ya te llamaré y quedaremos, hasta el momento, ¡Déjame vivir! -medio giré mi cabeza para responderle y hacerle saber que ir tras de mí iba a ser peor, no me gustaba que se arrastraran así, era patético.
Sin dejar que me reprochase algo, fui más rápida y me alejé de allí. No quería llegar a casa, de hecho últimamente es el sitio que menos quiero pisar, pero así por lo menos perdía de vista a Darik.
Avancé unas calles más, y al girar a la derecha ya vi mi maravilloso hogar, <<nótese la ironía>> pensé mientras rodaba los ojos.
---Buenas... Ya he llegado -dije medio sonriendo, no quería que el ambiente estuviera tenso, al menos hasta que nos vayamos a otro lado.
---Sí, ya sé que has llegado, te estoy viendo -contestó en un tono malhumorado la que se hacía llamar mi madre. Me miró de arriba a bajo con cara de asco, hasta que topó su cruel mirada con la mía que solo desprendía... ¿Cansancio? O tal vez... ¿Tristeza? Una mezcla de las dos. Y cambió su cara a una sonrisa: Jamás había visto una tan falsa como la que me dedicó en ese momento.
---¿Dónde está Noh? -pregunté cambiando de tema.
---¡El niño no se llama "Noh"! -dijo pronunciando el nombre con una voz burlona y gritándome- ¡El niño se llama NOAH! Estoy harta de que tengas que cambiar todo lo que hago, ¡HARTA! -se levantó y me encaró, poniéndome una cara de pocos amigos.
---Mamá, ¿No te puedes tranquilizar? Sólo te he preguntado por mi hermano, ya está, joder -y no me dio tiempo a decir nada más, ni me di cuenta cuando su mano ya se había estrellado en mi cara; respetivamente en mi mejilla derecha.
---¡No más palabrotas en esta casa! O sino... Aunque me parta el alma hacerlo, tendré que castigarte y jugar al juego que tanto nos gusta -dijo escondiendo una de sus sonrisas malvadas. No estaba de más decir que mi madre disfrutaba pegándome, cosa que no entiendo. Esa mujer estaba loca.
---¡Que te den! ¡Loca de mierda! -mascullé, y antes de que me agarrara para hacerme volver dentro de casa y volver a pegarme, salí corriendo de allí.
---¡Ya volverás, ya! ¡Siempre vuelves, niñata cobarde! -escuché que me decía lo lejos. Yo sólo podía correr y correr, no podía pensar en otra cosa que huir de esa mujer.
Agarré mi móvil, que lo tenía guardado en un pequeño bolsillo de la mochila. Marqué el número de Jacob, necesitaba saber dónde estaba, me preocupaba que se juntara tanto con el odioso de Steven:
---¿J-Jacob? -pregunté una vez que me atendió el teléfono.
---Qué pasa Jane -pronunció demasiado borde y seco.
---N-Nada, sólo quería saber dónde estabas... No te he visto salir del instituto y llevo sin verte unas cuantas horas -admito que estaba nerviosa y titubeaba, pero era por una razón: Jacob había caído de nuevo. Estaba segura.
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Nueva vida
RomantizmAdmito que nunca quise vivir en Nueva York, que yo amaba California, que jamás quise estar allí, pero ahora que sé quién está en esta ciudad... No quiero irme jamás. Porque él me ha sacado de algo que nadie en todo este tiempo ha podido. 𝖈 𝖍 𝖆 𝖔...