Catorce.

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Mi cerebro trabajaba de una forma perezosa y estresante, mis manos se mueven torpes y pausadas mientras intento guardar mi cuaderno en mi bolso. Siento las voces como un zumbido hueco en los oídos, hasta que soy rescatada por una suave voz que repite mi nombre.

Cuando volteo no puedo evitar sentirme un poco enojada conmigo misma, ¿Qué esperabas, Indi?¿Ver a Thomas entrar por esa puerta y te declare amor eterno? Ja ja. Sin embargo suavizo el semblante y le doy a Adrian una de mis mejores sonrisas. Fingidas.

-Hola- digo con más ánimo del que siento.

-Hola, linda- dice un poco apenado, creo que he sido muy obvia, relajo mi temperamento ya que Adrian no tiene la culpa, intenta ser amable, pero aún no entiendo porqué me pone nerviosa que me llame por apodos como esos- ¿Ya estas lista para los exámenes?

Ugh. No había pensado en ellos para nada.

-Si- miento poniendo el bolso en mi hombro.

-Vaya eso es excelente, sabía que tendrías la capacidad.

-Gracias, al parecer todos tienen más fe en mi de la que yo me tengo.

-Deberías tenerla- frunce un poco el ceño- Escucha, Indi, me preguntaba si tú... Bueno, ¿Quieres ir a comer algo? Ahora.

Woah. Por todos los cielos, su cara esta ligeramente sonrosada y eso me provoca una ternura tremenda. Me sentiría horrible diciendo que no pero tampoco es como si estuviera de un humor de perlas, aunque sinceramente él aligera un poco el embrollo de mi cabeza.

-Suena bien- digo y su cara se ilumina.

-¿Te gusta la comida a la parrilla?

-Si, no soy muy exigente con eso- y era verdad, lo cierto es que cocinar no era mi fuerte así que me alimentaba de lo poco que sabía hacer o me la vivía comiendo en restaurantes.

-Conozco un buen restaurante aquí cerca, así que podemos dejar los autos aquí en el aparcamiento. Apuesto a que te encantará.

Sonríe y me guía hacia la salida de la facultad y realmente es poco lo que caminamos, jamás había visto este lugar. Tiene un aspecto demasiado apetecible, los ladrillos rojos le dan un color cálido y cuando entramos el olor a carne y especias se introduce por mi nariz. Es aún más cálido dentro ya que todo es de madera y una música suave de fondo se hace presente.

-Señor Arrieta, bienvenido. - una chica de mediana edad muy bien vestida nos recibe con voz suave. Suena un poco cómico la manera en la que lo llama señor pero supongo que es uno de esos lugares donde se dan todas estas ceremonias.

Nos dirige a una mesa en el centro del lugar y me siento un poco incómoda, pero Adrian parece no percibirlo.

-¿Vienes muy seguido aquí? - le pregunto una vez ya sentados en la mesa.

-Si algo, la comida esta muy buena.

Un mesero nos trae el menú y lo hojeo sin prestarle mucha atención. Antes de que pueda decidir rápidamente por algo, el mesero regresa a tomar nuestra orden. Para mi suerte Adrian pide por los dos aunque la verdad soy de las personas que no les gusta que lo hagan.

-Te va a gustar- me guiña un ojo cuando entrega los menús.

Y sin duda me encanta el enorme plato de carne y guacamole que nos traen, la comida tiene un sabor delicioso y eso me hace delirar. Los minutos transcurren como agua, lanzando preguntas muy triviales entre él y yo, sin nada que pueda comprometernos de más, sonrisas y risas se escapan de nuestros labios llenando el espacio con ellas y creando así un hambiente acogedor.

Mala suerte con él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora