Once.

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Inquietante. Una palabra que define mi semana, la cual desglosa un montón de otros sentimientos más, encontrados y otros tantos que no logro comprender.

Me encontraba como tonta esperando ver aquella mata de cabello enmarañado por alguna parte, un pequeño indicio de que él andaba por ahí, cerca pero jamás pasó, ¿Yo había provocado tal cosa? Ni siquiera se presento a mis tutorias. Quería, moría de ganas por saber que era lo que pasaba con Thomas pero nuevamente me encontré absorbiendo la sensación para no tener que dar explicaciones por mi obvia preocupación, estaba de un humor de espanto.

Una semana tan pesada como un elefante, limpié mi departamento de pies a cabeza, hasta el último rincón con un poco de ayuda de Niki, la cual al encontrar el trampolín lo sitúo en algún lugar accesible para luego poder armarlo, encontré una de las pinturas que había hecho hacia tiempo para sacar todo mi estrés, era una pequeña pintura soplada donde lo único que se veía eran las montañas y pastizales abstractos que me recordaban a mi antiguo hogar y al abuelo que no le había hablado aún para nada.

Lave mi auto y me dispuse a adelantar todas las tareas que tenía para las dos semanas siguientes a la escuela. Todo eataba pulcro y perfectamente controlado como hacía tiempo no lo sentía, comenzaba a adentrarme en mi zona de confort sin admitir que se trataba del hecho de no ver a Thomas.

El viernes terminando la clase de matemáticas tuve que disculparme con Adrian por no ir a la fiesta ya que tenía que ir a Moe's pues Niki necesitaba de mi ayuda su cara era un poco de decepción y no pude evitar sentirme mala persona.

Era extraño tener que trabajar en un bar, la verdad es que en mi vida había trabajado más que unas pocas veces y en un tiempo muy corto pero apuesto que sería divertido.

El día llegó y al subir al auto listas para la acción fuimos a cargar gas y por cajas de gaseosa que hacían falta en el bar, así como comestibles. Cuando abrimos el lugar, el vacío y el silencio se mezclaban de manera extraña, nunca había venido cuando esta todo tan callado pero aún así el ambiente seguía siendo acogedor con los farolillos del bar tintineando sin inmutarse de la ausencia.

Acomodamos todo, de pies a cabeza dejando todas las cosas en su perfecto sitio mientras llegaban otros dos chicos que mesereaban junto con Caleb, llegó Amanda y Dylan unos minutos después lo cual me sorprendió, no tenía en cuenta que fuera a venir, seguimos acomodando y unos minutos después la puerta de entrada sonó nuevamente.

Ahí estaba él, cabello revuelto, labios rojos y perfectos, llevaba una camisa blanca que se ceñía a su trabajado cuerpo y unos pantalones que dejaban mucho que desear, así como unas botas obscuras.

El estómago me cayó al suelo cuando lo vi y él ni siquiera me dirijo una mirada furibunda, me revolvía en mi lugar, así que preferí fijar la mirada en otra parte.

-Escuché que por aquí necesitan de mi ayuda.- dice con esa voz profunda y pícara tan propia de él.

-¿Quién eres, superman?

Todos ríen con la pregunta de Nicol pero yo no dejo de pensar en que algo se traen.

-He venido a salvar sus culos, así que traten me bien.

No sé porqué he sentido que esas palabras van dirigidas a mi, ¿Será que aún piensa en lo de la playa tanto como yo? Creo que jamás volveré a tocar esos temas, ya vi que es asunto delicado aunque si me soy sincera, la curiosidad me esta carcomiendo como termita.

La gente comienza a llegar y la acción comienza, Nicol y Dylan están tras la barra haciendo de barman mientras lanzan uno y otro pedido, yo me limito a ir ubicando a la gente que llega en donde más le convenga, quizá no hacían esto antes pero hay que tener control y una buena organización y distribución de personas, lo sé sueno como toda una nerd.

Mala suerte con él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora