Diecinueve.

48 2 0
                                    

Los parpados me pesan de una manera increíble, como hace tanto no lo sentía y lo agradezco muchísimo. A pesar de que no estuve mucho tiempo en aquella mansión siento que bastó para agotar todas mis energías de la vida entera.

Recordar todas las cosas y palabras que dije e hice en la fiesta me dan un poco de vergüenza pues no suelo ser tan directa, en cambio sentía que todas las palabras salían de mi boca tal y como venían a mi mente y realmente el 99% de lo que pienso no es de opinión ni agrado público a pesar de que se sintió malditamente bien hacerlo, aunque hubiese preferido el no haberme acordado de absolutamente nada, pero no todo era un arcoíris.

Recuesto la cabeza en el asiento, Thomas no ha abierto la boca ni una vez y yo sólo evito verlo. Mi cabeza comienza a despejarse, sé que esta es la primera vez que nos volvemos a ver después de lo que pasó en mi departamento y se siente un poco extraño, más porque no hablamos de ello y porque hemos discutido y me he dado cuenta de que realmente es un extraño para mí, eso hiere muy profundo mi corazón a pesar de que yo igual he tenido la culpa por huir siempre de él. ¿Por qué no podemos encontrarnos en una situación normal, un "hola, ¿cómo estás? Me gustas, quiero estar contigo" era mucho pedir?¿A caso realmente yo quería algo así con él? Me daba miedo de mi misma incluso solo de pensarlo.

Miré por el cristal del copiloto como los autos nos rebasaban, como las luces pasaban en un borrón fugaz por la ventana. La canción "Lost Stars de Adam Levine" resonó en los altavoces del auto: "Coge mi mano, vamos a ver dónde nos despertamos mañana. El mejor de los planes a veces es sólo una aventura de una noche" y de esa manera quedé perdida en el limbo entre mi fantasía y lo que era real.

*

-Indi- un pequeño susurro y apretón en el muslo basto para despertar sobresaltada. Al abrir los ojos tenía a centímetros el rostro de Thomas. El vértigo vino a mí sin previo aviso y me vi obligada a bajar desorientada del auto, estaba segura de que si no se movía en ese instante iba a vomitar sobre su camisa.

Lo empuje desesperada y él desconcertado se echó hacia atrás, baje deprisa lo cual sólo sirvió para revolver aún más mi estómago. Sin darme tiempo a llegar a la puerta de mi casa vomite como regadera sobre mi pequeño abeto, sólo esperaba que le sirviera como fertilizante de lo contrario si se marchitaba iba a llorar como loca.

Después del primer asalto, que era sólo agua saliendo de mi boca, vino una arcada más, destrozándome las tripas por completo, en esta ocasión sentí las manos de Thomas retirando mi cabello y sosteniéndome por un costado. Una vez que las provocaciones se acabaron, estaba más que desecha, necesitaba quitarme este estúpido y apretado vestido, los tacones y tirarme a la cama, no me importaba si apestaba pero eran las únicas tres cosas que quería hacer.

-¿Ya no quieres vomitar más?- dijo con un poco de diversión en la voz. ¡¿A caso estaba loco?!

-No- lo miré de reojo- quiero deshacerme de esto y dormir- dije jalando la bastilla del vestido hacia abajo.

-Podría ayudarte con lo primero- acaricio mi mejilla suavemente con su pulgar y agradecí enormemente aquel contacto frío de sus dedos- más lo segundo... No creo que quieras hacerlo después si te ayudo con tu ropa.

¿Se ponía juguetón después de haberme visto vomitar como regadera? Y seamos realistas, quizá apestaba y me veía como la mierda, pero sin duda eso no le quitaba lo tentador a la situación. Sin responder a aquello, rodé los ojos o algo parecido ya que aún sentía un poco entumidas las extremidades.

-Vayamos adentro.

-Lo que tú quieras, nena.

Caminamos a la entrada y me quede paralizada en la puerta. Por todos los demonios endemoniados.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 10, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mala suerte con él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora