Capítulo 6: Prophecy rhymes with Worry

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-Creo que es suficiente por hoy-, dijo en voz baja, mirando el reloj que ya indicaba las doce y media.

Lo miré, desconcertado, como si el reloj fuera a dar marcha atrás de repente.

-No he visto pasar el tiempo en absoluto-, murmuré, mientras guardaba los numerosos pergaminos llenos de información que Malfoy me había dado.

Me levanté, con las manos manchadas de la tinta que se había escapado de mi pluma bajo el furioso ritmo del flujo del Señor. Juntó las manos y chasqueó los dedos distraídamente, atrayendo una mirada de disgusto por mi parte. Me contestó con una sonrisa devastadora puntuada por un siniestro chasquido de sus últimos dedos.

Salí de la habitación y me apresuré a ir a la cocina. Sólo ahora me di cuenta del hambre que tenía. Pero un delicioso aroma ya se elevaba desde la habitación y entré con alegría.

-¡Hola Creepy! ¡Había olvidado que hoy estabas de servicio!- dije al ver al pequeño elfo que estaba ocupado en la estufa, encaramado en el taburete que le había proporcionado.

-Buenos días, Harry Potter, señor. Un gratinado dauphinois ya está en la mesa con su carne en salsa. Algunas de las verduras aún se están cocinando. De postre, Creepy le ha preparado un tiramisú-.

Abrí los ojos, ante el anuncio de la comida. Se había superado a sí mismo. Sus habilidades culinarias solían ser bastante impresionantes, pero ahora, con el delicioso olor... Supuse que probablemente quería dar la bienvenida a Malfoy a su manera. Si sabía lo que Malfoy sentía por los elfos... Bueno... probablemente no habría mucha diferencia.

-Hola, señor, Creepy está encantado de conocerle-, se inclinó de repente, y me giré para ver a Malfoy hacerse cargo de la cocina.

Miró al elfo vestido con colores chillones. Adiviné que probablemente ignoraría al elfo magníficamente y le dirigí una mirada asesina y amenazante. Él esbozó una sonrisa tensa.

-Encantado de conocerte también... Creepy-, dijo en un tono suave.

El pequeño elfo doméstico no pareció percibir la ironía que destilaban sus palabras y saltó de alegría. 

-¡Los amigos de Harry Potter son siempre tan buenos con Creepy!-.

Me acerqué tranquilamente a Malfoy y le di un fuerte codazo en las costillas cuando estaba a punto de responder sarcásticamente, según el gesto sarcástico de sus labios.

-Si le haces algún tipo de daño, si lo lastimas aunque sea moralmente o por falta de respeto, haré de tu estancia un infierno-, susurré amenazante. -Creepy está en su casa y es tu anfitrión tanto como yo, ¿está claro?-.

-Claro-, respondió con una mueca y una mano en las costillas.

La mueca no había sido simulada, y noté que el dolor seguía presente durante toda la comida. Escuchamos con el oído distraído los entusiastas balbuceos de Creepy. Malfoy no era un ejemplo de cortesía, pero al menos no era desagradable, y Creepy incluso parecía tener una muy buena opinión de él al final de la comida mientras le ayudábamos a recoger nuestros cubiertos.

Creepy se retiró y nos fuimos a la terraza con un plato de tiramisú. Me senté y disfruté del postre, que estaba tan bueno como la comida, absolutamente divino. Malfoy hizo lo mismo de forma más comedida. No dijo ni una palabra y se levantó nada más terminar, disfrutando a duras penas de la dulzura de las primeras horas de la tarde.

Me levanté poco después de él. Tenía que comprobar algo. Subí las escaleras y entré en la habitación de Malfoy sin siquiera llamar. Estaba de pie junto a la ventana con las manos entrelazadas a la espalda en una actitud muy contemplativa. Se volvió hacia mí con una mirada penetrante.

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