Volví a la mansión, recogiendo mi varita mientras avanzaba. Fui a mi escritorio y lo limpié lo mejor que pude. Me senté en mi silla y no me moví durante más de una hora. Edgard me trajo el periódico, que desdoblé con una mirada sombría. Fruncí el ceño. En todo el mundo persistían las erupciones, al parecer debido a un desequilibrio en las corrientes telúricas que estaban directamente relacionadas con la magia. Me puse pálido. ¿Eran éstas las consecuencias de las que me había hablado Lucius? ¿Iba a desaparecer la magia en un último gran espectáculo de fuegos artificiales? No tenía ni idea de cómo detenerla con la perspectiva de su muerte en ciernes.
Hojeé el resto de las páginas, blancas como el papel. Ataques de Dementores, criaturas mágicas agresivas, demasiados nacimientos de Squibs. Merlín todopoderoso...
Me levanté y me reuní con Lucius, papel en mano. Estaba sentado en la terraza, tranquilo como siempre. Poniendo mis manos a ambos lados de su cabeza, abrí el periódico de par en par frente a él. Él parpadeó y consintió en leer las noticias mientras yo pasaba las páginas para señalar todos los artículos, cómodamente apoyado en su espalda, mientras su cabeza estaba contra mi pecho.
Me estremecí ante el contacto y me esforcé por ocultarlo. Algo que se complicó cuando levantó la cara, inclinando ampliamente la cabeza contra mí.
-Esto es serio-, dije. -¿Es por nosotros?nosotros-.
-Indirectamente, sí-.
-¿Podemos hacer algo al respecto?-.
-No lo sé. Por lo que he podido leer, estas erupciones se han calmado extrañamente hoy, mientras que ayer alcanzaron su punto máximo. ¿Y qué pasó ayer?-.
Trago saliva. Si la magia iba y venía según nuestra relación, estaba claro que no nos habíamos librado. Había tenido ganas de destrozar a Lucius y él había sentido el mismo impulso hacia mí. El resultado había sido realmente asesino a escala mundial.
-¿Tenemos que... llevarnos bien entonces...?- Dije, sintiéndome repentinamente atrapado.
-Llevarse bien sí y no, no querer matarse, sí. Para amarnos y tener una relación más íntima, no. Por supuesto que no. Sin embargo, tenemos que estar en la misma onda en la medida de lo posible. Las consecuencias podrían ser desastrosas si no lo hacemos-.
Se quedó callado, mirándome fijamente.
-Hazlo-, dijo de repente, con los ojos casi fundidos.
-¿Hacer qué?- pregunté, sabiendo perfectamente de qué estaba hablando.
La situación era grave, pero mi mirada estaba magnetizada por sus labios, unos centímetros más bajos que los míos.
Me agaché, agarrando suavemente su cara entre mis manos. El beso, al revés, me electrizó por completo y me obligué a detenerlo. El dolor que causaba era incomparable. La idea de que iba a morir...
Me separé de él, con una mirada seria, y huí a mi despacho.
Al cabo de un rato me levanté y me serví otra taza de té en la cocina. Estaba a punto de llevar la taza a mi despacho cuando la chimenea del vestíbulo se encendió de repente. Tres personas salieron una tras otra. Hermione se tiró encima de mí y me abrazó hasta que me ahogué, para luego ser reemplazada por Ron y un abrazo más corto y fuerte.
-¿Estás bien, viejo? Kingsley acaba de contarnos lo de Malfoy, ¿no es una pena? ¿Dónde está? ¿Encerrado en alguna parte?-.
-Harry, ¿quién te hizo eso?- Hermione jadeó al ver el moretón en mi mandíbula.
Inmediatamente, Kingsley sacó su varita. Lo miré antes de poner los ojos en blanco.
-En orden... Ron, está bien. No, no es horrible en absoluto. Probablemente esté en sus aposentos o fuera y, no, no está encerrado. Y Hermione, me lo he hecho yo mismo, por así decirlo-, dije con voz monótona.
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WHEN EROS MEET THANATOS
FanfictionCuatro meses después de la Batalla de Hogwart, Harry se recupera lentamente, a salvo en su mansión. Hasta que un día Kingsley deposita en su puerta a un Lucius Malfoy extrañamente conciliador, condenado a muerte. Resulta que el Lord ha formulado com...