La puerta principal se abrió y Draco salió de un salto, golpeándome. Se tensó y apretó los dientes al ver a Caius.
-No se complique, señor Malfoy, no querrá que le demande-.
Lucius tiró de su hijo contra él y lo apretó, le susurró algo al oído. Draco parecía horrorizado y quería protestar. Pero otra ronda de palabras le hizo callar y bajó la cabeza dolorosamente, abrazando aún más a su padre antes de soltarlo.
Busqué mi varita en el bolsillo, pero la mano de Lucius me detuvo. Un trueno me hizo temblar. O tal vez fue esa mirada disuasoria en mi cara.
-No voy a dejar que te ejecuten-, dije con firmeza.
-Harry, por favor- suplicó, tirando de mí en un abrazo que me hizo fruncir el ceño para no quebrarme.
La lluvia caía sobre nuestros cuerpos unidos y ni siquiera sabía si estaba llorando o si el cielo lo hacía por mí. Antes de que pudiera reaccionar, la mano de Draco me arrebató la varita. La arrojó lejos y observé con horror cómo se sumía en una furia incontrolable que cesó cuando Lucius se alejó de mí, retrocediendo cautelosamente hacia los aurores.
Quise unirme a él, pero Draco me ciñó con fuerza. Luché, pero me estaba superando y a la presión que ejercía sobre mí se sumaba el hecho de que mis fuerzas me abandonaban misteriosamente. De repente vi una pequeña piedra en las manos de Draco. Una piedra de Kali, negra como el cielo furioso sobre nosotros. Un aniquilador de poder. Había guardado uno en mi oficina, en una vitrina. Lucius debe haberla robado para evitar que me entrometa y yo... no pude hacer nada al respecto.
-No-, susurré, intentando zafarme de sus brazos.
-No te resistas, Harry, por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es- susurró, con la voz quebrada.
Me desplomé contra él y me encontré con los ojos de Lucius con dolor.
-Lucius, no dejes que...- le supliqué, mientras Draco me sostenía mientras me desplomaba de rodillas en el suelo empapado.
Observé impotente cómo le esposaban y no hacía ningún intento de escapar.
-Una sabia decisión, señor Malfoy- susurró Caius, mirándome triunfante.
Su mirada, su tono, me hicieron arrancar de inmediato.
-¡Cállate, Caius! Cállate-. rugí, fuera de sí a pesar de mi debilidad. -¡Eres un patético burócrata, apenas apto para pulir botas por oportunismo barato! Tus dientes llevan demasiado tiempo arañando el suelo y te aseguro que te echaré del trabajo aunque tenga que morir por ello. ¡Eres un perdedor, Caius! ¡Un maldito perdedor!-.
Se puso pálido, y con razón. Sabía perfectamente que nunca amenazaba a la ligera, podía... No, tenía que sacarlo de su trabajo. Los aurores se miraron con incertidumbre. Caius se volvió hacia Lucius y lo miró de arriba abajo como si fuera un ser insignificante. Salvo que la mirada era de Malfoy, y la mirada que le lanzó Lucius le hizo encogerse casi visiblemente en el acto. Entonces el convicto se volvió hacia mí y me dedicó una triste sonrisa.
-Harry, me merezco lo que me viene. Ya lo sabes-.
Y entendí por qué ya no luchaba. Sentí un peso en el estómago. Una nueva verdad. Aparté la mirada, frunciendo los labios, con los ojos cerrados, y mi voz se quebró al volver a hablar.
-Lucius, por favor-, volví a suplicar. -Si lo que buscas es el perdón, yo te lo ofrezco. Estás perdonado, por cada acto tuyo en esta vida o en cualquier otra. ¡Lucius, escúchame! Estás perdonado, te lo ruego... ¡Puedo darte cualquier cosa, incluso eso!-.
-Te doy las gracias por todo, Harry- exhaló, con una expresión de dolor en los ojos y las lágrimas brillando allí por primera vez. -Pero este "perdón" no lo busco de ti. Es de mi parte. Y no puedo-.
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WHEN EROS MEET THANATOS
FanfictionCuatro meses después de la Batalla de Hogwart, Harry se recupera lentamente, a salvo en su mansión. Hasta que un día Kingsley deposita en su puerta a un Lucius Malfoy extrañamente conciliador, condenado a muerte. Resulta que el Lord ha formulado com...