Me desperté varias horas después, cerca de una fuente de calor extremadamente agradable, contra la que me acurruqué con más insistencia. Un brazo me rodeó y los dedos acariciaron la piel desnuda de mi brazo. Estaba ligeramente dolorido pero lleno de un placer que nunca había conocido. No quería abrir los ojos, sabía muy bien que sería darme cuenta de que estaba viviendo mis últimas horas con él.
La idea me arrancó un sollozo y me separé rápidamente de sus brazos, sentándome erguido en las sábanas. Me tapé los ojos con las manos, como si cerrar los párpados por más tiempo me demostrara que aquello era una pesadilla. Había dejado de dormir, probablemente hacía tiempo, y estaba a mi lado en un instante, atrapando con su pulgar las lágrimas que rodaban por mis mejillas.
-Lo siento-, me disculpé de inmediato. -No puedo dejarte morir, Lucius-.
-No tienes elección-.
Me besó el hombro, suavemente.
-Tengo la tentación egoísta de marcarte donde pueda, sólo para vivir unos días más contigo...-, dijo, con una sonrisa triste en su voz.
-Ya me has marcado, Lucius- murmuré. -Y no estoy hablando de... mi cuerpo, eso es otra cosa y... sé que lo sentiste-.
Hubo un silencio mientras dudaba, dándome cuenta de que tal vez yo había sido el único en sentir, en ver todas estas cosas.
-Nos volveremos a encontrar-, me susurró. -Sólo sé eso-.
Me volví hacia él, prohibido, y fijó sus ojos grises en los míos. Su mirada se desvió por un momento hacia mis labios, pero no me besó.
-¿Por qué pensar por separado en esta vida de la siguiente cuando hemos nacido de la última?-.
Las palabras tocaron una fibra muy olvidada. Me removieron el alma. "Revuelto" era débil. "Devastado" era más preciso. De repente, su mente se abrió a la mía y toda una serie de recuerdos borrosos pasaron de mis pensamientos a los suyos y de los suyos a los míos. Viejos recuerdos.
-Harry...-, susurró. -Llevo mil años esperándote-.
Mi nombre se desvaneció antes de llegar a mí y fue sustituido brevemente por "Hiperión". Me estremecí ante esas palabras, como si abrieran algo en mi pecho. Podía sentir este vínculo milenario serpenteando por mi cuerpo, alterando mis percepciones. Mis ojos se nublaron y la mirada que me dirigió era antigua, embrujada, brillando con cientos de años de experiencia. Tenía el color gélido de la plata. Lentamente, la imagen del hombre que había soñado se superpuso a la suya, Erebus. Brevemente. Pero lo suficiente como para tener que parpadear para volver al presente.
-¿También has soñado?-, susurré, con la voz quebrada. -De Hyperion. De... de mí-.
Me pasó una mano por la mejilla. Era más una afirmación que una pregunta.
-Y sé que volveré a soñar contigo, en nuestra próxima vida. Te encontraré, Harry. Te prometo que te encontraré-.
Los sollozos me sacudieron los hombros, en silencio, mientras enterraba la cara entre las manos. Yo sabía quiénes habíamos sido, y nadie debía saberlo. Mi condición de Maestro de la Muerte, una vida anterior de prestigio monumental... Y estábamos malditos. Ni siquiera nos habíamos reconocido antes por todo el odio que nos teníamos. Comprendí por qué se profetizó este ciclo de magia blanca y negra. No eran sólo emanaciones de Eros y Tánatos, nacidas de la batalla entre Erebo e Hiperión, que se encontraban hoy como lo habían hecho a través de Merlín y Morgana, Albus y Gellert, Godric y Salazar. Fueron Erebus e Hyperion, sus almas volvieron a la carne. Era él y era yo. Éramos nosotros y se acababa hoy. No sabía cuál sería el efecto exacto de la muerte de Lucius en mí. Pero sentía que el suelo se abría debajo de mí cada vez que me obligaba a pensar en ello.
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WHEN EROS MEET THANATOS
FanfictionCuatro meses después de la Batalla de Hogwart, Harry se recupera lentamente, a salvo en su mansión. Hasta que un día Kingsley deposita en su puerta a un Lucius Malfoy extrañamente conciliador, condenado a muerte. Resulta que el Lord ha formulado com...